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domingo, septiembre 13, 2020
Ernest Mandel en cuatro palabras…
La figura de Ernest Mandel, conocido también como Ernest Germain y más clandestinamente como «Walter», variaciones que, en opinión de mucha gente, no dejaba de comportar diferencias y matices. Mandel sería el rostro creativo mientras que Germain sería más el defensivo, una dualidad que, empero, el propio Ernest consideraba injusta, pero que era certificada no solamente por personas ajenas a la Internacional sino también en la LCR francesa y española…
La tentativa marxista de comprender la realidad para transformarla a través de la mayoría social, y con una finalidad abierta y emancipadora (la democracia participativa y el socialismo igualitario), partiendo de la realidad nacional en combinación con una opción internacionalista, cuyo breviario codificado por Karl Kautsky se convirtió en la oficial de la Segunda Internacional, triunfó en buena parte de sus congresos, pero cuando se tenía que celebrar en Viena, justamente agosto de 1914, el X Congreso, en el las expresiones más contrarias al militarismo tenían carta para imponerse en el debate. Luego estalló una guerra que, de entrada, mostraría la existencia de una rotunda disociación entre la acción posibilista y las palabras socialistas (Georges Haupt realizó un estudio impresionante de Le Congrès manquè, de la International en las vísperas de la Primera Guerra Mundial, cuya edición de Maspero, París, 1965, no ha sido traducida). Al lado de estalinismo la socialdemocracia podrá aparecer como más «liberal», como una tradición que permitirá márgenes de tolerancia y pluralidad…
Esta contradicción entre la teoría y la práctica será todavía más fragante con la corrupción estalinista de la III Internacional por la rusificación estalinista que se traslucirá en los manuales soviéticos actualmente olvidados pero que tuvieron un peso en toda una tradición escolástica. Un ejemplo lo suficiente representativo puede ser el siguiente: en la misma en la misma época en que Palmiro Togliatti redacta su famosa edición del Tratado de la tolerancia, de Voltaire (Crítica, Barcelona, 1977, tr. de Manuel Sacristán), es cuando el propio Togliatti bramaba contra el «titotrotskismo»…
En este tiempo, hasta la edición de los clásicos se encuentran congeladas o distorsionadas, así la edición buena parte de los escritos del último Lenin permanecen ocultos hasta años después del XX Congreso del PCUS, Rosa Luxemburgo era «maldita», algo no muy diferente ocurrió con el legado de Gramsci, o con el del primer Lukács, etc. De hecho, el mismo conocimiento de Marx se encuentra catalogado como un legado cerrado, del que se escamoteaba sus tiempos de evolución, sus saltos, rupturas y contradicciones, una visión completa y dinámica. En este contexto, tal como hemos explicado, la corriente se debate en una tensión constante entre la defensa de la tradición y la necesidad de una puesta al día de los supuestos teóricos, incluyendo la propia nuevas «lectura» de Marx y Engels a partir del conocimiento mucho más amplio de sus biografías y de buena parte de sus obras, o del mismo proceso de los títulos que jalonan la concepción marxista de la historia.
Inmersa en su historial de tensiones y debates, la IV Internacional trata de dar respuestas tanto a las exigencias de una influencia práctica, como a las exigencias de unas nuevas explicaciones de todo lo que había cambiado. En este marco cobra un protagonismo especial la figura de Ernest Mandel, conocido también como Ernest Germain y más clandestinamente como «Walter», variaciones que, en opinión de mucha gente, no dejaba de comportar diferencias y matices. Mandel sería el rostro creativo mientras que Germain sería más el defensivo, una dualidad que, empero, el propio Ernest consideraba injusta, pero que era certificada no solamente por personas ajenas a la Internacional sino también en la LCR francesa y española. Nacido en Francfort en el seno de una familia judía, de nacionalidad belga, políglota, multifacético e incansable (su producción teórica combinaba los grandes estudios, los trabajos en las revistas así como los copiosos textos de los debates internos, fue tal que podrían crear la sensación de que su lectura habría ocupado el día el día de un lector)…Su vida y su obra estuvieron dedicadas a la idea que había asumido desde su primera juventud, en la que tuvo una influencia su padre, Henri Mandel, a cuya memoria dedicará, su primera gran obra, el Tratado, desde su joven incorporación a la resistencia antinazi, y al esfuerzo constante por su «espíritu intrépido, corazón generoso, que me inició en la doctrina de Marx y me enseñó a combatir la explotación y la opresión en todas sus formas para que todos los hombres puedan ser hermanos».
