El ex presidente de Estados Unidos (EE UU) William Clinton, expresó: “Vas al Capitolio –refiriéndose al Congreso (Poder Legislativo) de su país—, que está dominado por los republicanos y es favorable al libre mercado, y propones reducir los impuestos. Te dicen que muy bien. Les pides, en compensación, que las empresas pongan dinero para invertir en mejorar el medio ambiente, y te dicen que eso es una conspiración comunista” [1].
La meditación sobre lo expresado por Clinton permite acotar que en la coyuntura que vive el mundo de hoy (reino de la Unipolaridad pro Capitalista) todo anda de maravillas mientras que no atente contra la sacrosanta libertad burguesa (que el mercado se desarrolle siempre en interés de más plusvalía), aunque la acción desprecie hasta a un mínimo de preocupación por la casa común de la humanidad que es el planeta Tierra.
GLOBALIZACIÓN CONTRA MEDIO AMBIENTE
En el acto de inauguración de la IX Cumbre Iberoamericana efectuado en la capital cubana en noviembre de 1999, refiriéndose a la primera cita de ese tipo celebrada en Guadalajara, Fidel Castro expresó: “Han pasado solo ocho años. Entonces la palabra globalización no la mencionaba nadie, ni siquiera las revistas especializadas en materia de economía y política…” [2]. A lo sumo, era ya frecuente que se debatiera en torno a los Problemas Globales [3].
Sin embargo, en los últimos 15 años cada vez más se ha venido utilizando la categoría de marras con variadas percepciones. Por ello –y para ganar en comunicación—, una definición operacional conlleva a asumir la Globalización como un prolongado y complicado proceso de internacionalización de los diversos fenómenos que tienen lugar en el planeta Tierra (económicos, políticos, sociales…), en la dialéctica de lo objetivo y lo subjetivo, de acuerdo con los adelantos de la ciencia y la técnica, cuya expresión está condicionada por el momento histórico-concreto en que se manifiesta. Es –-según la Enciclopedia Encarta— un “concepto que pretende describir la realidad inmediata como una sociedad planetaria, más allá de fronteras” [4]. Así, no es desatinado asumirlo como sinónimo de lo universal [5].
En una retrospectiva, se aprecia la relativa internacionalización que tuvo lugar tras la descomposición de la Comunidad Primitiva y la emergencia del Esclavismo, si bien ello decayó con el advenimiento del Feudalismo. Tanto es así, que Engels señaló: “Si Ricardo Corazón de León –se refiere al rey de Inglaterra de 1189 a 1199— y Felipe Augusto —rey de Francia de 1180 a 1223—, en vez de liarse con las Cruzadas, hubieran implantado el libre cambio, nos hubiesen ahorrado quinientos años de miseria e ignorancia” [6].
No obstante, la Globalización devino tal después del encuentro de Europa con América en 1492, haciéndose acompañar no solamente por la exclusión de los intereses de las mayorías de las personas en el mundo, sino también por la agresión a las Identidades de los pueblos —sobre todo las de quienes llegaron a conformar la denominada periferia—, al margen de sus potenciales posibilidades para el desarrollo humano. En este sentido, vale no pasar por alto la siguiente advertencia de Marx y Engels:
“Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía ha dado un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente...” [7].
La idea anterior cobró cada vez más terrenalidad y fue lo imperante hasta 1917, con el triunfo de la Revolución de Octubre, pues a partir de esa fecha se inició un proceso que, al tiempo que le hacía contrapartida al predominio del Capitalismo en las Relaciones Internacionales, comenzaba a situar a la Globalización en una expresión no antagónica con los intereses de las masas populares. Así aconteció hasta el 1990, aproximadamente.
