lunes, febrero 24, 2020

“La Revolución de los claveles es una de las más importantes del siglo XX”



Entrevistamos a Raquel Varela historiadora e investigadora del Instituto de Historia Contemporánea de la Nueva Universidad de Lisboa y especializada en la historia del movimiento obrero portugués. Es autora, entre otros, del libro “La historia del pueblo en la revolución portuguesa 1974-1975.

El libro de Raquel Varela es un muy buen retrato del profundo proceso de autoorganización obrera y popular, el cuestionamiento del orden capitalista y la política de “contrarrevolución democrática” llevada adelante con la complicidad del PCP y el PS para acabar con la última gran revolución social de Europa occidental.
¿Qué ocurre en Portugal a partir del 25 abril de 1974?
En 1974 sucedió algo raro en Portugal. Un golpe de estado abrió las puertas a una revolución social. ¿Qué es una revolución? El momento de la historia en que las masas cuestionan el poder del Estado. Al principio sólo son masas. Luego, poco a poco, se organizan conscientemente en comisiones de trabajadores, vecinos, comisiones de gestión democrática... que serán disputadas por los partidos políticos.
El Partido Socialista (PS) no existía. Pasó de un pequeño grupo marginal con unas pocas docenas de militantes a un partido de masas con 80 mil personas en el verano de 1975. El Partido Comunista de Portugal (PCP) pasó de un partido de vanguardia de 2 a 3 mil militantes en abril de 1974 a un partido con 100 mil, un año después.
La historia cambia en un día lo que no cambia en décadas. Millones de personas, "desde abajo", tienen una voz directa en sus vidas. La política ya no es una actividad de especialistas y profesionales. Es el espectro de la autodeterminación. Fue la última revolución europea que puso en tela de juicio la propiedad privada de los medios de producción.
Las imágenes de la Revolución de los claveles siempre destacan a soldados y tanques, pero pocas veces se habla de este proceso de autoorganización obrera y popular ¿Qué rol jugó cada uno de estos sujetos?
Es una revolución democrática que se transforma en una revolución social. Lo que comenzó el 25 de abril -un clásico golpe de estado- es la semilla de una revolución social -que imprime cambios en las relaciones de producción-, iniciada como una revolución política democrática -que cambia el régimen político-. En pocos días o semanas, la sustitución del régimen político de la dictadura por un régimen democrático estaba prácticamente garantizada, pero ya se habían sentado las bases para otra revolución, que luchaba por la igualdad social.
Estas bases fueron establecidas por el sujeto social que, detrás del Ejército (y por lo tanto sin miedo), entra en la historia: la clase obrera y los sectores populares y estudiantiles. Pronto se adelantaría a este Ejército y se convertiría en el líder de la revolución, dejando al Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) recomponiendo un Estado que había entrado en crisis con el mismo golpe de estado.
La "alianza pueblo-MFA" es un proyecto político frente populista -apoyado por el PCP y el PS también en sus inicios- que pone al pueblo bajo la dirección del MFA, en una línea muy similar a la del PCF en Francia entre 1945 y 1947, la política de "reconstrucción nacional" que abordo también en mi libro sobre la historia del PCP en la Revolución. Contra este proyecto comenzó a surgir una dualidad de organismos de poder, una parte del MFA se escindió y se unió al "poder popular", que era la autoorganización de la clase obrera en comisiones de obreros, vecinos y, más tarde, soldados.
La Revolución de los claveles es una de las revoluciones más importantes de todo el siglo XX, con una gran extensión de la dualidad de poderes. Desde el punto de vista de la extensión de este poder paralelo al Estado, es un proceso histórico que tiene muchas similitudes con la revolución italiana de 1919-1920 (bienio rosso), con la revolución húngara de 1956 y con la revolución chilena.
Es también, y esta es otra característica importante, una revolución en la metrópoli que ocurre debido a las revoluciones anticoloniales (guerra colonial) en las colonias portuguesas.
Se dieron huelgas, ocupaciones de fábricas… ¿Podrías hablarnos más sobre esta participación de la clase trabajadora en todo el proceso?
La mayoría de los conflictos sociales de la revolución portuguesa están liderados por los trabajadores, en particular los de los grandes cinturones industriales de Oporto, Setúbal y Lisboa, especialmente este último que reúne el 43% de los conflictos laborales. Se producen en el sector que produce valor directamente, por una clase obrera relativamente joven (la gran migración del campo a la ciudad se produjo a principios de los sesenta) y concentrada geográficamente.