Antes de destacar como el representante más reconocido del «trotskismo» dentro de lo que se había venido a llamar la «Nueva Izquierda», Mandel había vivido la aventura militante en el abismo de la ocupación nazi como miembro activo de la Resistencia belga, escapó de un campo de concentración, y trabajó desde la clandestinidad por reconstruir la red desarticulada de la Cuarta Internacional, en la que aparecería como vértice del Secretariado unificado al lado de Pierre Frank y de Livio Maitan, quien, por cierto, tuvo también sus comienzos como activista de la Resistencia italiana, y todavía sigue, ahora como uno de los líderes y cerebros de Refundazione. Revolucionario sin revolución, la trayectoria militante de Mandel estuvo marcada por un compromiso fuerte que le llevaron a ser considerado como un «agitador peligroso» por las autoridades de muchos países.
Ya en 1964 fue expulsado del partido socialista belga por «trotskista», después de lo cual siguió siendo uno de los portavoces de la sección, aunque menos conocidos, una parte de sus escritos como animador de la revista La Bréche, tratan de las exigencias políticas de su país adoptivo, y escribió sobre la política nacional; fue expulsado de Francia raíz de su participación en los inicios del Mayo del 68, un acontecimiento que había prevista en no poca medida, y sobre el cual escribió abundantemente (la revista Acción Comunista publicó el mismo año su primera aproximación; también lo fue expulsado de las dos Alemanias, en la Oriental como amigo de los disidentes, en la Occidental por ser uno de los animadores de la izquierda extraparlamentaria. Viajó constantemente invitado por las secciones de la última internacional, una continuidad que difícilmente se puede explicar sin la amplitud de su entrega militante y teórica, pero también por corrientes discrepantes de los partidos comunistas, y por las Universidades, dictando conferencias sobre los temas más diversos. El propio hecho de que las más diversas sectas trotskianas olvidadas, carentes de aportaciones que hayan sobrevivido el tiempo, lo trataran despectiva y sumariamente de “pablista” (o “mandelista” como una variante de Pablo), evidencia hasta que extremo llegaron y llegan todavía corrientes encerradas en el culto a las “sagradas escrituras”, incapaces de situarse ante las derrotas y los grandes cambios históricos.
Estuvo en los orígenes de la constitución de la LCR, y en el proceso que llevó a ETA VI Asamblea hacia el «trotskismo», y Fontamara publicó buena parte de su obra, alguna de las cuales, como Crítica al eurocomunismo (1978, tr. de Emili Olcina), fue presentada en un acto multitudinario en el Paraninfo de la Universidad de Barcelona con la intervención de José Mª Vidal Villa. Los «antiguos» de la LCR lo recordara como un militante más haciendo sus deberes más elementales a pesar de que era un invitado al que le correspondían arduas ponencias, debatiendo con cualquiera, y haciendo su cola a la hora de las comidas). Desde hacía tiempo, Mandel trabajaba también como director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Libre de Bruselas, en su sección flamenca
Militante en todas las tareas exigidas, sindicalista que emerge como el “cerebro” de la huelga general” belga de 1960, la obra escrita de Mandel alcanzó una difusión en castellano muy amplia en los años sesenta y setenta, y remitió en los años ochenta, cuando sus últimas aportaciones como Oú va l´URSS de Gorbatchev (La Brèche, París), The Meaning of the Second World War, Revolutionary Marxism Today (Verso Books, Londres), The Long Waves of Capitalist Development (Cambrigde University).
En 1962 aparece su primera gran aportación, que marca un antes y un después en la teoría económica marxista en relación a los cambios operados en la segunda postguerra con el llamado «neocapitalismo», el Tratado de Economía marxista (ERA, México, 1969, tr. Francisco Díez del Corral; existe también una temprana edición cubana que en París se podía encontrar en la Librería Ebro, del PCE) que, fue subtitulado deliberadamente Un intento de explicación. Esta trabajo, que supone en buena medida una crítica al libro de los importantes economistas marxistas norteamericanos Paul Baran&Paul M. Sweezy, El capitalismo monopolista, tuvo una amplia difusión en numerosas lenguas y ejerció gran influencia en una parte nada despreciable de la nueva generación de economistas marxistas críticos. Una ampliación del Tratado son sus Ensayos sobre el neocapitalismo (ERA, México, 1971), que comprende dos anexos que ilustran sobre las repercusiones de la obra de Mandel en los Estados Unidos, uno de David Horowitz (A favor de una teoría neomarxista), otro de Martin Nicolas (La contradicción universal). Otra prolongación mandeliana del debate sobre el «siglo norteamericano» se encuentra en su obra escrita en controversia contra el best-seller del famoso periodista francés Jean Servan-Schreiber, El desafío norteamericano. Se trata de Proceso al desafío norteamericano (Nova Terra, BARCELONA, 1970, tr. Mariangels Mercader y Pere Margenat), y que sería la primera obra de Mandel publicada en España.
