sábado, julio 28, 2007

Discurso de Raúl Castro en el acto central del 54 aniversario del Moncada - 26 de julio de 2007.


Amigos que nos acompañan;
Camagüeyanas y camagüeyanos, buenos días;
Compatriotas:

Hace exactamente un año, cuando escuchábamos los discursos pronunciados por el Comandante en Jefe en Bayamo y Holguín, no podíamos siquiera sospechar el duro golpe que nos esperaba.
El próximo 31 de julio se cumplirá el primer aniversario de la Proclama de Fidel, quien para alegría de nuestro pueblo ya despliega una actividad cada vez más intensa y sumamente valiosa, como lo demuestran sus reflexiones publicadas por la prensa, aunque ni en los momentos más graves de su enfermedad dejó de aportar su sabiduría y experiencia ante cada problema y decisión cardinal.

NO CONOCEN BIEN A NUESTRO PUEBLO QUIENES SE ASOMBRAN ANTE SU CAPACIDAD DE CRECERSE HASTA LA ALTURA QUE DEMANDA CADA RETO

Han sido en realidad meses muy difíciles, aunque con un efecto diametralmente distinto al que esperaban nuestros enemigos, que soñaban con que se entronizaría el caos y el socialismo cubano terminaría por desplomarse. Incluso importantes funcionarios norteamericanos declararon el propósito de aprovechar dicho escenario para destruir la Revolución.
No conocen bien a nuestro pueblo quienes se asombran ante su capacidad de crecerse hasta la altura que demanda cada reto, por grande que sea, pues esta es realmente la única actitud consecuente con nuestra historia.
Es bien conocida la lucha librada por cubanos de muchas generaciones, desde La Demajagua, el Moncada y hasta el presente, siempre frente a grandes obstáculos y poderosos enemigos. ¡Cuánto sacrificio y dificultades! ¡Cuántas veces hubo que reiniciar la lucha después de cada revés!
Solamente en los años transcurridos desde el 26 de julio de 1953, vino la prisión, el exilio, el Granma, la lucha en la sierra y el llano, hasta que cinco años, cinco meses y cinco días después del asalto al Moncada, llegó el primero de enero de 1959.
En aquel entonces, al igual que va ocurriendo en el presente, incluso dentro de los propios Estados Unidos, la mentira fue incapaz de ocultar la realidad, pese a que nuestro pueblo tenía mucha menos cultura y conciencia política que ahora.
La inmensa mayoría de los cubanos se sumó a la causa encabezada por un líder que enarbolaba la verdad como principal arma frente a los enemigos de su pueblo, que en vez de hacer promesas demagógicas advertía, desde el primer discurso en La Habana, que quizás en lo adelante todo sería más difícil.
La conclusión de los jerarcas del gobierno norteamericano de entonces fue también consecuente con su historia: había que derrotar o de no lograrlo hacer sufrir hasta lo indecible a ese pueblo que osaba aspirar a justicia, dignidad y soberanía. El ejemplo que Cuba representa resultaba demasiado peligroso en un continente pobre, sometido y explotado.
Pero no lograron ponernos de rodillas. Nuestra respuesta fue transformarnos masivamente en combatientes; soportar con estoicismo escasez y dificultades; derramar nuestro sudor en campos, fábricas y trincheras; librar incontables batallas victoriosas y establecer hitos en la ayuda internacionalista.
Ante los restos de cada una de las 3 478 víctimas mortales de actos terroristas organizados directamente, apoyados o permitidos por las autoridades de los Estados Unidos; ante los caídos en defensa de la Patria o en el cumplimiento del deber internacionalista, nuestro pueblo ratificó el compromiso con sus héroes y mártires, con su herencia mambisa y el ejemplo de Martí, Céspedes, Maceo, Gómez y Agramonte, que continuaron hombres como Mella, Martínez Villena y Guiteras, símbolos del pensamiento y la acción de infinidad de patriotas anónimos.
Ese ha sido, en esencia, el último medio siglo de nuestra historia. No ha existido un minuto de tregua frente a la política del Gobierno de los Estados Unidos dirigida a destruir la Revolución.