Las políticas "reformistas", en el sentido clásico del término, como las nacionalizaciones, la reforma agraria o la mejora de los salarios, adquirieron una dimensión revolucionaria porque fueron conquistadas con los métodos propios del movimiento obrero (huelgas, ocupaciones de tierras y fábricas) y, en muchos casos, a través de organismos autónomos de trabajadores, trabajadores agrícolas y, en un momento dado, los soldados.
¿Cómo funcionaban las comisiones de trabajadores?
Los días 25 y 26 de abril, el pueblo se dirigió a los lugares de trabajo para participar de lo que estaba sucediendo. Nadie sabía bien lo que era, pero se esperaba el anhelado fin de la dictadura, razón suficiente para abandonar el hogar. Cuando la gente llegó a sus lugares de trabajo, en cientos de casos se reunieron y comenzaron a discutir de política, en un país donde el lema había sido que "no se habla de política ni de religión".
¿Quiénes eran estas personas? Trabajadores de la industria y los servicios y estudiantes ¿De qué hablaban? En primer lugar, de "apoyo a la Junta de Salvación Nacional y al MFA para derrocar al fascismo". En segundo lugar, las demandas relativas a los grupos sociales que representaban empiezan a aparecer gradualmente. La organización nace de la necesidad, no hay interlocutores definidos excepto en las grandes empresas industriales y de comunicaciones, donde ya existían comités de empresa que en muchos casos comienzan a funcionar rápidamente en sesión plenaria.
La primera cuestión, por supuesto, fue la lucha por la libertad. ¿Cuántas revoluciones en la historia son generadas no sólo por la desigualdad social y la guerra, sino también por regímenes dictatoriales? Pero los trabajadores que comenzaron a ir al lugar de trabajo para participar en el derrocamiento del régimen comenzaron inmediatamente a poner sobre la mesa las demandas de carácter social. En el corazón del régimen -dictadura o democracia- estaba el dilema del sistema -capitalismo o igualdad social-.
El marco político y sindical portugués, heredado de la dictadura de Salazar, determinó que la mayoría de los sectores obreros e intermedios de la sociedad no pertenecían, en el momento del golpe de estado, a ninguna organización política, y los sindicatos fascistas estaban totalmente desacreditados. Las huelgas de 1968-1970 y 1973 no implicaron el derrocamiento del régimen. Fue otra ola de huelgas, como las de 1969 o 1962. Sin embargo, lo que fue cualitativo en 1974 fue el golpe militar dirigido por el MFA.
Los sindicatos nacionales, controlados por el Gobierno, fueron desacreditados como estructuras para la dirección del movimiento obrero, y la Intersindical, una estructura alternativa creada en 1970, dirigida por católicos progresistas y el PCP (todavía no está claro cuál de estos sectores, hasta 1974, tenía más peso en esta estructura), llega al 25 de abril con influencia en sólo 12 sindicatos. De las 158 empresas que tuvieron conflictos laborales entre el 25 de abril de 1974 y el 1 de junio de 1974, la instancia de negociación de los conflictos fue, en 61 casos, la comisión de trabajadores, en seis la comisión de empresa, en diez el sindicato nacional o de distrito. [1]
Será durante la revolución, y debido a la revolución, que la Intersindical se convierte en la estructura dirigente del movimiento obrero organizado, pero en un proceso largo que durará toda la revolución y que se lleva a cabo en un diálogo muy tenso con las comisiones de trabajadores.
Las comisiones obreras, una forma de organización de tipo consejista, aparecen en casi todas las fábricas y servicios del país, son elegidas en asambleas de trabajadores y en ellas debe funcionar el principio de libre revocabilidad. Este hecho no puede ignorarse para comprender hasta qué punto se ha cuestionado la propiedad privada en este rincón de Europa. Son éstas, y no las direcciones sindicales, las que están en el origen de la mayoría de los conflictos laborales al comienzo de la revolución portuguesa, liderando algunos de los más importantes, y generando así la oposición del PCP y la mayoría de las direcciones sindicales, que consideraban a las comisiones de trabajadores "formas salvajes de organización, instrumentos de clientelismo y "divisionismo".
Surgen otras instancias de autoorganización popular, como las comisiones de vecinos y soldados ¿Qué carácterísticas tenían?