Para una mejor comprensión de hasta qué punto fue esto último —incluyendo lo recibido por Cuba a través del intercambio en el desaparecido Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) del entonces Campo Socialista—, téngase en cuenta que, para contrarrestar tal efecto, Estados Unidos se dio a la tarea de aplicar, y otros países capitalistas de llevar a la práctica, las ideas Keynesianas, simultáneamente con el establecimiento del “estado de bienestar social” (facilidades en término de educación, salud, y otras ventajas sociales). A ello se le sumó posteriormente la aceptación del proyectado Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) que hacia mediados de la década del setenta del siglo XX fue aprobado en la Organización de Naciones Unidas (ONU).
En correspondencia —sin despreciar que con la nueva oleada se han creado mejores condiciones para que la corrupción sea una cotidianidad en casi todos los países capitalistas, de acuerdo con la cantidad de estadistas que están siendo enjuiciados y han ido a la cárcel por ese delito—, las relaciones internacionales fueron acuñadas con el término de Globalización Neoliberal, entre cuyas principales características no solo se encuentra el conjunto de desgracias que acompañan a la Unipolaridad (predominio del Capitalismo liderado por los yanquis), sino también el incremento del desamparo para las naciones subdesarrolladas y la presencia del intento de implantar una Homogeneidad Hegemonizada sobre la base del poder mediático [8].
Empero, una mirada al acontecer del mundo de hoy conduce a certificar que la Globalización Neoliberal ha caído en crisis, a juzgar por datos que ofrecen diversas fuentes del sistema de la ONU: En la actualidad el 78 % de los habitantes del planeta Tierra vive en los barrios más pobres; el 86 % de las riquezas se concentran en el 20 % de la población mundial (más de 6 mil millones) [9].
A ello se le suma que la falta de alimentos, de atención médica y de medicamentos provoca cada año la muerte de tantos infantes, adolescentes, jóvenes y adultos salvables como los que perecieron en cualquiera de las dos Guerras Mundiales.
El escenario generado por la Globalización Neoliberal se aprecia asimismo en la insostenibilidad de la agudizada polarización y la degradación de las condiciones de vida de las inmensas mayorías de las masas populares, incluidas las medioambientales. De aquí se deriva la paulatina respuesta de repudio a los males que atentan contra las personas y sus premisas de existencias.
Llegado a este punto, se precisa que se entiende por Medio Ambiente al sistema natural que cohabita e interactúa con la sociedad universal entre cuyos principales elementos se encuentran el suelo y subsuelo, la atmósfera, los ríos y mares, los recursos energéticos, las materias primas para la producción y los servicios, las plantas, los animales y las propias personas. Es —según la Enciclopedia Encarta— “el conjunto de elementos abióticos (energía solar, suelo, agua y aire) y bióticos (organismos vivos) que integran la delgada capa de la Tierra llamada biosfera, sustento y hogar de los seres vivos” [10]. Se trata, pues, de todo aquello que existe vinculado a la naturaleza, básicamente [11].
La aceptación de la anterior definición operacionalmente conlleva a apreciar una contradicción antagónica entre la Globalización Neoliberal y el Medio Ambiente, si se parte del presupuesto de que la primera contribuye a la desarticulación del segundo. Y esto demanda la más resulta atención, so pena de que desaparezca la humanidad ante el deterioro medioambiental frente a la invasión provocada a la naturaleza por obra y gracias al Capitalismo, en lo fundamental.
Ciertamente, está teniendo lugar un ascenso en el movimiento de desobediencia al auge neoliberal, lo cual encuentra expresión en las múltiples manifestaciones de diferentes sectores que de una u otra forma se opone al dictado del capital. De ello, constituyen ejemplos los combates populares protagonizados en los principales escenarios donde se han reunidos los representantes del imperialismo —sobre todo cuando ha sesionado el Grupo de los Siete (G-7) o las Conferencias de la Organización Mundial del Comercio (OMC)—, al margen de cuánto aún queda por hacer en los términos de organización y coordinación de las acciones, incluido el sentido de pertenencia a la causa que se defiende en y desde las respectivas patrias de los oprimidos.
