Luego de casi un mes, las movilizaciones en la capital de Bielorrusia, Minsk, y otras ciudades no han cesado en magnitud ni en firmeza. Las consignas siguen exigiendo la renuncia de Lukashenko y la convocatoria a nuevas elecciones presidenciales. Según los medios independientes, cerca de 100.000 personas participaron en la protestas este último domingo.
La respuesta del gobierno fue el envió de miles de uniformados antidisturbios (y militares) y una decena de vehículos blindados a las calles de Minsk, abarrotadas de camiones del Ejército y furgones hidrantes. La represión contra los manifestantes incluye también la detención de más de una veintena de periodistas de medios internacionales como Reuters, la BBC o AP. Esto parece es el mayor despliegue militar desde que comenzaron las protestas. El despliegue militar se traslada también, ya en forma abierta, como ejercicios militares en la región de Grodno (cerca de la frontera con Polonia y Lituania) que simulan la defensa ante una invasión. Lukashenko acusó a Polonia de tener planes de anexar la región fronteriza de Grodno.
La detención de manifestantes y periodistas se completó con la detención de dos miembros de la directiva del Consejo coordinador (creado por la opositora exiliada Svetlana Tijanóvskaya), a los que las autoridades acusaron de “organización de actos masivos no autorizados”.
La posición de Putin ha quedado explicitada en una entrevista para la cadena pública televisiva “Rossiya 24”, en la que se refirió por primera vez a la crisis política que vive Bielorrusia, planteando la posibilidad de que fuerzas de seguridad rusas apoyen a las fuerzas militares bielorrusas contra las protestas. Sin embargo, ambos presidentes (Lukashenko y Putin) acuerdan en que esta intervención aún hay que discutirla.
En la entrevista, Putin señaló que Rusia ha formado una “unidad de seguridad en la reserva” (a pedido de Lukashenko) para intervenir en Bielorrusia “si la situación se descontrola”. Es lo que establece el pacto -del cual participan también Armenia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán- que habilita a una intervención militar en caso en que algún país invoque una “agresión exterior”. Rusia ha refinanciado mil millones de deuda bielorrusa. Algunos analistas creen que es una forma de “apuntalar a Lukashenko” hasta que el Kremlin halle un relevo.
Tanto la Unión Europea como Estados Unidos vienen presionando para lograr que Lukashenko “acceda” a realizar nuevas elecciones. Las sanciones votadas el19 de agosto, en la cumbre de la UE no se han llevado adelante, salvo para personeros políticos del gobierno de Lukashenko.
Rusia como la UE muestran una falta de unidad puertas adentro frente a la crisis. El temor de ambos bloques es que crezca la intervención de la clase obrera y su impacto en la clase obrera de Rusia. Los lazos históricos entre los pueblos de uno y otro son fortísimos.
Lucas Benvenuto
01/09/2020
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