Las comisiones de vecinos eran auténticos "órganos locales de decisión". Nacieron casi inmediatamente como una estructura local de toma de decisiones, actuando como un poder paralelo frente a los ayuntamientos en recomposición. Los ayuntamientos terminaron sirviendo más como fuente de personal y financiación para los principales partidos (especialmente el PS y el PCP) que como órganos de gestión local, ya que esta gestión fue asumida por las comisiones de vecinos en articulación casi directa con el poder central y el MFA. Las formas de coordinación de las comisiones de vecinos eran variadas, pero fueron los primeros órganos de doble poder en coordinarse, antes que las comisiones de trabajadores.
Mário Tomé, de la Policía Militar, recuerda que las comisiones de soldados comenzaron a existir de facto después de la división del MFA en agosto y septiembre de 1975 y que éstas también influyeron en todo el proceso: "las comisiones de soldados eran el núcleo revolucionario dentro de la tropa, incluso dentro de la tropa de izquierda". Esta dualidad de poderes, que es la esencia de un proceso de democratización en una estructura estatal central, contó con el apoyo de unas decenas de oficiales del MFA, que serán detenidos en el golpe de Estado del 25 de noviembre de 1975.
¿Cuáles son los elementos que permiten analizar estas comisiones como experiencias de dualidad de poderes? ¿Hubo coordinación?
En septiembre se reúne en Covilhã, en el norte del país, esta vez bajo la égida del Movimiento Reorganizativo del Partido del Proletariado (maoísta), pero también con la participación del Partido Socialista (PS) y el Partido Revolucionario de Trabajadores (trotskista), un encuentro nacional de Comisiones de Trabajadores (CTs). El congreso reúne a 95 comisiones de trabajadores (53 con derecho a voto, 42 con estatuto observador), pero reconoce que no pueden dar la dinámica revolucionaria al proceso que debería dar una coordinación de las CT a nivel nacional. Los ejes programáticos que salen de las declaraciones del congreso son la lucha por 8 horas al día, 5 días a la semana, el armamento de las CTs en comisiones militares constituidas por ellas, el rechazo de los despidos y, sobre todo, "el desarrollo del control obrero, de toda la producción y distribución y consumo". [2]
Más importante es la coordinadora del CIL -que reúne a las comisiones de trabajadores del Cinturón Industrial de Lisboa (CIL)- que será clave en las "movilizaciones del verano y otoño de 1975, agrupando entre doscientas y trescientas CT de la capital, y que se desplegarán en estructuras regionales similares en Setúbal, Oporto y Braga en los próximos meses y años". El CIL, aunque tenía un peso de líderes asignados al PCP, no fue hasta 1975 una estructura monolítica dirigida por este partido. El CIL es "la estructura organizadora de la gran manifestación celebrada en Terreiro do Paço el 16 de noviembre de 1975" y convocará varias manifestaciones con un poder de movilización muy amplio, entre septiembre y noviembre de 1975, apoyadas por casi todos los partidos a la izquierda del PS.
¿Cuál fue la política del Partido Comunista y la Intersindical con estas comisiones?
Cuando, por primera vez, las comisiones obreras del cinturón industrial de Lisboa se reúnen en Barreiro el 8 de noviembre de 1975, el PCP abogó por una política de mantenimiento de la producción verificada por una comisión de control de la producción que representaría a "todos los sectores importantes de la empresa". Recordando que en ese momento había 322.000 desempleados, casi 10 veces más que el 25 de abril de 1974, el PCP consideraba que "la crisis del desempleo no consiste en reducir la jornada laboral", sino en mejorar la organización de los trabajadores, la nacionalización del comercio exterior y el "máximo aprovechamiento de la capacidad productiva". [3] En su conjunto, estas medidas permiten crear las condiciones para que los empresarios restablezcan la tasa de acumulación, medidas que, en opinión de la PCP, podrían aplicarse junto al "aumento de los salarios de los trabajadores peor pagados" y el rechazo de las indemnizaciones a los antiguos dueños de las empresas nacionalizadas.
Por último, el partido se opone firmemente a la creación de un órgano nacional de coordinación de las comisiones de trabajadores, argumentando que deberían desempeñar un papel de facilitadores de las asambleas populares, pero sin coordinación entre ellas: "vemos que la creación de un órgano superior institucionalizado y definitivo de la C.T. podría acarrear el peligro de dispersar esfuerzos, desviando a la C.T. de sus objetivos fundamentales". [4]
Las comisiones obreras no eran una alternativa nacionalmente organizada a la Intersindical, aunque muchas veces, en las fábricas, eran una fuerza que anulaba la del sindicato central. Había una diferencia colosal entre su poder -extendido en empresas y fábricas, mucho mayor que el de la Intersindical- y su organización embrionaria. La Intersindical creció con un aparato más maduro, también porque había reunido a muchos cuadros experimentados del pasado: coordinada a nivel nacional, con delegados, sedes, cuadros, fondos...