Entretanto, cada vez más se multiplican las manifestaciones en pro del Medio Ambiente, sobre todo desde principios de la década del noventa del pasado siglo. En este sentido, Cuba ocupa un lugar significativo.
En junio de 1992, la brasileña ciudad de Río de Janeiro fue la anfitriona de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, ocasión en que por vez primera –en el marco del denominaban Nuevo Orden Internacional (NOI, asumido como el gran desorden mundial típico de la Unipolaridad)—, estadistas de la comunidad de países representados en la ONU se dieron cita para abordar tan significativo tema [12]. Para esta oportunidad, el Presidente de Cuba, Fidel Castro, envió un mensaje que, entre otras ideas, destaca:
“Evidentemente, si nos queremos plantear de verdad la eliminación de los principales problemas ambientales de alcance global en el mundo de hoy, son dos los primeros pasos que tendría que dar la humanidad: por una parte, lograr la sustitución de la cultura consumista y derrochadora del mundo industrializado y de los sectores de altos ingresos en los países subdesarrollados, por un modo de vida que, sin sacrificar en lo esencial sus actuales niveles materiales, tienda al uso más racional de los recursos y a la significativa reducción de la agresividad contra el medio presente hoy en casi todas partes como resultado de esa cultura; por otra parte, propiciar un cambio radical en las condiciones socioeconómicas del Tercer Mundo y, por consiguiente, en las condiciones de vida de las enormes masas depauperadas de su población, mediante la transformación del actual sistema de relaciones económicas internacionales y de las estructuras económicas y sociales que en la mayoría de los países subdesarrollados favorecen la existencia de esas numerosas capas de hambrientos, enfermos, desposeídos e ignorantes” [13].
El examen de estas ideas nos permite apreciar el porqué se puede sustentar que entre la Globalización Neoliberal y el Medio Ambiente existe una contradicción antagónica: si bien “la cultura consumista y derrochadora del mundo industrializado y de los sectores de altos ingresos en los países subdesarrollados” no es un situación causada por el NOI, no hay por que dudar que bajos las condiciones del actual modelo de capital impuesto en las Relaciones Internacionales se ha elevado a la enésima potencia “la agresividad contra el medio presente hoy en casi todas partes como resultado de esa cultura”, con toda la retahíla de nefastas consecuencias para el género humano.
Además, si en el examen se incluyen el hecho de que precisamente por obra y gracias al desorden que hoy día vive la inmensa mayoría de la humanidad andan a galope “numerosas capas de hambrientos, enfermos, desposeídos e ignorantes” —quienes objetivamente no están en condiciones de aquilatar qué significa velar por la salud del Medio Ambiente—, entonces resulta más comprensible la necesidad de cuidar el hábitat de las personas sobre la base de garantizar un escenario de convivencia con oportunidades materiales y espirituales para todos, sin exclusiones aberrantes.
Abundando acerca de este tópico, un lustro después del citado Mensaje, plantea el compañero Fidel:
“Un cambio total de rumbo, aunque pocos estadistas lo comprendan todavía, es lo más ético, democrático y revolucionario que debiera ocurrir en el mundo de hoy.
"...No hay que esperar a que las monedas pierdan su valor y las bolsas se desplomen” [14].
Cuando el Presidente Fidel Castro pronunció las palabras anteriores, el mundo estaba viviendo los efectos de lo que se denominó la Crisis del Sudeste Asiático (1997), aspecto que en medida nada despreciable debían tener en cuenta los líderes del Tercer Mundo —entiéndase, los de la periferia— para tratar de evitar la agudización de la ya de por sí catastrófica situación de los pueblos de las naciones subdesarrolladas, incluidas las del Sur del Río Bravo. Pero los oídos no estaban en capacidad de recepcionar tal llamado del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana.
