sábado, mayo 07, 2016

La celiaquía y el negocio de las alimenticias



Ayer fue el Día Internacional del Celíaco. De la intolerancia al gluten a la intolerancia al bolsillo, una enfermedad costosa para las clases populares y redituable para las multinacionales.

La celiaquía se reconoce como una intolerancia al gluten y comúnmente relacionada con las harinas. Para su diagnóstico se realizan dos procesos esenciales: la búsqueda del anticuerpo “transglutaminaza” mediante una extracción de sangre y el análisis del intestino delgado a través de una endoscopía y biopsia.
Estas son las dos vías fundamentales para un diagnóstico claro y preciso, teniendo en cuenta que los síntomas son muy diversos como así también hay personas que no suelen manifestar ningún síntoma; resultan asintomáticos.
Ahora bien, la cuestión de la celiaquía no termina aquí sino que es ahora cuando la vida de la persona celíaca comienza a cambiar.
¿Quién solventa los muy costosos estudios de alta complejidad para llegar a un diagnóstico? La misma persona celíaca.
Y una vez realizado el diagnóstico, se comienza un tratamiento. ¿Pero en qué consiste el tratamiento? ¿Hay una pastilla para regularizar el funcionamiento intestinal o una operación reparadora? No. ¿Se trata únicamente de dejar de consumir harinas? No.
Es en este punto donde la cuestión se complejiza y la vida empieza realmente a cambiar. Primero hay que mencionar que hay una confusión de interpretación cuando se dice que se trata de una “intolerancia al gluten”. Entonces hay que comprender que el gluten no solo se encuentra en las harinas, sino también en el trigo, avena, cebada y centeno (el conocido TACC, por sus siglas). Es decir, en esos productos que consumimos cotidianamente.
Tampoco es una simple cuestión de “intolerancia”, ya que cuando el intestino se enferma por el gluten es porque no se absorven los nutrientes y entonces surgen otras complicaciones que van desde la insuficiencia de calcio y hierro hasta la diabetes, la posibilidad de un cáncer intestinal y abortos espontáneos que pueden causar la infertilidad. Es por ello de la importancia de una dieta estricta y rigurosa.
La intolerancia al gluten en la sociedad comienza a aparecer en la década del 50 del siglo pasado. Pero por ese entonces aún no se conocía a la celiaquía como tal, sino que se empezaba a ver malestares a causa del gluten y se recurría a otras alternativas dentro de la cocina casera.
Pero aun así no se tenía en cuenta que el gluten no solo se encuentra en las harinas y tampoco se conocía los cuidados que hay que tener para evitar la contaminación cruzada. Resultaba entonces que de todas formas no se cumplía totalmente con la dieta sin TACC.

El negocio en sus diversas formas

Ocurre que la producción de productos libres de gluten es sumamente costosa y es aquí donde las empresas multinacionales se interesan en este negocio. Vale mencionar que los alimentos que consume obligadamente una persona celíaca tienen precios un 60 % mayores más que otros productos de consumo popular.
Los productos para celíacos están rotulados e identificados con un logo (libre de gluten/sin TACC) y son comercializados por las primeras marcas, empresas reconocidas que entienden de negocios y poseen recursos y herramientas de producción: Natulen, Kápac, Smams, Padoan, Blue Patna, Santa María, Alco, Arcor, La Serenísima, Nestlé, Molinos del bosque, Natura, Ser, Gallo, La Delfina, Colgate, hasta tostadas de arroz de Cerialita, Express, Arrocitas y los conocidos alfajores Chocoarroz, entre otros.
Estas empresas al mismo tiempo ponen sus condiciones monoólicas u oligopólicas en el mercado, priorizando sus intereses y la rentabilidad del negocio. Entonces, si la ganancia es la que esperan, dejan de producir en función de los intereses de las personas celíacas y de garantizar al mismo tiempo la calidad de libres de gluten.
¿Qué solución brinda el Estado? Un escaso y precario subsidio que es mínimo, cada vez con más requisitos y que no alcanza para solventar los costos. Y si no, en su defecto, una especie de “tarjeta social” también con un monto mínimo.
En el caso de quien cuenta con obra social es aún más notable el negocio. Las personas reciben un monto limite ($ 500) que es solamente para comprar productos específicos y detallados, presentando la factura para su reintegro. Esto no solo implica contar con el dinero previo, sino también tener que comprar productos de empresas multinacionales que se dedican específicamente a la producción libre de gluten en el mercado internacional y a un alto precio.
Las respuestas del Estado nunca llegan a solventar una canasta básica de una persona celíaca trabajadora. Si actualmente se recibe un golpe al bolsillo por la suba de precios y los ajustes, el golpe resulta aún más fuerte para el bolsillo de quien sufre esta enfermedad.
Es necesario que se contemple por sobre todas las cosas la seguridad en la calidad de los productos que consumen las personas celíacas. Su calidad de vida depende de las posibilidades que tienen de cumplir con la dieta sin TACC.
La celiaquía no tiene cura. Solo se debe cumplir con una dieta libre de gluten. Y cada vez que se consume algo que resulta no apto el intestino se vuelve a enfermar como en un principio. Es decir, la dieta vuelve a fojas cero. No es posible cumplir un día con la dieta y otro día no.
El pueblo trabajador está condicionado por el sistema capitalista y por su Estado de clase (burguesa) que no lo representa. Como en este caso, solo se beneficia a los empresarios negociando con la salud de las mayorías.

Ley celíaca

El 5 de mayo se estableció como el Día Internacional del Celíaco, a raíz de la necesidad de generar concientización y difusión sobre la celiaquía en la población.
En 2009 fue aprobada la Ley de Celiaquía Nº 26.588 y recién en 2011 fue reglamentada. Ese mismo año se determinó el 5 de mayo como el Día Internacional. El gran desafío de la actualidad es el control para que esta ley se cumpla, aunque todavía hay testimonios que ponen de manifiesto las trabas en la vida cotidiana para llevar a cabo el único tratamiento posible: una dieta sin gluten.
Ayer, 5 de mayo, fue el día en el que miles de personas celíacas pidieron que se cumpla con la ley 16.558 que contempla una mejor calidad de vida en todos sus ámbitos: familiar, laboral, escolar, universitario y social.
Quienes padecen esta enfermedad y sus familias luchan por el derecho a vivir sin TACC. El derecho humano a poder acceder a una dieta diferente sin los condicionamientos criminales del Estado y las multinacionales. El derecho a tener una vida igual a la de todas y todos.

Cristina Oyarzo

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