Aun así, la crisis revolucionaria se producirá entre septiembre de 1975 y noviembre de 1975, y aquí juegan un papel clave las CT ya organizadas en el CIL, el Comité de Lucha de Setúbal y otros organismos de coordinación embrionarios. El eventual éxito de la coordinación nacional de las comisiones obreras tuvo una dinámica que puso en tela de juicio la dirección del PCP y, sobre todo, apareció como una organización obrera autónoma y combativa en medio de una revolución: "como miembro de la CT Setenave señalaba el director D. Edinger acerca de una estructura nacional de CTs, cualquiera que domine tal estructura domina efectivamente el país". [5]
En conclusión, creemos que la desorganización de la clase obrera, favorecida por las prohibiciones de la dictadura, fue un hecho de debilitó al Estado en 1974 y 1975 y fortaleció, concomitantemente, la dualidad de poderes. El vacío organizativo fue un factor perturbador para el Estado porque abrió espacio para las CT. En comparación con España, donde las CCOO ya estaban bien establecidos cuando se abrió el proceso de Transición, Portugal tenía un pequeño embrión de sindicato, que dejaría espacio para las CTs. Pero su incapacidad para organizarse fuertemente en una estructura nacional, un "soviet" unificador, dificultó la resistencia organizada por parte de los únicos que podían hacerlo al golpe contrarrevolucionario del 25 de noviembre de 1975.
¿Qué papel juega el Partido Comunista de Portugal y el Partido Socialista durante la revolución?
La estrategia del Partido Comunista Portugués, entre el 25 de abril de 1974 y el 25 de noviembre de 1975, era asegurar en Portugal la consolidación de un régimen democrático, con el objetivo de lograr una relativa independencia del país de los países centrales, en el marco de un capitalismo regulado, en el ámbito de la Alianza Atlántica.
A lo largo de la investigación, sostuve que para ejecutar esta estrategia el partido traza como políticas centrales: 1) una amplia unidad democrática, con sectores de la burguesía y la pequeñoburguesía, que implicó la lucha contra la derecha más conservadora y el intento de aislar a la extrema izquierda; 2) la unidad del movimiento obrero con el Movimiento de las Fuerzas Armadas, la "alianza Pueblo-MFA"; 3) la construcción de un sindicato único centralizado por él, que servirá de estructura para la unidad y la organización del movimiento obrero portugués y de reserva estratégica para el reclutamiento del personal, los militantes y los recursos financieros del PCP; 4) el control de las nacionalizaciones y la reforma agraria por parte de las estructuras sindicales en articulación con el Estado; 5) una política de oposición a todos los obstáculos a la producción, la "batalla de la producción", ya sea en forma de sabotaje económico o de huelgas; 6) contribuir a la política de "distensión" entre los EE.UU. y la URSS y colaborar en favor de la independencia de las colonias bajo la dirección de los movimientos de liberación apoyados por la URSS; 7) obstaculizar la formación de órganos de doble poder en el seno del movimiento obrero, del movimiento popular y de las fuerzas armadas y obstaculizar la coordinación de éstos a nivel nacional.
En 1976, Kissinger agradeció personalmente a Olof Palme por el apoyo dado a Soares, del PS, contra la revolución de los claveles. Soares estaba mucho más cerca ideológicamente de Allende, asesinado por un golpe de estado codirigido por Kissinger como Secretario de Estado de Estados Unidos. Para entonces, el SPD alemán había transferido a Portugal la mayor cantidad de dinero jamás transferida a un partido fuera de Alemania para construir el PS. Dinero utilizado para contratar personal, abrir sedes, dirigir sindicatos, ayuntamientos e instituciones. Lo mismo le ocurrió al PCP, con el apoyo de la URSS, en gran medida a través de la RDA. El PS y el PCP lucharon por la organización de ese mar de gente.
Soares convenció a sus colegas nacionales e internacionales de una estrategia absolutamente nueva en el marco de las revoluciones posteriores a 1945. La derrota de la revolución no se produciría a través de un sangriento golpe militar y una represión generalizada como de costumbre, sino a través de una mezcla de un golpe militar controlado (25 de noviembre) y el establecimiento de un régimen civil de democracia representativa.