LA PROEZA ES COTIDIANA EN CADA RINCÓN DE ESTA TIERRA

En esa forja de esfuerzo y sacrificio ha crecido la moral y la conciencia de este pueblo; le han nacido hijos de la talla de Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Ramón Labañino, Fernando González y René González, capaces de asumir con serenidad, valor y dignidad los rigores de una prisión injusta, dispersados en diferentes cárceles de los Estados Unidos.
Ellos son ejemplo pero no excepciones, suman millones los cubanos y cubanas a los que no amedrentan peligros ni dificultades.
La proeza es cotidiana en cada rincón de esta tierra, como están demostrando nuestros bravos deportistas en los Juegos Panamericanos.
Así ha sido durante los más de 16 años de Período Especial, de esfuerzo sostenido de todo el país para vencer las dificultades y seguir adelante –y así tendrá que ser, pues no hemos salido todavía del Período Especial.
Por eso resulta doblemente meritorio que una provincia alcance la condición de Destacada, que como es conocido se otorga tras evaluar los resultados obtenidos en las principales esferas.
Lo lograron en esta ocasión Ciudad de La Habana, Granma, Villa Clara y Camagüey, a las que felicitamos en nombre del Comandante en Jefe, del Partido y de todo nuestro pueblo, por este importante triunfo. También a Cienfuegos, Matanzas y Sancti Spíritus por el reconocimiento recibido, y a Las Tunas por constatarse en la provincia avances alentadores.
Para determinar cuál de ellas sería la sede de este acto central, el Buró Político valoró muy especialmente el esfuerzo cotidiano, callado y heroico frente a las dificultades. Así lo ha hecho el pueblo de "El Camagüey", como decían los mambises, para obtener estos resultados.
Los avances son fruto del esfuerzo de cientos de miles de compañeros; de los obreros, campesinos y el resto de los trabajadores; del aporte imprescindible de los intelectuales, artistas y trabajadores de la cultura; de las heroicas amas de casa y jubilados; de los estudiantes de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media y la Federación de Estudiantes Universitarios; de nuestros pioneros; de la Federación de Mujeres Cubanas, los Comités de Defensa de la Revolución, la Asociación de Combatientes y los núcleos del Partido zonales, que tan insustituible aporte hacen a la sociedad.
Sin ellos, sin el trabajo, el estudio y el sacrificio cotidianos de tantos hombres, mujeres y niños, el clarín de la caballería agramontina no resonaría hoy nuevamente en estas grandes llanuras.
Ahora bien, no debe ocurrir como en el béisbol, donde las victorias son solo de los peloteros y las derrotas del director del equipo. No sería justo dejar de reconocer públicamente el importante papel que han desempeñado en este éxito los dirigentes del Partido, el Gobierno, la UJC y las organizaciones de masas y sociales a todos los niveles, al igual que numerosos cuadros administrativos.
En particular resaltar el buen trabajo del compañero Salvador Valdés Mesa, actual secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba, quien durante una larga etapa y hasta hace 13 meses, fue el primer secretario del Comité Provincial del Partido, y el excelente relevo realizado hasta el presente por el compañero Julio César García Rodríguez .

SUMAR A TODOS A LA BATALLA COTIDIANA CONTRA LOS ERRORES PROPIOS QUE AGRAVAN LAS DIFICULTADES DERIVADAS DE CAUSAS EXTERNAS, EN ESPECIAL EL BLOQUEO