Una vez más, la práctica se encargó de demostrar la esencia de la percepción fidelista en este tema, tanto más si se tiene presente que ya era realidad palpable un “círculo vicioso entre subdesarrollo y deterioro ambiental”, tesis sobre la cual previamente había acotado el propio Fidel Castro:
“Como ha quedado muchas veces demostrado, las características del fenómeno universal de deterioro del medio tiene en los países del Tercer Mundo, por su condición de subdesarrollados, rasgos y orígenes propios e, incluso, resultados más graves. En esos países, la búsqueda de un desarrollo sostenible —refiriéndose a la necesidad de equilibrar el progreso de toda la sociedad universal con la mejor utilización de los recursos medioambientales— es, ante todo, la búsqueda del desarrollo mismo, entendiendo por desarrollo no solo crecimiento, sino transformación de las estructuras económicas y sociales en función de elevar la calidad de vida de la población y lograr la progresiva formación de nuevos valores éticos” [15].
Y la emergencia del siglo XXI vino a confirmar cómo los males estaban lejos de enrumbarse hacia una solución eficaz, como Cuba venía alertando.
A tono con el Informe del Secretario General de la ONU titulado “Nosotros los pueblos: la función de las Naciones Unidas en el siglo XXI” [16], en septiembre de 2003 en La Habana se efectuó el segmento de alto nivel del VI Período de Sesiones de la Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, en cuya inauguración comenzó precisando Fidel Castro:
“Hace apenas 30 años la humanidad no tenía la menor conciencia de la gran tragedia. Entonces se creía que el único peligro de extinción estaba en la cifra colosal de armas nucleares listas para ser disparadas en cuestión de minutos. Sin que amenazas de esa índole hayan cesado en absoluto, un peligro adicional, aterrador y dantesco, la acecha. No vacilo en utilizar esta frase fuerte, al parecer dramática. El verdadero drama está en la ignorancia sobre tales riesgos en que hemos vividos durante tanto tiempo” [17] .
En consecuencia con la posición que invariablemente ha sostenido Cuba sobre el tema que se estudia, al año siguiente se aprovecha otro foro de la ONU para continuar concientizando acerca de los peligros que crecientemente amenazan a la humanidad. Por ello, se ilustró:
“Si hace 25 años quinientos millones de personas pasaban hambre, ahora la padecen más de 800 millones.
“En los países pobres 150 millones de niños tienen bajo peso al nacer, lo que aumenta el riesgo de muerte y el subdesarrollo mental y físico.
“Hay 325 millones de niños que no asisten a la escuela.
“La mortalidad infantil en menores de un año, de los países pobres, es 12 veces superior a la de los países ricos.
“33 mil niños mueren cada día en el Tercer Mundo por enfermedades curables.
“Dos millones de niñas son forzadas a ejercer la prostitución.
“El 85 por ciento de la población mundial constituida por países pobres consume sólo el 30 por ciento de la energía, el 25 por ciento de los metales y el 15 por ciento de la madera.
“Son miles de millones los analfabetos totales o funcionales que habitan el planeta” [18].
Como si fueran pocos los datos anteriormente citados, autoridades del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU reconocen que a “consecuencia de la guerra, las catastróficas condiciones meteorológicas y el desenfreno de enfermedades (se mantienen) más de 800 millones de personas al barde de la inanición, de ellos más de 300 millones son niños que no van a la escuela o que no reciben una comida durante el día escolar” [19].
En este contexto, se convierte en incuestionable el hecho de que, si bien en las naciones del Norte se incrementa la cultura sobre la necesidad de proteger al Medio Ambiente —aspecto que, paradójicamente, no niega el consumismo y despilfarro a que están sometidas—, en las del Sur anda a grandes zancadas la ignorancia y/o prácticas que atentan contra el ecosistema, pues –en todo rigor— la preocupación mayor e inmediata es buscar qué pudiera garantizar el pan de cada día, cuando no sea cómo garantizar la propia vida.
