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lunes, julio 06, 2020
El Papa Francisco sigue encubriendo al ex obispo de Orán, el abusador Gustavo Zanchetta
Hace exactamente un año, la fiscal penal de Violencia de Género y Delitos contra la Integridad Sexual de Orán, María Soledad Filtrín, requirió juicio oral y público, en la causa caratulada “Zanchetta Gustavo Oscar-Abuso sexual simple continuado agravado por ser cometido por un ministro de culto religioso reconocido”, en perjuicio de dos víctimas. Ahora se conoció que Zanchetta, ex obispo de Orán, fue restituido en sus funciones, de las que había sido apartado, en la Secretaria de la Sede Apostólica (APSA), un organismo clave que administra las propiedades inmobiliarias y financieras del Vaticano en todo el mundo.
Como lo demuestra el documento publicado por El Tribuno, Sanchetta salió del país el año pasado, a pesar que la fiscal a cargo de la investigación alego peligro de fuga, gracias a un certificado extendido por la Santa Sede y firmado por el sustituto de la Secretaría de Estado, Edgar Peña Parra. Desde el Vaticano habían declarado mandarlo a llamar para pedirle la renuncia. Se demuestra que solo dejó de asistir, y hoy Zanchetta está de nuevo en el mismo puesto.
Zanchetta contó desde un principio con el encubrimiento íntegro del Papa y el Vaticano. En el 2017 cuando era obispo de Orán, sorpresivamente renunció, alegando problemas de salud y se fue al Vaticano. Días después salió a la luz que en realidad pesaban sobre él las denuncias de abusos a seminaristas y una causa por administración fraudulenta. Se fue ante la inminente actuación de la justicia. Una vez instalado en el Vaticano, fijo domicilio en Santa Marta, la misma residencia del Papa y luego fue nombrado en la APSA, a sabiendas de las causas por abuso en Orán.
El 26 de noviembre del 2019 se presentó en Orán ante la Jueza Zamora Toledo, con dos abogados, uno por la causa penal y otro puesto por el Vaticano. Este último se presentó como su vocero y representante canónico, Javier Belda Iniesta, que en una entrevista a La Nación del 30/11/19, se quejó de un ensañamiento armado, ya que la acusación no es violación, “si no por abuso sexual simple, que puede ser un abrazo que quizá fue considerado demasiado largo, una mano, pero no violó a nadie”.
Zanchetta se presentó para evitar un pedido de captura internacional, ya se lo había declarado en rebeldía, por no fijar domicilio ni responder los correos electrónicos. En la audiencia se lo puso en conocimiento de la acusación y del pedido de juicio oral y público. Pasaron 7 meses y el juicio aún no tiene fecha, por lo pronto y confiados en la mano blanda de la justicia salteña, el ex obispo vuelve a sus funciones en el Vaticano.
Fue una puesta en escena la “gran cumbre para fijar medidas de protección a los menores”, que celebró el Papa en enero del 2019. Muchas de las víctimas denunciaron que la medida buscaba desalentarlas a que acudan a la justicia ordinaria. Los hechos demuestran que fue una maniobra para ganar tiempo, porque cuentan también con la impunidad que le da la justicia ordinaria manejada por el poder político en todos los países.
En Salta, no lograron avanzar las causas contra los curas abusadores, aún está en manos de la corte definir si prescriben las denuncias contra el cura Aguilera, capellán de la Universidad Católica, una instancia que marcara un precedente, para poder juzgar a otros, que tienen denuncias por hechos ocurridos en la década del 90 o antes.
Lo de Zanchetta revela que a pesar de las poses, desde el Vaticano se sigue amparando a los curas abusadores, como lo hace también el régimen político y la justicia en los distintos países. Salta y la Argentina no son la excepción. Por eso debemos redoblar la lucha para que los casos no queden impunes y para la separación de las iglesias del estado.
Gabriela Cerrano
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