Es justo y necesario reconocer lo logrado en los últimos años, en estas provincias y en todo el país, pero con clara conciencia de nuestros problemas, de las deficiencias, errores y actitudes burocráticas o indolentes, algunas de las cuales ganaron terreno en las circunstancias derivadas del Período Especial.
Señalar los importantes resultados alcanzados en estas provincias no significa desconocer que en todo el país se trabaja. En las provincias orientales, por ejemplo, ha sido necesario hacerlo en condiciones muy difíciles, con escasez de recursos como consecuencia de razones objetivas y también subjetivas.
Sin embargo, no siempre al esfuerzo lo acompañan iguales resultados. La efectividad depende en gran medida de la constancia y la organización, particularmente del control y la exigencia sistemáticos, y en particular de hasta dónde se haya logrado incorporar a las masas al combate por la eficiencia.
Es preciso sumar a todos a la batalla cotidiana contra los errores propios que agravan las dificultades objetivas derivadas de causas externas, en especial las provocadas por el bloqueo económico de los Estados Unidos, que constituye realmente una implacable guerra contra nuestro pueblo y la actual administración de ese país ha puesto particular encono en encontrar la más mínima vía de hacernos daño.
Son innumerables los ejemplos que pudieran señalarse. Me limitaré a mencionar los obstáculos a las transacciones comerciales y financieras del país en el exterior, dirigidas muchas veces a la compra de alimentos, medicinas y otras necesidades básicas de la población, y la negación de acceso a servicios bancarios mediante la coacción y la imposición extraterritorial de sus leyes.
Están también las trabas casi infranqueables, que llegan al ridículo, impuestas por ese gobierno a los viajes de sus ciudadanos a Cuba y también de los cubanos residentes allí para visitar a sus familiares; la negativa de visas no solo a nuestros funcionarios oficiales, sino a artistas, deportistas, científicos y en general a todo aquel no dispuesto a calumniar la Revolución.
A todo lo anterior se suman, como denunció recientemente nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores, los obstáculos al cumplimiento de lo establecido en los acuerdos migratorios respecto al número mínimo de visas a conceder anualmente.
Con esa política se estimula a quienes acuden a la emigración ilegal y son recibidos allí como héroes, muchas veces después de arriesgar la vida de niños, y pese a que tan irresponsable actitud pone en peligro no solo la seguridad de los cubanos, sino la de los propios norteamericanos, que su gobierno constantemente proclama proteger, pues quien se arriesga a traficar con seres humanos por dinero, es probable que no dude en hacerlo con drogas, armas o algo de similar índole.
Cuba, por su parte, continuará honrando, como ha hecho hasta hoy, sus compromisos con los acuerdos migratorios.
Los últimos doce meses han constituido un ejemplo notable de la madurez, firmeza de principios, unidad, confianza en Fidel, en el Partido y sobre todo en sí mismo de nuestro pueblo.
Pese al profundo dolor que nos embargaba, no se detuvo ninguna tarea. En el país hay orden y mucho trabajo; funcionan cotidianamente los órganos de dirección del Partido y el Gobierno en la búsqueda colectiva de la respuesta más efectiva posible a cada problema.
No hay asunto referido al desarrollo del país y las condiciones de vida del pueblo que no se haya abordado con responsabilidad y en cuya solución no se trabaje. No hay tarea de la Batalla de Ideas, la Revolución Energética y otras impulsadas por el Comandante en Jefe que esté paralizada. Como siempre ocurre en asuntos de tanta envergadura, han sido necesarios ajustes y prórrogas, y no descartamos haya que hacer otros en el futuro por imperativos materiales y amenazas que todos conocemos.

LA OPERACIÓN CAGUAIRÁN HA PERMITIDO INCREMENTAR SUSTANCIALMENTE LA CAPACIDAD DEFENSIVA DEL PAÍS

A la vez, desde entonces, con serenidad, disciplina y sin alardes, nuestro pueblo ha continuado preparándose para enfrentar cualquier aventura militar del enemigo.
Cientos de miles de milicianos y reservistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, junto a los oficiales, sargentos y soldados de las tropas permanentes, han llevado adelante la Operación Caguairán, que ha permitido incrementar sustancialmente la capacidad defensiva del país, al alcanzar niveles de preparación combativa superiores a los de cualquier otra etapa.
Es un esfuerzo grande en momentos en que los recursos no abundan, pero resulta sencillamente imprescindible. Se continuará haciendo, como hasta ahora, con la mayor racionalidad, tanto desde el punto de vista material como del empleo del tiempo de los ciudadanos.
¡Con la defensa no se juega!, orientó el Comandante en Jefe y reafirmó una vez más hace solo unos días. Para nosotros, como tantas veces he dicho, evitar la guerra equivale a ganarla, pero para ganarla evitándola hay que derramar mucho sudor e invertir no pocos recursos.
La contundente respuesta popular a la Proclama del Comandante en Jefe puso en crisis todos los planes del enemigo, pero este, lejos de valorar la realidad y rectificar sus errores, insiste tozudamente en seguir chocando con la misma piedra. Especulan acerca de una supuesta parálisis del país y hasta sobre una "transición" en marcha. Pero por mucho que cierren los ojos, la realidad se encarga de destruir esos sueños trasnochados.
Como ha informado la prensa, la Operación Caguairán continuará en los próximos largos meses. Permitirá preparar alrededor de un millón de compatriotas y tendrá como colofón el Ejercicio Estratégico Bastión 2008, que realizaremos a finales de ese año.
Para esa fecha, por tanto, estaremos mejor preparados para resistir y vencer en todos los frentes, incluida la defensa.