He aquí otra expresión concreta del porqué se asiste al citado círculo vicioso, tanto más si se tiene presente que los países desarrollados, precisamente a la luz del Neoliberalismo, disminuyen la ya escasa ayuda al desarrollo y, en cambio, incrementan el saqueo y la apropiación de los recursos del Tercer Mundo.
En este orden de ideas –por ejemplo—, conviene seguir el juicio de Osvaldo Martínez, presidente del Comité Organizador del Encuentro Hemisférico de Lucha Contra el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y Director del Centro de Investigación de la Economía (CIEM) radicado en La Habana, quien ha advertido acerca de la apetencia del Imperialismo yanqui respecto a la región de América Latina y el Caribe, toda vez que en ella hay petróleo (de aquí procede el 37 % de las importaciones petroleras de EEUU), hay agua (aquí se encuentra la tercera parte del potencial de agua utilizable), y hay biodiversidad (aquí está el 40 % de las especies animales y vegetales existentes) [20]; amén de constituir una zona insertada en la mirilla geoestratégica imperial (aquí se localizan varias bases militares, además del Plan Colombia y del Plan Puebla-Panamá), sobre lo que abunda la académica Ana Esther Cedeño [21].
ALBA: ARMONÍA ENTRE GLOBALIZACIÓN Y MEDIO AMBIENTE
En correspondencia, la insostenibilidad de la Globalización Neoliberal encarada desde la dinámica Latinoamericana ha provocado que cada vez más los pueblos incrementen la oposición en términos cuantitativos y cualitativos (ahí están los triunfos de Chávez en Venezuela; Lula en Brasil; Kirchner en Argentina; Tabaré en Uruguay; Evo Morales en Bolivia…) y, sobre todo, con la negativa a aceptar tranquilamente el ALCA y, simultáneamente, con la aceptación en aumento del la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA).
Desde el punto de vista regional, la ALBA constituye una expresión incuestionablemente viable de cómo pueden llegar a armonizar la Globalización y el Medio Ambiente, si se privilegia desde las acciones de los Gobiernos –como reflejo de las necesidades populares— el culto a la dignidad, la equidad y la felicidad de todas las personas, sin excepción, cual manera de evidenciar un trabajo concreto en pro de los derechos humanos.
Si no, obsérvese lo que sigue: Al cumplirse el décimo aniversario del primer encuentro del Presidente Hugo Chávez Frías con el pueblo cubano, se firmaron dos históricos documentos cuya trascendencia se explica por sí sola: uno, la “Declaración Conjunta” de los Presidentes de ambos países, contentiva de una rigurosa argumentación de las calamidades que a Nuestra América le depararía la concreción del ALCA al estilo yanqui, al tiempo que logra explicitar los doce principios a través de los cuales se debe guiar la ALBA –se trata de cómo lograr un desarrollo sustentable—; y el segundo, el “Acuerdo entre el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela y el Presidente del Consejo de Estado de Cuba, para la aplicación de la Alternativa Bolivariana para las Américas” –aborda las acciones concretas de cada parte, cual manera de materializar la más auténtica fraternidad, a tenor con las posibilidades objetivas y subjetivas de cada nación—, en el cual se consideró pertinente ampliar y modificar el “Convenio Integral de Cooperación entre Cuba y Venezuela”, suscrito el 30 de octubre de 2000, realizando así el sentir de Bolívar y Martí [22].
A propósito, no se debe pasar por alto que al calor de los acuerdos en torno a la ALBA entre Cuba y Venezuela se concibió la denominada “Operación Milagros”, un proyecto humanitario que prevé operar de las vista en la Patria de José Martí –y más allá aún— a cientos de miles de habitantes pobres de Nuestra América, con el respaldo de facilidades provenientes de la Patria de Simón Bolívar, quienes estarán apto, incluso, para velar por el entorno natural. Y los resultados de ello evidencian la valía de dicha Operación.
