domingo, marzo 23, 2014

Marcha por la dignidad: otro escenario, otros actores



La bola de nieve está creciendo. Hace ya tiempo que rueda, de hecho, no ha hecho más que comenzar. De momento, las Marchas por la dignidad han marcado un antes y un después, de hecho, ya estamos en otra historia.
Costaba arrancar, pero es que todavía estábamos en un escenario anterior. Un espacio todavía ocupado por los sindicatos negociadores, por la izquierda institucional, mucha gente quería crear que esto tenía que mejorar, que pasaría la crisis.
Se venía de una historia de derrotas devastadoras. El miedo a la reacción militar-fascista, a nuestros Pinochet (ese que hablaba con Milán del Bosch y al que el papa Wotyla hacía regalo en los cumpleaños), el acomodo de la izquierda al “pesebre”, el largo invierno neoliberal que parecía eterno, habían sido factores muy potentes. Esta era la mejor democracia posible, sobre todo si la comparábamos con lo que había sido el franquismo (y no con lo que había motivado las grandes batallas de los setenta), más valía malo conocido que un bueno por conocer que, además, no se veía por ninguna parte.
Pero la historia es más fuerte que los aparatos, que las mentiras…Desde 1999, la historia fue acumulando factores, sobre todo se estaba demostrando que el neoliberalismo no solamente quería nuestra derrota, también quería desposeernos de lo que se había logrado parcialmente en décadas de luchas sociales. La cosa no empezó como en otro tiempo, por el sueño de algo mejor. Comenzó para escapar del infierno, un infierno pactado por la izquierda bla, bla, bla, negociados por sindicalistas que se sentían tan necesarios como la monarquía. Izquierdas y sindicalistas al servicio de su Majestad, garante de tantas impunidades heredadas.
Pero ni Cándido Méndez ni Fidalgo estaban en las marcha, tampoco los funcionarios que, al decir de Joan Carles Gallego, uno de esos sindicalistas para las fotos y los telediarios, querían un “espacio de negociación” con una patronal fundada por lejanos esclavistas, la llamada de Fomento que conoció bajo el franquismo los mejores años de su vida, aunque de las últimas décadas no podrán quejar. No sabemos si Fidalgo tenía alguna reunión de célula con José Mª Aznar, pero también es cierto que ya no tenía cortejo –de aquellos comunistas, de aquella ICEV o de la ”izquierda alternativa” que le fue renovando la confianza año tras año-, además, Willy Toledo andaba por allí. Algún día habrá que sacar al sol
En las marchas, no había líderes, aparatos con los que crear un espacio de negociación para ver qué hacemos con las migajas que caen de la mesa, con los que poder hacerse una foto, estaba la gente, la de Madrid que resiste y la que fue llegando desde los cuatro puntos cardenales. Tenían cuatro puntos mínimos, y uno añadido: “que se vayan”. Los que los leyeron no tienen cargos, no prometen, estaban allí. Ante esta horizontalidad que el Fraga Iribarne de la matanza de Vitoria hubiera tildado de “anarquista” o sea inviable, los “perros guardianes” del poder buscan grietas. Dada la presencia del pueblo llano, los más inteligentes buscan el chivo expiatorio.
Han creído encontrarlo en Willy Toledo, un cómico que echó a Fidalgo del “No a la guerra” (“!Tú que haces aquí so fantoche¡”), que, como nuestro Jordi Dauder o Alberto Sanjuán, prestaron la voz a varias luchas (rotundamente por Aminatou Haidar, ejemplo excelso de dignidad) y están tratando de convertir Venezuela y Cuba en lo que antes era la URSS. Hablan de la “extrema izquierda!” a todo lo que se mueve a la izquierda del PSOE que, por cierto, dejó de ser cuando Felipe –el “prostituto” decía Manolo Sacristán- echó siete llaves sobre la tumba de Pablo Iglesias. En esta guerra, es muy importante visualizar hasta el agobio los datos de la verdad, repetir como los ricos se están haciendo cada vez más ricos mientras desposeen a los pobres, se tiene que convertir en algo tan común como los buenos días.
Lo dicho: ha cambiado el escenario, han cambiado los actores. Después de mucho tiempo se oyeron voces como “!Viva la lucha obrera¡”, se trata de seguir por ahí. Hay que recomponer el espacio de ruptura sobre bases sencillas: estar de acuerdo en lo primordial, trabajar por los lugares comunes y luego, se hay que debatir se debate. En este debate tienen que darse algunas cosas claras añadidas. Hay que romper con cualquier acuerdo de gobernabilidad con el PSOE, hay que denunciar la política institucional aunque sea desde las instituciones (siempre que se predique con el ejemplo), que luchar contra la lógica oligárquica de los aparatos…
De alguna manera, es lo que se está haciendo contra viento y marea. Alas marchas han mostrado la pluralidad, la conexión viva entre generaciones, cómo está creciendo una nueva generación con mayor protagonismo femenino que nunca, con jóvenes trabajadores precarios que saben como los universitarios.
La bola de nieva se está haciendo cada vez más grande. Ahora lo importante es que no se desvíe de su camino.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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