NUESTRO PUEBLO NUNCA CEDERÁ UN ÁPICE ANTE INTENTOS DE PRESIÓN O CHANTAJE DE PAÍS O GRUPO DE PAÍSES ALGUNO

También para esa fecha se habrán realizado las elecciones en los Estados Unidos y habrá concluido el mandato del actual presidente de ese país y su errática y peligrosa administración, caracterizada por un pensamiento tan retrógrado y fundamentalista, que no deja margen al análisis racional de asunto alguno.
La nueva administración que surja tendrá que decidir si mantiene la absurda, ilegal y fracasada política contra Cuba o acepta el ramo de olivo que extendimos en ocasión del 50 aniversario del desembarco del Granma. Es decir, cuando reafirmamos la disposición a discutir en pie de igualdad el prolongado diferendo con el gobierno de los Estados Unidos, convencidos de que los problemas de este mundo, cada vez más complejos y peligrosos, solo tienen solución por esa vía.
Si las nuevas autoridades norteamericanas dejan por fin a un lado la prepotencia y deciden conversar de modo civilizado, bienvenido sea. Si no es así, estamos dispuestos a continuar enfrentando su política de hostilidad, incluso durante otros 50 años, si fuera necesario.
Cincuenta años parecen mucho tiempo, pero pronto celebraremos los aniversarios 50 del triunfo de la Revolución y 55 del Moncada, y entre tantas tareas y retos esos años han transcurrido sin apenas darnos cuenta. Además, prácticamente el 70% de nuestra población nació después de establecido el bloqueo, por lo que estamos bien entrenados para continuar resistiéndolo y al final derrotarlo.
Algunos influenciados por la propaganda del enemigo o sencillamente confundidos, no perciben la existencia real del peligro ni el hecho innegable de que el bloqueo tiene incidencia directa tanto en las mayores decisiones económicas como en las necesidades más elementales de cada cubano.
Nos agobia de manera directa y cotidiana en la alimentación, el transporte, la vivienda y hasta por no contar con las materias primas y equipos necesarios para el trabajo.
Para eso, como decíamos, lo estableció el enemigo hace ya casi medio siglo, y hoy sigue soñando con imponernos su voluntad por la fuerza. El propio presidente Bush insiste en repetir que no permitirá la continuidad de la Revolución cubana. Sería interesante preguntarle cómo piensa impedirlo.
¡Qué poco han aprendido de la historia!
En su Manifiesto publicado el pasado 18 de junio, Fidel les dijo una vez más lo que es convicción de cada revolucionario de esta isla: "¡No tendrán jamás a Cuba!"
Nuestro pueblo nunca cederá un ápice ante intentos de presión o chantaje de país o grupo de países alguno, ni hará la más mínima concesión unilateral dirigida a enviarle señales de ningún tipo a nadie.

ESTAMOS EN EL DEBER DE IDENTIFICAR CON PRECISIÓN Y VALORAR CON PROFUNDIDAD CADA PROBLEMA EN EL RADIO DE ACCIÓN EN QUE ACTUAMOS