No obstante, subyace una amenaza a la posibilidad de la mencionada armonía, de acuerdo con una oportuna alerta del Presidente Fidel Castro:
“Un problema terrible que estamos padeciendo es el de la agresión a nuestras identidades nacionales, la agresión despiadada a nuestras culturas, como jamás ha ocurrido en la historia, la tendencia a una monocultura universal. ¿Se puede concebir un mundo semejante? No se trata de un mundo que combine la riqueza y la cultura de muchos países, sino de un orden mundial que, por definición, destruye la cultura, una globalización –se refiere a la neoliberal— que destruye inexorablemente la cultura” [23].
Tal alerta del máximo líder de la Revolución Cubana es tanto más significativa por cuanto, si se medita lo suficiente sobre el poder mediático que acompaña al imperialismo internacional [24], hay que aceptar que se multiplican las posibilidades de embrutecer a las masas populares a partir del incremento de la yanquimanía (culto a ciega a todo lo que sea o esté vinculado con los EEUU) , mucho más si se tiene en cuenta que son de empresas norteamericanas el 50 % de las películas que se elaboran y se exhiben en el mundo; el mismo por ciento de los satélites que llegan al mundo entero; el 60 % de las redes mundiales; el 70 % de los videos; similar por ciento en Internet; y cerca del 80 % de los seriales televisivos [25].
Por lo tanto, la solución de la contradicción entre la Globalización Neoliberal y el Medio Ambiente constituye una necesidad que encara la humanidad toda, sea desde el Norte o desde el Sur; sea desde los pudiente o desde los desposeídos. Mas, lo que sí no da margen a la duda es que dicha solución atraviesa la línea de fractura de cualquier sistema que se sustente en los dictados del capital y, por ende, resulta indispensable volver a Marx, al gran líder de la Revolución Mundial que nos legó la sabia de luchar por la positiva transformación de la sociedad.
Vale recordar que —ni más ni menos—, “un inglés muy sensato, cuya carrera le ha llevado (...) hasta un gran banco inversionista de Wall Street”, llegó a afirmar:
“Mientras más tiempo paso en Wall Street más me convenzo de que Marx tenía razón”, para acto seguido sentenciar:
“Hay un Premio Novel esperando por el economista que resucite a Marx y componga todo un modelo coherente. Estoy absolutamente convencido de que el enfoque de Marx es la mejor forma de analizar el capitalismo” [26].
Sobran argumentos para sostener, pues, que con la teoría de los clásicos del Marxismo-Leninismo —sin despreciar ninguna idea que apueste al bien de la humanidad— y contando con el pensamiento creador de Fidel Castro, mucho se puede contribuir desde Cuba a Globalizar la Fraternidad en sustitución de la Globalización Neoliberal, cual modo de alimentar la casa común del género humano, el planeta Tierra.
Noel Manzanares Blanco
31/05/2007
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[1] William Clinton. Intervención en el Seminario sobre democracia y economía global que se efectuó en la Universidad de Nueva Cork, el 21 de septiembre de 1998. En: Omar González. Paradoja de la globalización: aún estamos vivos. Revista Cuba Socialista. La Habana. 3ra época, número 12 – 1999, p. 29.
[2] Fidel Castro. Discurso en la inauguración de la IX Cumbre Iberoamericana. Periódico Granma, La Habana. 17 de noviembre de 1999, p. 9.
[3] Para un acercamiento a este asunto, ver: Colectivo de Autores. Problemas Globales de nuestro tiempo. Editorial Progreso. Moscú. 1984.
[4] Biblioteca de Consulta Microsoft Encarta, 2006. Globalización.
[5] En lo que respecta a la Globalización, se retoma la percepción del autor en: Noel Manzanares. Globalización e Identidad. La región Latinoamericana. Editorial Ácana. Camagüey, 2004.
[6] Federico Engels. Carta a Mehring, 14 de julio de 1893. En C. Marx y F. Engels. Obras Escogidas en tres tomos. Editorial Progreso, Moscú, 1973. Tomo III, p. 524.
