miércoles, marzo 26, 2014

Libia y la paz que nunca llegó



Libia atraviesa un momento crítico, en el que florecen los ataques terroristas y la división territorial. Panorama sobre los últimos acontecimientos en un país que sigue pagando caro la invasión de la OTAN en 2011.

Libia es un país sumido en el desgobierno y la violencia. Esta situación es muy diferente a la que propagandizaron Estados Unidos y sus aliados, que en apenas ocho meses derrocaron al líder Muammar Al Gaddafi en 2011 a punta de misiles de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan). Porque en la actualidad, el país del norte de África se mantiene en un estado crítico, en el cual florecen los ataques terroristas, la división territorial y una administración central que no logra un mínimo de estabilidad.
Atrás quedaron los índices que mostraban a Libia como uno de los países más desarrollados de África. Los números ahora no existen, al menos para las grandes cadenas de televisión. Los números, en Libia, están compuestos por las miles de personas asesinadas por los bombardeos de la Otan y que hasta el momento ningún organismo internacional se ha dispuesto a confirmar o investigar de manera profunda.

Petróleo en disputa

Cuando comenzaron las protestas en la ciudad de Bengasi, ubicada en el noroeste del país y en las costas del mar Mediterráneo, desde Occidente y desde la oposición interna libia simplemente se señaló que esas manifestaciones eran para rechazar a un gobierno dictatorial. En ese momento, poco se informaba que en esa región libia se encuentran los mayores pozos petrolíferos del país. Y desde Bengasi se comenzó a planear, no sólo el derrocamiento de Gaddafi, sino la separación de esa región, denominada antiguamente como Cirenaica. Este despedazamiento de Libia fue anunciado en octubre del año pasado por las tribus y grupos armados que controlan la zona.
En los últimos días, un grupo armado tomó el control del puerto de Al Sidra luego de capturar al buque petrolero Mornig Glory. El puerto se encuentra bajo control del gobierno separatista, encabezado por Ibrahim Jathran.
La agencia de noticias rusa Ria Novosti informó ayer que los irregulares se niegan a entablar conversaciones con las autoridades hasta que se les devuelva el buque y sean liberados tres miembros de la célula armada. El gobierno libio había anunciado la liberación de los tripulantes del petrolero y su posterior deportación, a excepción de tres libios que quedarán arrestados.
El 8 de marzo, el Morning Glory con bandera de Corea del Norte cargó ilegalmente petróleo en uno de los puertos libios controlados por los grupos armados, por un valor que ronda los 36 millones de dólares. Pese a que los guardacostas libios intentaron recuperar el barco, logró escapar. El 16 de marzo, un comando estadounidense avistó al Morning Glory en aguas neutrales del Mediterráneo y capturó el buque, controlado por irregulares libios.
El domingo pasado, el buque fue entregado a las autoridades libias. Igualmente, ante la crisis desatada el primer ministro libio, Ali Zidán, fue destituido por el Congreso Nacional General (CGN), que ejerce las funciones legislativas y ejecutivas. Zeidan fue reemplazado por el ministro de Defensa, Abdullah Al Theni.
A todo esto, se conoció que la producción petrolera en Libia será reducida en cerca de 80 mil barriles por día (brp), por lo cual producirá 150 mil brp, debido al cierre de un importante yacimiento de crudo. En julio pasado, el país todavía producía 1.4 millones de bpd, cifra que descendió debido a los conflictos internos y protestas. Frente a esta situación, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas acordó por unanimidad imponer sanciones a la exportación ilegal de petróleo libio. La resolución, presentada por Washington, “autoriza a los Estados miembros a inspeccionar en alta mar los barcos” sospechosos que Trípoli haya denunciado a un comité de la ONU, a cargo de supervisar la aplicación de ciertas sanciones internacionales contra Libia.

La realidad silenciada

Desde hace casi tres años, el territorio libio es escenarios de cruentos enfrentamientos entre bandas armadas, soldados y tribus. La caída de Gaddafi impulsó un fraccionamiento que todavía no se ha detenido dentro del país. Atentados terroristas, ataques a cuarteles militares y el florecimiento del tráfico de armamento se extienden por varias regiones de Libia.
-El 24 de marzo, medios internacionales informaron que el país se ha convertido en una de las principales fuentes de armas ilícitas proporcionando suministros a unos 14 países.
-El 22 de marzo el ejército libio avanzó sobre la región de Cirenaica, luego que las fuerzas separatistas atacaran una base militar cercana a la ciudad de Ajdabiya.
-El 21 de marzo el aeropuerto internacional del país fue blanco de dos misiles que impactaron en la pista de aterrizaje.
-El portal de noticias Al Wasat informó que el 20 de marzo un artefacto explosivo detonó debajo del automóvil de un civil, que salió ileso del ataque. El mismo día, en Bengasi un soldado murió en un ataque contra una patrulla, mientras que otro efectivo resultó herido, divulgó la agencia de noticias estatal Lana.
-Ante este panorama, el 18 de marzo la Misión de Apoyo de Naciones Unidas a Libia (Unsmil) reconoció que el país se encuentra asolado por la violencia. En un comunicado, repudió un ataque ocurrido el día anterior contra una academia militar en Bengasi. Una semana antes, el jefe de la Misión y enviado del Secretario General de la ONU para Libia, Tarek Mitri, informó al Consejo de Seguridad que en los últimos tres meses la escalada de violencia ha sido dramática a nivel nacional. “Se trata de una situación intolerable”, expresó el funcionario.

La nariz de USA

La injerencia de Estados Unidas quedó demostrada mucho antes que comenzaran los bombardeos de la Otan. En declaraciones, los funcionarios de la Casa Blanca manifestaron su apoyo a los grupos armados, muchos de ellos vinculados a Al Qaeda. El 20 de marzo pasado, congresistas estadounidenses del Partido Republicano rechazaron, a través de una carta, los intentos de eliminar restricciones para el acceso de militares libios a entrenamientos en aviación y armamento nuclear. Los legisladores calificaron de “irresponsable” y “peligroso” el plan del secretario del Departamento de Seguridad Interior, Jeh Jonson, para levantar esas prohibiciones implantadas en 1983.
El gobierno del presidente Barack Obama había presentado la propuesta con el argumento de normalizar las relaciones entre los dos países, pero los congresistas alertaron que el vínculo se encuentra lejos de mantenerse estable entre Trípoli y Washington. Mientras el ajedrez político pende sobre Libia, el país sigue un curso contrario al auspiciado por Estados Unidos a la hora de decidir el derrocamiento de Gaddafi. Lo que Washington profetizó como la “paz” en suelo libio, con el trascurrir de los días se ha convertido en un sostenido y cruento conflicto interno para el cual no se vislumbran soluciones a corto o mediano plazo.

Leandro Albani.

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