Respecto a nuestras tareas económicas y sociales, sabemos las tensiones a que están sometidos los cuadros, especialmente en la base, donde casi nunca da la cuenta entre las necesidades acumuladas y los recursos disponibles.
Somos conscientes igualmente de que en medio de las extremas dificultades objetivas que enfrentamos, el salario aún es claramente insuficiente para satisfacer todas las necesidades, por lo que prácticamente dejó de cumplir su papel de asegurar el principio socialista de que cada cual aporte según su capacidad y reciba según su trabajo. Ello favoreció manifestaciones de indisciplina social y tolerancia que una vez entronizadas resulta difícil erradicar, incluso cuando desaparecen las causas objetivas que las engendran.
Puedo afirmar responsablemente que el Partido y el Gobierno vienen estudiando con profundidad estos y otros complejos y difíciles problemas, que requieren de un enfoque integral y a la vez diferenciado en cada lugar concreto.
Todos, desde el dirigente hasta el trabajador de fila, estamos en el deber de identificar con precisión y valorar con profundidad cada problema en el radio de acción en que actuamos, para enfrentarlo con los métodos más convenientes.
Es algo muy distinto a la actitud de quienes usan las dificultades como escudo frente a la crítica por no actuar con la celeridad y efectividad necesarias, o por carecer de la sensibilidad y valentía política requeridas para explicar por qué algo no puede solucionarse de inmediato.
Solo me limito a llamar la atención sobre estos temas cruciales. No son asuntos que resuelva una simple crítica ni una exhortación, aunque se haga en un acto como este. Requieren ante todo trabajo organizado, control y exigencia un día tras otro; rigor, orden y disciplina sistemáticos desde la instancia nacional hasta cada uno de los miles de lugares donde se produce algo o se brinda un servicio.

ALERTO UNA VEZ MÁS QUE TODO NO PUEDE RESOLVERSE DE INMEDIATO

En esa dirección el país trabaja, como en otras igualmente importantes y estratégicas. Se hace con premura pero sin desesperos ni muchas declaraciones públicas para no crear falsas expectativas, pues con la sinceridad que siempre ha caracterizado a la Revolución, alerto una vez más que todo no puede resolverse de inmediato.
No exagero si digo que vivimos en medio de una situación económica internacional muy difícil, en que a las guerras, la inestabilidad política, el deterioro del medio ambiente y la subida de los precios del petróleo, al parecer como tendencia permanente, se ha sumado recientemente, como ha denunciado el compañero Fidel, la decisión, fundamentalmente de los Estados Unidos, de transformar en combustible el maíz, la soya y otros alimentos, disparando sus precios y los de productos que dependen directamente de ellos, como los cárnicos y la leche, que han crecido de forma exorbitante en los últimos meses.
Mencionaré solo algunos datos. El barril de petróleo ronda en estos días los 80 dólares, casi tres veces el precio que tenía hace solamente 4 años, cuando se cotizaba alrededor de los 28 dólares. Y esto influye prácticamente en todo, pues producir algo o prestar un servicio requiere determinada cantidad de combustible, ya sea directa o indirectamente.
Otro ejemplo, el precio de la leche en polvo era de unos 2 100 dólares la tonelada en el año 2004, lo que ya significaba un gran esfuerzo para garantizar dicho alimento, pues su importación requirió 105 millones de dólares. Comprar la necesaria para el actual 2007 exigió desembolsar 160 millones, ya que el precio se disparó hasta 2 450 dólares la tonelada. En estos cuatro años, casi 500 millones de dólares.
En estos momentos la tonelada supera los 5 200 dólares. Por tanto, de no continuar el incremento de la producción nacional, para asegurar el consumo del próximo 2008 habrá que destinar, solo a leche en polvo, 340 millones de dólares, más de tres veces lo gastado en el 2004, si no es que sigue subiendo.
En el caso del arroz molinado, se cotizaba a 390 dólares la tonelada en el 2006 y hoy se vende a 435. El pollo congelado llegamos a comprarlo hace unos años a 500 dólares la tonelada, planificamos sobre la base de que subiera hasta 800 y en realidad su precio actual es de 1 186 dólares.
Y así ocurre con prácticamente todos los renglones que el país importa para asegurar las necesidades, fundamentalmente de la población, que como se sabe los recibe a precios que se han mantenido prácticamente invariables pese a estas realidades.
Y estoy mencionando productos que me parece que se dan aquí, me parece además que sobra tierra, me parece además que con esta generosidad de las lluvias del año pasado y el actual, aproveché en llegar aquí por tierra, para ver que todo está verde y bonito, pero lo que más bonito estaba, lo que más resaltaba a mis ojos, era lo lindo que está el marabú a lo largo de toda la carretera.