[7] Carlos Marx y Federico Engels. Manifiesto del Partido Comunista. En C. Marx y F. Engels. Obras Escogidas en tres tomos. Editorial Progreso, Moscú, 1973. Tomo 1, p. 114.
[8] Ignacio Ramonet. Propaganda Silenciosa. Las masas manipuladas. Instituto Cubano del Libro, La Habana, 2001.
[9] Naciones Unidas. Asamblea General. Informe del Secretario General. 27 de marzo de 2000, pp. 9-11.
[10] Biblioteca de Consulta Microsoft Encarta, 2006. Medio Ambiente.
[11] Una percepción sobre este tema en general se halla en la documentación que al respecto ha emitido la Organización de las Naciones Unidas (ONU), particularmente en: Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano. Estocolmo, 5 al 16 de junio de 1972. Ver: Temas: Medio Ambiente www.unep.net —portal de Internet creado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
[12] Las principales ideas asumidas en esta oportunidad se encuentran en: ONU. Cumbre Mundial sobre Medio Ambiente. Río de Janeiro. Septiembre. 1992. Principios Sustantivos de la Declaración de Río. Ver: Temas: Medio Ambiente Portal de Internet citado.
[13] Fidel Castro. Mensaje de Fidel. Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Periódico Granma, La Habana..14 de junio de 1992, p. 3.
[14] Fidel Castro Discurso en la VII Cumbre Iberoamericana celebrada en Isla de Margarita, Venezuela. Periódico Trabajadores, La Habana, 10 de noviembre de 1997, p. 8.
[15] Fidel Castro. Mensaje de Fidel. Ob. Cit., p. 3.
[16] Ver: Naciones Unidas. Asamblea General. Informe del Secretario General. Ob. Cit. Allí se abordan las calamidades que vive el mundo —incluidas las ecológicas—, y las posibles vías de solución.
[17] Fidel Castro. Discurso en la inauguración del segmento de alto nivel del VI Período de Sesiones de la Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. Periódico Granma, La Habana, 2 de septiembre de 2003, p. 5.
[18] Fidel Castro. Mensaje a la XI Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo. Periódico Trabajadores, La Habana, p. 8.
[19] Rosa Inés Antolín, Representente del PMA en Cuba. Intervención en el VII Encuentro de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo. ANEC, La Habana. Febrero de 2005, p. 1. Información actualizada acerca de las Naciones Unidas y el Medio Ambiente se encuentra en: Temas: Medio Ambiente Portal de Internet citado.
[20] Osvaldo Martínez. Intervención en el II Encuentro Hemisférico de Lucha Contra el ALCA. Periódico Granma, La Habana.26 de noviembre del 2002, p. 4.
[21] Ana Esther Ceceña. Información ofrecida a María Menéndez. Periódico Juventud Rebelde, La Habana. 29 de septiembre del 2002, p. 6.
[22] Fidel Castro y Hugo Chávez. Declaración Conjunta y Acuerdo... Periódico Granma, La Habana. 17 de diciembre de 2004, pp. 2 y 3. Se puede profundizar en Declaración Final de la Primera Reunión Cuba-Venezuela para la aplicación del ALBA. Periódico Granma, La Habana. 30 de abril de 2005, p. 3.
[23] Fidel Castro. Conferencia Magistral en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el 24 de agosto de 1998. Periódico Granma (Suplemento), La Habana, 28 de agosto de 1998, p. 11.
[24] Repasar a: Ignacio Ramonet. Propaganda Silenciosa. Las masas manipuladas Instituto Cubano del Libro, La Habana, 2001.
[25] Fidel Castro. Conferencia Magistral. Ob. Cit.
[26] John Cassidy. El regreso de Marx. The New York Yorker, 20-27 de octubre de 1997. En: Efectivamente Marx está regresando. Editora Política, La Habana, p. 1.
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