“Quiero rendir un homenaje especial a mi padre y a todos los que dieron sus vidas en la lucha por recuperar la democracia”, dijo emocionada Isabel Allende al asumir este martes su puesto como Presidenta del Senado de Chile. Allende es hija de Salvador Allende, el presidente de Chile que murió durante un golpe militar respaldado por EE.UU. en 1973. “Sé que él estaría orgulloso de ver a su hija en esta posición”.
Más tarde ese mismo día, Allende, (otra persona que la novelista con el mismo apellido, quien es una pariente lejana), entregó la banda presidencial a la Presidente Michelle Bachelet, de tendencias izquierdistas”, en el inicio de su segundo mandato en la presidencia. Las dos se abrazaron calurosamente; era la primera vez en la historia de Chile que la banda era entregada por una mujer a otra.
Este histórico evento marca una brecha en el legado del dictador Augusto Pinochet, un evento que él y sus aliados probablemente pensaron que nunca sería posible cuando supervisaron el bombardeo del palacio presidencial de Allende, la tortura y asesinato sistemático de miles de personas, y la aplicación de una desastrosa economía neoliberal.
El retorno de Bachelet a la presidencia, y su promesa de cambios estructurales en el sistema educacional y político de Chile, es el resultado de una lucha de décadas por separarse de la sombra de la dictadura de Pinochet, y es uno de los frutos del más reciente movimiento estudiantil por una mejor sociedad.
El éxito del segundo mandato de Bachelet dependerá de sus logros en la realización de planes progresistas para beneficiar una población asediada por una de las más altas desigualdades en los ingresos del mundo, y la medida en la que satisfaga las demandas de los cientos de miles de estudiantes que han salido a las calles en los últimos años.
El programa progresista de Bachelet
La propia Bachelet fue víctima de la dictadura; fue torturada y su padre fue torturado y murió en la prisión debido a su apoyo a Allende. Después de escapar de la dictadura, Bachelet volvió a Chile del exilio en 1979 para trabajar como pediatra y activista por los derechos humanos. Posteriormente accedió a la política y fue elegida presidente de Chile para su primer período de 2006-2010. Aunque gozó de una tasa de aprobación de 80% al terminar su mandato, la constitución impide que un presidente acceda a un segundo período.
Durante las elecciones en diciembre del año pasado, derrotó a su oponente derechista, Evelyn Matthei, con un récord de 62% de los votos. El 11 de marzo de 2014 tuvo lugar la transmisión del mando del impopular neoliberal Sebastián Piñera, uno de los hombres más ricos del país y acérrimo opositor del movimiento estudiantil del país.
Aunque es un fuerte centro económico, Chile sufre un alto nivel de desigualdad en los ingresos. Durante la campaña, Bachelet prometió encarar esa desigualdad con profundas reformas estructurales en la esfera social, económica y política. En su discurso inaugural, Bachelet dijo: “Chile tiene solo un gran enemigo, y su nombre es desigualdad. Solo juntos podemos enfrentarla.”
Bachelet ha prometido una educación superior de calidad gratuita para todos, terminar con el financiamiento estatal para instituciones elitistas de educación privada, y una reforma tributaria para pagar por las reformas educacionales. También considera un cambio radical de la constitución del país. La actual constitución de Chile fue impuesta bajo el régimen militar en 1980, y su modificación ha sido vista por muchos como un paso crucial hacia la profundización de la democracia.
De pié en el balcón del palacio presidencial en el que Allende murió durante el golpe de 1973, Bachelet habló a la multitud reunida en la Plaza de la Constitución: “Mi promesa es que esta plaza se convierta en la plaza de una constitución nacida en la democracia”.
Al introducir una nueva constitución, Bachelet se sumará a sus homólogos en Bolivia, Ecuador y Venezuela, tres naciones que también han modificado sus constituciones en los últimos años. Con una mayoría en ambas cámaras del congreso, es posible que convierta en realidad cambios constitucionales, junto con la introducción de otras reformas prometidas.
Sus planes para los próximos años incluyen también el aumento del impuesto corporativo en un 5%, la expansión del financiamiento para el sistema de salud, y la apertura de un debate en el congreso sobre la legalización del matrimonio entre parejas del mismo sexo. Bachelet también quiere legalizar el aborto en casos de violación o de riesgo para la salud de la madre o su hijo; según un estudio de la Universidad Diego Portales en Santiago, en Chile tienen lugar 70.000 abortos clandestinos por año.
Las posibilidades de Bachelet son buenas; cuenta con considerable apoyo dentro y fuera del gobierno.
Movimiento estudiantil: en las calles y en el gobierno
En 2011, los estudiantes organizaron las mayores protestas que el país haya visto desde el fin del régimen de Pinochet en 1990. Las demandas centrales del movimiento estudiantil han incluido desde hace tiempo el acceso libre a una educación de calidad, y una revisión de la constitución de Pinochet, una constitución que a juicio de numerosos activistas mantiene la proliferación del neoliberalismo y de una educación desigual en el país. La presión por el cambio del movimiento estudiantil ayudó a allanar el camino para la reelección de Bachelet y formó la espina dorsal de lo que se convirtió en promesas clave en su campaña electoral.
Después de ganar las elecciones en diciembre, Bachelet agradeció al movimiento estudiantil, diciendo que su victoria en las urnas se debió en parte a “los ciudadanos que han marchado por las calles en los últimos años”.
Muchos estudiantes crecidos durante la última década en Chile post dictatorial han exigido más de la democracia que sus padres, y presionado por cambios que expandieron el discurso sobre el tipo de país que la gente quería construir y sobre cómo podían construirlo – en la sala de clases, la calle y el gobierno. Algunos activistas estudiantiles orientaron su energía hacia la construcción de movimientos sociales alternativos a las instituciones políticas tradicionales. Otros se propusieron cambiar el sistema político desde el interior.
La dirigente del movimiento estudiantil Camila Vallejo apoyó a Bachelet en su segunda candidatura a la presidencia, y fue elegida a la Cámara de Diputados durante las elecciones de diciembre de 2013. En una conferencia de prensa después de la elección de diciembre, Vallejo dijo a los periodistas: “En vista de los resultados de las elecciones, tenemos una mayoría que nos permite realizar cambios estructurales. Los movimientos sociales están presionando a muchos sectores que no estaban a favor del cambio y que ahora han cambiado de opinión.” Dijo: “Fuimos elegidos porque Chile cambió”.
Vallejo se sumó a otros tres jóvenes dirigentes estudiantiles en el Congreso; con 25 años, es la miembro más joven del Congreso. Cuando asumió su cargo el martes, llevó consigo a su bebé Adela. Vallejo dijo: “Quiero poder decirle cuando crezca que estuvo presente cuando me hice cargo de mi puesto”.
Algunos sectores del movimiento estudiantil no apoyan la ruta electoral emprendida por Vallejo y sus colegas, y han orientado su ímpetu a movimientos sociales fuera de la esfera gubernamental. Otros han prometido mantener las movilizaciones para asegurar que los funcionarios elegidos realicen reformas.
El sueño de Allende de un Chile verdaderamente democrático podrá haber sido postergado por una dictadura respaldada por EE.UU., pero durante la última década la juventud ha estado marchando para salir de la pesadilla de Pinochet, contra las promesas vacías de una democracia neoliberal y hacia una sociedad mejor. Dentro y fuera de las salas del poder, los estudiantes abren el camino. Después de asumir su puesto, Camila Vallejo dijo que mantendrá “un pie en el gobierno y el otro en la calle”.
Benjamin Dangl
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