NADIE, NI UN INDIVIDUO NI UN PAÍS, PUEDE DARSE EL LUJO DE GASTAR MÁS DE LO QUE TIENE

Por lo tanto, cualquier incremento de salarios o descenso de precios, para que sea real, solo puede provenir de una mayor y más eficiente producción o prestación de servicios que permita disponer de más ingresos.
Nadie, ni un individuo ni un país, puede darse el lujo de gastar más de lo que tiene. Parece algo elemental, pero no siempre pensamos y actuamos en consecuencia con esa realidad insoslayable.
Para tener más, hay que partir de producir más y con sentido de racionalidad y eficiencia, de forma que podamos reducir importaciones, en primer lugar de alimentos que se dan aquí, cuya producción nacional está aún lejos de satisfacer las necesidades.
Estamos ante el imperativo de hacer producir más la tierra, que está ahí, con tractores o con bueyes, como se hizo antes de existir el tractor; de generalizar con la mayor celeridad posible, aunque sin improvisaciones, cada experiencia de los productores destacados, tanto del sector estatal como campesino, y de estimular convenientemente la dura labor que realizan en medio del calor sofocante de nuestro clima.
Para lograr este objetivo habrá que introducir los cambios estructurales y de conceptos que resulten necesarios.
Ya se trabaja en esa dirección y comienzan a apreciarse algunos modestos resultados. Como exigió la Asamblea Nacional del Poder Popular, se puso orden en el pago a los campesinos; además hay mejoras discretas en la entrega de insumos para algunas producciones y hubo incrementos notables del precio de acopio en varios productos —o sea, el que paga el Estado a quien produce, no el de compra de la población que sigue sin cambios. Esta medida incluyó renglones importantes, tales como la carne y la leche.

