El 22 de julio de 2022, en esa ciudad turca se signaron dos acuerdos, la Iniciativa del Mar Negro elaborada para sacar cereales ucranianos y amoníaco ruso, y el Memorando Rusia-ONU para normalizar las exportaciones de productos agrícolas y abonos rusos.
Esos documentos fueron aprobados por iniciativa y con la participación del secretario general de la ONU, Antonio Guterres y sus objetivos eran garantizar la seguridad alimentaria global, reducir la amenaza del hambre y ayudar a los necesitados países de Asia, África y América Latina.
De esa forma se definió un corredor marítimo humanitario y se creó en Estambul un Centro coordinador conjunto, encargado de realizar el registro y las inspecciones de los buques participantes.
Los cinco objetivos sistémicos previstos por el Memorando Rusia-ONU para prolongar el Pacto más allá del 17 de julio no se han cumplido: la reconexión del banco agrícola Rosselkhozbank al sistema SWIFT; reanudación de los suministros de maquinaria agrícola, repuestos y mantenimiento; levantamiento de la prohibición de acceso a los puertos; la reactivación del conducto de amoníaco Toliatti-Odesa; y el desbloqueo de los activos y cuentas extranjeras de las empresas rusas relacionadas con la producción y transporte de alimentos y fertilizantes.
En el año transcurrido (el convenio concluyó el pasado 17 de julio y Rusia decidió no extenderlo) salieron de Ucrania por esa vía marítima, 32.8 millones de toneladas, más del 70 % de las cuales (26.3 millones de toneladas) se enviaron a países con nivel de ingresos alto y medio alto, incluidas naciones de la Unión Europea, mientras a Estados más pobres, como Etiopía, Yemen, Afganistán, Sudán y Somalia obtuvieron solo el 3 %, unas 922 092 toneladas.
Esto ocurrió a la par que Occidente obstaculizó con numerosas medidas coercitivas, el envío de la producción agrícola rusa hacia las naciones más necesitadas. Recientemente, y sin ambages el ministro de Defensa de Italia, Guido Crosetto, reconoció y admitió que el 95 % del grano ucraniano no se suministraba a África y otras naciones pobres.
Esa declaración contradice las afirmaciones del presidente Volodimir Zelenski cuando dijo que “las casi 33 millones de toneladas de productos agrícolas ucranianos fueron exportados a 45 países y el 60 % fue a naciones de África y Asia”.
Una declaración reciente del Ministerio de Exteriores ruso, mediante la cual se explica la decisión de no prorrogar por el momento el Pacto Alimentario, señala que “durante el año que se puso en práctica la Iniciativa del Mar Negro, el régimen de Kiev no desdeñó la posibilidad de lanzar, bajo la cobertura del corredor marítimo humanitario y la navegación, provocaciones y ataques a las instalaciones rusas civiles y militares.
“De hecho, añadió, los puertos que se encuentran bajo el control de Kiev y el corredor seguro creado por Rusia para la salida de los cereales ucranianos fueron usados para lanzar ataques terroristas, contra el espíritu y la letra de la Iniciativa del Mar Negro”.
Ucrania, según expertos militares rusos, ha atacado barcos en esa vía, usó naves civiles para transportar armas de un lado a otro y el 17 de julio pasado lanzó un dron de superficie marina no tripulado que estalló contra el puente de Crimea, provocando la muerte de dos personas y heridas a una adolescente. El Comité Nacional Antiterrorista de Rusia lo catalogó de ataque terrorista.
Por esa acción, Moscú anunció que a partir del 20 de julio, los buques que naveguen por el mar Negro (región que Kiev usa con fines militares) cuyo destino sean puertos ucranianos se considerarán potenciales portadores de carga militar.
Hasta ahora, los más beneficiados con el Pacto Alimentario han sido Ucrania, las naciones desarrolladas de Europa que han recibido mayoritariamente los granos así como los grandes consorcios alimenticios internacionales.
Estos datos avalan las afirmaciones: más de 17 millones de hectáreas de territorio ucraniano, les pertenecen a las corporaciones occidentales Cargill, DuPont y Monsanto. Las tres compañías compraron tierras ucranianas, después que Kiev levantó, por exigencia del FMI, la moratoria de su venta de 20 años de duración y por ende son las principales beneficiarias de las exportaciones de cereales ucranianos.
De esa forma, los países occidentales sacan un doble beneficio, con la compra y con el procesamiento de los cereales. Además, Estados Unidos y la Unión Europea, especulan con los precios, provocan escasez artificial de productos y desplazan los granos rusos de los mercados mundiales al aplicar a Moscú sanciones unilaterales ilegales.
Como afirma el viejo refrán: antes se coge a un mentiroso que a un cojo. Como ha quedado comprobado, la mayoría de los cereales ucranianos llegaron a las naciones ricas en detrimento de los países pobres.
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.
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