¡Escúchame! Los romanos sólo toleran quienes les sirven.
(Max Gallo, “Espartaco”, p.78)
La guerra mediática que se desató casi simultáneamente contra el presidente de Venezuela Nicolás Maduro y su colega Vladimir Putin de Rusia demuestra por enésima vez que Estados Unidos no tolera vivir con ningún país que se atreva a ser una nación independiente y soberana, con su propio modelo económico y su agenda geopolítica, por eso está dispuesto a utilizar todo a su alcance para lograr su destrucción.
Después de la caída de la Unión Soviética, Washington trazó un plan respecto a la nueva Rusia, en manos de su oportunista y permanentemente borracho presidente Boris Yeltsin y su séquito de corruptos oligarcas “barones”, según el cual este país estaría destinado a no sobrevivir hasta el Siglo XXII. En lo respecto al Siglo XXI, Rusia mantendría, según los gurús iluminados estadounidenses, su condición de una potencia regional de segunda mano sin llegar a convertirse todavía en el “patio trasero” norteamericano y de la OTAN. Pero no contaban que con la llegada de Vladimir Putin al poder, el plan norteamericano empezaría a resquebrajarse y caerse como una casa de naipes.
A la vez Venezuela, tradicionalmente tenía un lugar algo privilegiado en este tan tristemente famoso “patio trasero” debido a sus 329 mil millones barriles de petróleo, y actuaba como un simple y obediente títere del Gran Patrón. Esta situación siguió hasta 1999 cuando asumió la presidencia del país Hugo Chávez quien en 14 años terminó con la dependencia del país, lo transformó en la República Bolivariana y lo enrumbó hacia el Socialismo del Siglo XXI. Fue una gran sorpresa amarga para la única superpotencia del mundo cuyos líderes pensaron y tramaron que este experimento no duraría ni un año.
Al verse equivocados organizaron un golpe de Estado en 2002, pero el pueblo venezolano y sus fuerzas armadas frustraron aquel golpe y devolvieron el poder a su comandante Chávez. Fue otra gran sorpresa para los iluminados de Washington a quienes ya les había advertido en 1989 uno de los más lúcidos intelectuales franceses, Jacques Attali en su libro “Millennium” donde acertó que “los pueblos de periferia se revelarán un día y romperán lo que es equivalente al nuevo Muro de Berlín que está edificando Norteamérica para asegurar su dominio del Sur”.
La muerte de Hugo Chávez en 2013 fue percibida por Washington como un momento ideal para intensificar la campaña desestabilizadora contra el gobierno bolivariano y su nuevo presidente legítimamente elegido Nicolás Maduro. Para iniciar esta labor utilizaron a la oligarquía local, la clase media acomodada y adiestraron a los estudiantes de las universidades privadas en el terrorismo y la organización de caos para hacer caer al gobierno de Maduro. En otro rincón del mundo ubicado a 9,630 kilómetros de Caracas, en Kiev, Ucrania decidieron hacer algo parecido para que de una vez y para siempre terminar con la esfera de influencia de Rusia, esta vez en Ucrania, siguiendo los consejos de uno de los asesores “invisibles” de Barack Obama, un enemigo de Rusia, Zbigniew Brzezinski. Este hombre adorado por un poderoso sector de intelectuales y oligarcas rusos siempre postuló que “Rusia sin Ucrania jamás sería una gran potencia”.
Al fracasar la llamada “revolución de color naranja” en Ucrania en 2004, los servicios de inteligencia norteamericanos y de los países de la OTAN se encargaron a entrenar a los nuevos “revolucionarios” ucranianos, especialmente en Polonia y Lituania en la lucha de “baja intensidad” utilizando el terrorismo y sabotaje de matiz neo nazista. Lo que sucedió en Ucrania ha sido en realidad un golpe de Estado neo nazista inspirado, financiado y promovido por los Estados Unidos y la Unión Europea.
¿Y qué se puede esperar de Estados Unidos, si el discurso nazi de Hitler tenía entre sus principales fuentes al libro del magnate norteamericano, Henri Ford, “El Judío Internacional”?. En su libro “Meine Kampf”, Hitler citó partes enteras del texto de Ford. Lo curioso que igual como en Alemania de Hitler, esta vez en Ucrania los oligarcas locales de origen judío han participado en la financiación de los partidos y movimientos nazistas con el consentimiento de sus colegas europeos. El actual designado por Washington primer ministro de Ucrania, Arseniy Yatsenyuk es también de origen judío.
Por supuesto, Rusia se quedó alarmada con el acontecer ucraniano y presentó sus preocupaciones, especialmente relacionadas con la destitución arbitraria del presidente ucraniano Víctor Yanukovich legítimamente elegido por el pueblo, igualmente por la situación en la península Crimea que alberga la Flota del Mar Negro de Rusia y donde el 60 por ciento de su población de 2,000,000 de habitantes la constituyen los rusos. No hay que olvidar que Crimea, que desde 1783 era parte de Rusia fue traspasada en 1954 por Nikita Khrushchev a Ucrania que era parte de la Unión Soviética. La península es vital para Rusia que le da la salida al Mar Mediterráneo. El hecho de que el parlamento de la península decidió crear sus fuerzas armadas, votó por su reintegro a Rusia y convocó el referéndum sobre esta decisión para el próximo 16 de marzo, fue tomado en seguida por Estados Unidos y la Unión Europea como un pretexto para tergiversar la realidad, y acusar a Vladimir Putin de lo que sucedió en Ucrania.
