Tres países capitalistas tenían razones económicas y políticas para bombardear la pasada semana varias localidades de Siria, muy lejos de la acusación de una supuesta utilización, por esa nación árabe, de armas químicas contra la población de Duma.
Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, lanzaron 103 misiles en la madrugada del viernes 13 de abril, sin previo aviso, contra diferentes objetivos sirios, alegando acusaciones sin comprobar contra el Gobierno de Bachar Al Assad.
Siria ha expuesto en varias ocasiones que no posee ese tipo de armamento ya que fue destruido en 2014, como comprobó en el terreno la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ).
Los ataques se realizaron con premura, antes de que una comisión de la OPAQ con pleno respaldo de Siria, Rusia y del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, pudiera realizar “una investigación imparcial, independiente y profesional” en el lugar de los hechos.
La cofradía capitalista para adueñarse o controlar países geoestratégicos con abundantes materias primas y minerales se inició primero en Afganistán para después seguir hacia Irak y Libia, siempre bajo cualquier pretexto no comprobado.
Pero veamos el escenario actual en los tres países envueltos en los ataques a Siria.
En Estados Unidos su presidente Donald Trump desde su llegada a la Casa Blanca ha estado asediado por numerosos problemas de índole jurídica, moral y económica.
Sus decisiones de revisar a favor de Estados Unidos el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) firmado en 1994 con México y Canadá no le ha dado resultado por la fuerte presión que ha encontrado, ni ha logrado que la nación azteca sufrague el costo de un muro antinmigrantes que Trump quiere construir a lo largo de la frontera.
Los paquetes de sanciones económicas que ha aprobado contra Rusia para tratar de debilitar a ese país al que ve como una amenaza en su afán de mantener el mundo unipolar que logró tras el derrumbe de la Unión Soviética, tampoco ha tenido éxito pues Moscú ha logrado esquivar todas esas medidas y a la par fortalecerse interna y externamente.
Además, Rusia junto al ejército sirio ha logrado detener y desarticular a los grupos terroristas que asolaban esa nación árabe y fortalecer al Gobierno de Bachar Al Assad, lo cual es un duro golpe a las aspiraciones estadounidenses de controlar ese estratégico país.
El aumento de aranceles a las mercancías procedentes de China que entran a suelo estadounidense también le ha creado problemas pues el gigante asiático no se quedó de brazos cruzados e inmediatamente anunció que impondría impuestos a más de 100 productos procedentes de Estados Unidos en cuanto Washington anunciara la fecha de entrada en vigor.
El proteccionismo comercial lanzado por Washington se debe a que observa que en los últimos años China y Rusia han alcanzado relevancia estratégica en la arena internacional.
Se estima que en pocos años Pekín superará a Washington como primera potencia económica mundial, mientras que en el plano militar tanto China como Rusia han tenido un poderoso desarrollo que pone en jaque la política de amenazas bélicas desarrolladas por las administraciones estadounidenses desde finales del siglo XIX.
Otro agresor, el Gobierno británico de la primera ministra Theresa May, atraviesa diversas problemáticas y ha perdido apoyo en los últimos meses. En el plano económico al dejar de pertenecer a la Unión Europea, al aprobarse el brexit, tendrá que firmar convenios por separado con las naciones y poder reemplazar comercialmente a la Unión en su conjunto, su mayor socio económico, lo cual le será difícil y llevará varios años.
Los traspiés que el brexit le presentan provocarán su caída de su privilegiada posición de sexta economía más grande del orbe. Londres aceptó abonar alrededor de 45 000 millones de euros por abandonar el bloque y en 2017 su Producto Interno Bruto solo llegó a 1,6 %.
La incertidumbre golpea a los británicos pues perderán los derechos que la UE les da como el reconocimiento en terceros Estados y las facilidades y prerrogativas que mantenían como integrantes del grupo.
Por su parte, el presidente francés Enmanuel Macrón se enfrenta a numerosas huelgas y paros donde participan miles de trabajadores que rechazan las reformas neoliberales encaminadas por su Gobierno.
Los trabajadores ferroviarios están realizando huelgas de dos días por semana por tres meses para protestar contra los cambios propuestos que les eliminará el empleo vitalicio, condiciones horarias laborales especiales y alzas salariales automáticas.
La compañía Air France ha tenido que cancelar centenares de vuelos debido a huelgas de pilotos, personal de tierra y otros obreros que reclaman aumentos tras años de congelación salarial.
En similares condiciones aparecen los jubilados al ser afectados por pagos de seguridad más altos, y los maestros realizaron paros en protesta con los planeados recortes de empleo en el sector público.
En el fondo, con el ataque con misiles a Siria, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia intentan desviar la atención de los acuciantes problemas económicos políticos y sociales que padecen, hacia un conflicto que de extenderse podría provocar un desastre mundial.
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano, especialista en política internacional.
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