PRODUCIR LA MAYOR CANTIDAD DE LECHE POSIBLE

Respecto a la producción y distribución de esta última, la leche, estamos conscientes de que son aún muy limitados los recursos materiales que se han podido asegurar a la ganadería. Sin embargo, la naturaleza durante los dos últimos años nos ha favorecido y todo indica que se alcanzarán los 384 millones de litros de leche planificados, aún muy lejos de los 900 millones que llegamos a producir cuando contábamos con todo el pienso y el resto de los insumos necesarios.
Además, está en marcha desde el mes de marzo un experimento en seis municipios: Mantua y San Cristóbal en Pinar del Río, Melena del Sur en La Habana, Calimete en Matanzas, Aguada de Pasajeros en Cienfuegos y Yaguajay en Sancti Spíritus, consistente en la distribución de 20 000 litros de leche diarios directamente del productor a 230 bodegas y al consumo social de esas localidades.
Así se eliminan procedimientos absurdos que hacían que este preciado alimento recorriera cientos de kilómetros antes de llegar a un consumidor que residía, en no pocas ocasiones, a unos cientos de metros de la finca ganadera, con las consiguientes pérdidas del producto y gastos de combustible.
Les cito un ejemplo, tal vez dos para poner uno de Camagüey. En Mantua, uno de los municipios más occidentales de Pinar del Río, se distribuyen actualmente de forma directa a la población, en las 40 bodegas del municipio, los 2 492 litros de leche que aseguran el consumo normado, con un ahorro mensual de 2 000 litros de combustible.
¿Qué ocurría hasta hace cuatros meses?
La pasteurizadora más cercana está en el municipio de Sandino, a 40 kilómetros del poblado cabecera de Mantua. Por consiguiente, para llevar la leche hasta esa planta un camión debía recorrer cada día, como mínimo, porque son diferentes distancias, unos 80 kilómetros en el viaje de ida y vuelta. Digo como mínimo porque otras zonas del municipio están aún más alejadas.
La leche que reciben de forma normada los niños y otros consumidores de Mantua, una vez pasteurizada en Sandino, regresaba poco después en un vehículo, que como es lógico tenía que retornar a su base cuando dejaba el producto. Total, 160 kilómetros, que en realidad, como expliqué, eran más.
No sé si en la actualidad continúa siendo así. Hace cierto tiempo, andando en un recorrido por el sureste de Camagüey, en un lugar conocido por Los Raúles —tocayos míos—, me puse a preguntar sencillamente. La leche que se producía en Los Raúles venía a Camagüey a pasteurizarse y después la destinada a los niños de Los Raúles volvía a dicho lugar para que la consumieran ¿será así todavía?
En una ocasión no hace mucho tiempo, menos de un año, pregunté si ese llamado cruceteo insensato y absurdo ya se había eliminado. Juro que me dijeron que sí, y ahora estamos descubriendo esto.
Pónganse a pensar en cosas como esas y veremos cuánto suman al final.
Se hacía, como vemos, ese corre corre de leche para arriba y para abajo, con el encomiable objetivo de pasteurizar toda la leche. Es una medida que resulta lógica y necesaria cuando se trata de núcleos urbanos de determinada magnitud —aunque en Cuba es costumbre generalizada hervirla de todas formas, pasteurizada o no—, por lo que se continuará acopiando y pasteurizando toda la leche necesaria para las ciudades, pero no resulta viable que un camión o cientos de camiones viajen diariamente esas largas distancias para llevar unos pocos litros de leche hasta lugares que producen la suficiente para autoabastecerse.
Desde el triunfo de la Revolución, los cubanos hemos aprendido a viajar de occidente hacia el oriente y sobre todo del oriente al occidente, pero en nuestro afán de viajar hemos puesto a viajar por gusto a la leche también.
Además de los municipios participantes, mencionados anteriormente, en este experimento, otras más de 3 500 bodegas de otros municipios y provincias también están distribuyendo la leche de forma directa, y acumulan ya más de 7 millones de litros distribuidos de esta forma.
La experiencia se irá extendiendo de forma paulatina, con la mayor agilidad posible pero sin intentos precipitados de generalización. Su extensión estará precedida en todos los casos por un estudio integral que demuestre su factibilidad en ese lugar específico y la existencia de las condiciones organizativas y materiales requeridas.
Así se trabajará hasta que todos los municipios del país con suficiente producción de leche se autoabastezcan y cierren en su territorio el ciclo que va desde el ordeño de la vaca hasta que se la toma el niño o cualquier otra persona, de acuerdo con las posibilidades actuales.
El objetivo principal de esta experiencia es producir la mayor cantidad de leche posible, y digo que es posible en la inmensa mayoría de los municipios, con excepción de los municipios capitalinos, sobre todo de la capital del país, los que no están en el borde exterior de la capital, porque ahí también se puede producir leche, que ya hay algunas capitales de provincia que en sus propios municipios cabecera pueden producir la suficiente, como es el caso concreto de Sancti Spíritus, ¡y hay que producir más leche!
Es decir, que el objetivo principal es producir más leche para asegurar la que necesitan en primer lugar nuestros niños —estamos hablando de alimento fundamentalmente de niños, y de enfermos, con eso no se puede jugar tampoco—, incluso sin renunciar a la perspectiva de que otras personas puedan recibirlo en el futuro.
Y además este plan persigue continuar el ahorro de combustible, algo también muy importante.
Este es un programa acorde con las condiciones existentes en estos momentos, en que resultaría una quimera ponerse a soñar con las grandes importaciones de piensos y otros insumos de décadas atrás, cuando el mundo era otro muy distinto al actual.
Es solo un ejemplo de las muchas reservas que aparecen cada vez que nos organizamos mejor y analizamos un asunto con la profundidad requerida y teniendo en cuenta todos los factores que en él influyen.

AHORRO DE COMBUSTIBLE: TAREA DE SIGNIFICADO ESTRATÉGICO

Insisto en que no habrá soluciones espectaculares. Se necesita tiempo y sobre todo trabajar con seriedad y sistematicidad, consolidando cada resultado que se alcance, por pequeño que sea.
Otra fuente casi inagotable de recursos —si tenemos en cuenta cuanto malgastamos— está en el ahorro, sobre todo, como ya dijimos, de combustibles, que alcanzan precios cada vez más prohibitivos y es difícil que bajen.
Esta es una tarea de significado estratégico que no siempre cuenta con la atención necesaria y aún no se frena el despilfarro. El ejemplo de la leche es suficiente.
Igualmente se requiere, siempre que resulte racional, recuperar la producción industrial nacional e incorporar nuevos renglones que eliminen importaciones o creen nuevas posibilidades de exportación.
En tal sentido estudiamos actualmente lo referido al incremento de la inversión extranjera, siempre que aporte capital, tecnología o mercado, para así aprovechar la contribución que esta pueda hacer al desarrollo del país, sin repetir los errores del pasado por ingenuidades e ignorancia en esta actividad y a partir de las experiencias positivas, trabajando con empresarios serios y sobre bases jurídicas bien definidas que preserven el papel del Estado y el predominio de la propiedad socialista.
Fortaleceremos cada vez más la colaboración con otros pueblos, conscientes de que solo unidos venceremos y sobre la base del absoluto respeto al camino escogido por cada país. Así lo demuestra el avance junto a los hermanos de Venezuela, Bolivia y Nicaragua, y nuestros sólidos vínculos con China y Vietnam, por solo mencionar algunos ejemplos notables dentro del creciente número de países de todos los continentes con los que se restablecen y avanzan las relaciones de todo tipo.
Continuaremos dando prioridad al Movimiento de Países No Alineados y al creciente movimiento de solidaridad internacional con la Revolución. También seguiremos trabajando con la Organización de Naciones Unidas y otros organismos multilaterales a los que Cuba pertenece, que partan del respeto a las normas del derecho internacional y contribuyan al desarrollo de los pueblos y a la paz.