En seguida igual como en el caso de Maduro, Putin se convirtió en el blanco preferido de los políticos occidentales y de los medios de comunicación corporativos globalizados. En ambos casos los periodistas globalizados atacan a ambos presidentes utilizando la “técnica de Maidan” (la plaza de Independencia de Kiev que se convirtió en el epicentro de la “revolución neo nazi” de color marrón). Al presidente Maduro lo tildan de “dictador”, “ignorante”, “títere de Cuba” y le pronostican que seguirá el destino de Saddam Hussein y el de Muammar Gadafi. Mientras tanto los disturbios no cesan en Venezuela y ya hay más de 20 muertos y más de 100 heridos. Muchos de ellos son víctimas de unos desconocidos francotiradores, igual como está sucediendo en Ucrania.
Lo interesante en Venezuela es que los que protestan violentamente no son pobres sino las personas acomodadas de clase media y los estudiantes de las universidades privadas hábilmente organizados y financiados por los Estados Unidos. Las protestas en Venezuela, igual como en Ucrania se someten a las numerosas especulaciones en la prensa. El periodista de Aporrea, Modesto Guerrero opinó que “hay similitudes en un intento de un sector de oposición de derecha contra un gobierno electo democráticamente que no es del gusto de poderes imperiales (en el caso ucraniano son la OTAN y más Estados Unidos y en el caso venezolano son Estados Unidos Y Canadá) que están combinando todos los recursos de lo que se llama “guerra de baja intensidad”: algunas muertes, muchos heridos, impacto mediático, imágenes terroríficas”.
Hace poco el sacerdote jesuita panameño Jorge Sarsaneda del Cid formuló en la red unas 15 preguntas cuestionando los motivos de la violencia desatada en Venezuela por la oposición. Señala que mientras la oposición está denunciando el hambre y la escasez de productos de la primera necesidad organizando los destrozos, incendios y manifestaciones, las Naciones Unidas presentan las estadísticas según las cuales Venezuela fue uno de los “cuatro países con menos hambre en América Latina en 2012”. A la vez ¨los avances en salud están entre los más destacados de la región”. También señala que en Venezuela “más del 42 por ciento del presupuesto del Estado se destina a las inversiones sociales y en los últimos años cinco millones de personas salieron de la pobreza. Todo esto muestra que detrás de los desmanes de la oposición está la mano siniestra de los globalizadores corporativos aliados con la oligarquía nacional en su lucha por hacer retornar a Venezuela al seno del patio trasero del imperio. Y por supuesto, el presidente Nicolás Maduro que lo está impidiendo se convierte en un enemigo del cual ellos seguirán tratando deshacerse como sea.
El mismo tipo de la guerra mediática de índole política está orientado contra Vladimir Putin quien se da cuenta perfectamente de que en el juego no está simplemente en la incorporación de Ucrania a la Unión Europea sino su entrada en la OTAN lo que haría peligrar seriamente la seguridad nacional rusa al verse el país, rodeado por las bases de la OTAN y obligado a entrar en una nueva carrera armamentista sacrificando así su desarrollo económico y el bienestar de su pueblo. Pero al tergiversar la realidad, los políticos occidentales crean el pretexto para acusar descaradamente a Putin como “Vlad el Martillo”, “Invasor”, “Mafia Gangster”, “el Agresor”, “el Nuevo Hitler”, “el Imitador de Mussolini” o simplemente “el hombre que perdió contacto con la realidad”, es decir un loco, según la canciller de Alemania Angela Merkel.
Mientras tanto uno de los asesores oscuros de Barack Obama, Zbigniew Brzezinski ya está aconsejando a la OTAN de “ponerse en alerta” y estar lista para una intervención, como lo señaló en su reciente artículo “What is to be done? Putin’s aggression in Ukraine needs a response”. Pero los Estados Unidos sin esperar ninguna agresión rusa, ya están presionando a Rusia financieramente. El asesor adjunto de seguridad nacional de Barack Obama, Tony Blinken afirmó hace poco que “que en términos de aislar a Rusia lo que hemos visto como resultado de apoyo movilizado es que los mercados financieros de Rusia han registrado caídas, el rublo ha registrado caídas y los inversionistas se preguntan si deben a involucrarse o no en Rusia debido a la inestabilidad”.
Teniendo en cuenta todo lo que se está sucediendo en Venezuela, Ucrania y en el resto del mundo podemos afirmar que la Guerra Fría del Siglo XXI ha comenzado tomando como pretexto no la lucha contra el comunismo, sino por el dominio del mundo y de sus recursos naturales. En el caso de Venezuela se trata de 329 mil millones de barriles de petróleo y respecto a Ucrania en el juego están el control de la tercera exportadora de granos en el mundo después de Estados Unidos y Argentina y sus 39 millones de millones de pies cúbicos en reservas de gas natural de esquisto.
También con Ucrania incorporada a la OTAN, Rusia se verá rodeada de bases militares hostiles, esperando los Estados Unidos y la Unión Europea la oportunidad de iniciar la “ucranización” de Rusia con la ayuda de su quinta columna en este país que tímidamente ya está mostrando su cara haciendo comentarios sobre un enorme costo de una posible incorporación de Crimea a Rusia que sin duda alguna traerá la irritación de los Estados Unidos.
A la vez, los intentos norteamericanos de “ucranizar” Venezuela están orientados hacia el debilitamiento del proceso de integración latinoamericana y la erradicación del proyecto del Socialismo del Siglo XXI.
Para los amos de este mundo el “pasado”, como solía decir William Faulkner, “nunca está muerto”. Sin embargo, su permanencia depende también de la voluntad y sabiduría de los pueblos y del grado de su anhelo hacia el futuro diferente.
Vicky Peláez
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