Todo es diferente de Chile. Comenzó así en noviembre de 1975 con la imposición de la "disciplina", es decir, de la jerarquía, en los cuarteles. Y se consolida a través de un proceso de "contrarrevolución democrática": Portugal es el primer ejemplo de éxito de una revolución derrotada con el establecimiento de un régimen de democracia representativa. Este modelo será utilizado en la España franquista e incluso en Chile, Brasil y Argentina en la década de 1980, llamado la Doctrina Carter. Podría y debería ser "Doctrina Soares".
¿Y los partidos de la extrema izquierda maoísta y trotskista? ¿Qué estrategia política tuvieron durante la revolución?
La revolución portuguesa tuvo lugar exactamente en los años de la mayor transformación económica y social del mundo occidental desde la posguerra. En mayo de 1968 se inauguró una nueva situación política mundial, marcada por dos factores que no se dieron en los países centrales desde la derrota del nazismo-fascismo en 1945: el reingreso en la arena política de las clases trabajadoras y el comienzo del fin de la hegemonía de los partidos comunistas leales a la Unión Soviética. Pero eran partes muy frágiles. Oscilaban en verdad entre el apoyo a la estrategia del PS y la del PCP, la política de independencia era muy marginal.
¿Cómo se llega a la contrarrevolución del 25 de noviembre de 1975 y qué pasa?
Es un golpe de estado contrarrevolucionario, dirigido civilmente por los socialistas, pero que se produce sin la resistencia de los comunistas. De hecho, pone fin a la dualidad de poderes en los cuarteles. Fue a partir del 25 de noviembre de 1975 cuando se inició un nuevo régimen, lentamente es cierto, ya que la revolución tarda más de diez años en ser derrotada, la fuerza de trabajo en ser "flexibilizada" (de 1986 a 1989), la contrarreforma agraria (1982) en ser llevada a cabo, así como la progresiva erosión del estado social con privatizaciones (1989). Pero fue en esa fecha cuando se retomó la disciplina de producción para la acumulación de capital, lo que fue reconocido públicamente en el discurso del jefe militar golpista, Ramalho Eanes, en las celebraciones del segundo aniversario del 25 de noviembre de 1975. [6]
¿Cómo se ve hoy en Portugal esa experiencia y qué balances tienes?
Este pasado revolucionario, cuando los más pobres, los más frágiles, a menudo analfabetos, se atrevieron a tomar la vida en sus propias manos, es hoy una especie de pesadilla histórica de las actuales clases dominantes portuguesas. Tanto es así que insisten en que, a 45 años de la revolución, sólo se celebre el 25 de abril, olvidando que ese día fue el primero de los 19 meses más sorprendentes en la historia de Portugal. Y que Portugal era, junto a Vietnam, el país más seguido por la prensa internacional de la época. Las imágenes de la gente de los barrios de chabolas sonriendo con los brazos abiertos, junto a jóvenes militares barbudos y alegres, llenó de esperanza a los pueblos de España, Grecia, Brasil.... La mayoría de los que vivían aquí se regocijaron. Una de las características de las fotos de la Revolución portuguesa, como la de la portada de mi libro, es que la gente casi siempre está sonriendo en ellas. No por casualidad, Chico Buarque cantó: "Sé que estás celebrando, hombre."

Carlos Muro

Notas

[1] Santos, Maria de Lurdes, Lima, Marinús Pires de, Ferreira, Vítor Matias, O 25 de abril e as Lutas Sociais nas Empresas, Porto, Afrontamento, 1976, 3 volumes.
[2] «Viva a Classe Operária», órgão do Secretariado Nacional das Comissões de Trabalhadores, Ano I, 10 de outubro de 1975, In Pasta «Portugal, 1974-1975», Arquivo do International Institute for Social History, Amsterdam.
[3] «Encontro de trabalhadores da Cintura Industrial de Lisboa». In Avante!, Série VII, 13 de novembro de 1975, p. 5.
[4] Ibidem
[5] Pérez, Miguel, Contra a Exploração Capitalista. Comissões de Trabalhadores e Luta Operária na Revolução Portuguesa (1974-75), Dissertação de Mestrado em História dos Séculos XIX e XX, Faculdade de Ciências Sociais e Humanas, Universidade Nova de Lisboa, agosto de 2008, p. 143.
[6] EANES, Ramalho, «No 2.º aniversário do 25 de novembro», Discurso proferido em Tancos. In Secretaria de Estado da Comunicação Social, 1978, p. 10.

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