LO ÚNICO QUE JAMÁS CUESTIONARÁ UN REVOLUCIONARIO CUBANO ES LA DECISIÓN IRRENUNCIABLE DE CONSTRUIR EL SOCIALISMO

Son muchas batallas simultáneas que requieren cohesionar las fuerzas para mantener la unidad del pueblo, principal arma de la Revolución, y aprovechar las potencialidades de una sociedad socialista como la nuestra. Las próximas elecciones del Poder Popular serán una nueva oportunidad de demostrar la extraordinaria fuerza de nuestra democracia, que es verdadera.
Es deber de cada uno de nosotros, especialmente de los cuadros, no dejarnos aplastar por ninguna dificultad, por grande e insalvable que pueda parecer en determinada coyuntura.
Recordar cómo pudimos, a pesar de la confusión y desánimos iniciales, enfrentarnos a los duros primeros años del Periodo Especial a comienzos de la pasada década y salir adelante. Entonces lo dijimos y lo repetimos con más razón hoy: ¡Sí se puede!
Mientras mayor sea el problema o desafío, más organización, más trabajo sistemático y efectivo, más estudio y previsión a partir de una planificación basada en prioridades claramente establecidas, sin que nadie trate de resolver sus problemas a cualquier precio ni a costa de otros.
Además se requiere trabajar con sentido crítico y creador, sin anquilosamiento ni esquematismos. Nunca creernos que lo que hacemos es perfecto y no volverlo a revisar. Lo único que jamás cuestionará un revolucionario cubano es nuestra decisión irrenunciable de construir el socialismo.
Esa profunda convicción hizo proclamar a Fidel, en este mismo sitio, el 26 de julio de 1989, hace exactamente 18 años, aquella histórica y profética afirmación de que aun en el hipotético caso de que se desintegrara la Unión Soviética, seguiríamos adelante con la Revolución, dispuestos a pagar el elevado precio de la libertad y de actuar sobre la base de la dignidad y los principios.
La historia ha demostrado con creces que esa decisión de nuestro pueblo tiene la firmeza de la roca. En consecuencia con ella, estamos en el deber de cuestionarnos cuanta cosa hacemos en busca de realizarla cada vez mejor, de transformar concepciones y métodos que fueron los apropiados en su momento, pero han sido ya superados por la propia vida.
Siempre debemos tener presente, no para repetirlo de memoria como un dogma sino para aplicarlo diaria y creadoramente en nuestro trabajo, lo expresado por el compañero Fidel el primero de mayo del 2000, en una definición que constituye la quintaesencia del trabajo político ideológico, cuando dijo:
"Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo".
El mejor homenaje al Comandante en Jefe en un día como hoy, la mayor contribución a su restablecimiento, es ratificar la decisión de guiarnos siempre por esos principios y sobre todo actuar cotidianamente en consecuencia con ellos, en el puesto que tenemos asignado.
Fieles al legado de nuestros muertos gloriosos, trabajaremos sin descanso para cumplir cabalmente las orientaciones de su Proclama, las muchas que nos ha dado desde entonces y cuantas nos imparta en lo adelante.
El miedo a las dificultades y los peligros no tiene cabida en nuestro pueblo, que no bajará jamás la guardia frente a sus enemigos. Esa es la principal garantía de que en nuestras plazas y si es necesario también en las trincheras, se escuchará por siempre en esta tierra:

¡Viva la Revolución!
¡Viva Fidel!

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