Entre 1963 y 1965 tiene lugar en Cuba. o para ser más precisos en torno a los problemas que plantea la construcción del socialismo en Cuba. un debate teórico en el cual se enfrentan diversas concepciones acerca de los métodos y las formas de dirección y gestión de la economía socialista, y en cual Mandel toma partido al lado de Ernesto «Che Guevara. a la sazón ministro de Industrias de Cuba. Otros dirigentes cubanos toman también parte directa en la polémica: Alberto Mora, ministro de Comercio Exterior; Luis Álvarez Rom. ministro de Hacienda; Marcelo Fernández Font. presidente del Banco Nacional de Cuba, y algunos otros. En contra de Mandel se pronuncia Charles Betelheim, ulteriormente uno de los teóricos europeos del maoísmo, a favor del cual trató de ofrecer una teorización sobre la naturaleza del Estado soviético y del estalinismo, y en oposición al «trotskismo», hasta que la crisis china que provocó la caída de la llamada «banda de los cuatro», y la consiguiente desacralización de Mao, le llevó a rectificar drásticamente de sus anteriores posiciones. Anteriormente Bethelheim había sido el autor de un vigoroso trabajo sobre La economía alemana bajo el nazismo (2 Vol., Fundamentos, Madrid, 1972, tr. Ignacio Romero de Solís), por el que fue tachado de «trotskista» en 1945 en Francia. La edición de los principales documentos se encuentra en El debate cubano (sobre el funcionamiento de la ley del valor en el socialismo) (Laia, BARCELONA, 1974, con un prólogo de José Mª Vidal Villa), comprendía dos trabajos de Mandel, El gran debate económico y Las categorías mercantiles en el período de transición, éste último publicado en Cuba en la revista «Nuestra Industria. Revista Económica» (1964).
La editorial Fontamara dio a conocer la ya citada Crítica del eurocomunismo, La crisis (un análisis de la crisis económica al final de los setenta imprescindible para las precondiciones del triunfal-capitalismo neoliberal), De la burocracia (todo un tratado sobre los orígenes, las razones y el significado de esta casta social), Debate sobre la URSS (con Denis Berger), El pensamiento de León Trotsky (1979, tr. Agustín Maraver)…Sobre la historia del movimiento obrero (tr. Emili Olcina), que abarca estudios sobre la «Commune» de París; la Iª Internacional; Rosa Luxemburgo (el texto que sirvió de introducción a la edición de Anagrama de 1976 de El folleto Junius, titulado también La crisis de la socialdemocracia, con prólogo de Clara Zetkin); 30 preguntas y 30 respuestas en torno a la nueva «Historia del PCUS», sobre la historia oficial estalinista; varios trabajos sobre Trotsky, y unos textos sobre la (Cuarta) internacional…Este grueso volumen tenía en principio que ser complementado por otros dos aparecidos Los estudiantes, los intelectuales y la lucha de clases (con una introducción del recientemente fallecido Michel Lequenne en La Brèche, 1979), que recoge textos sobre estas cuestiones entre 1968 y 1975; y La larga marcha de la revolución (Galilée, 1976, con prólogo de Jean-Marie Vincent), que reúne reflexiones de Mandel desde la inmediata postguerra hasta el IX Congreso de la IV Internacional, con un amplio apartado sobre el maoísmo y la «revolución cultural» china. La mexicana ERA editó sus dos obras más importante, el Tratado, y El capitalismo tardío México, 1979, tr. Manuel Aguilar Mora), que constituye –como ha subrayado Perry Anderson– el primer análisis sobre el desarrollo global teórico del desarrollo del modo de producción capitalista desde Ia Segunda Guerra Mundial en el marco de las categorías marxistas clásicas; aparte de la ya citada, Control obrero, consejos obreros, autogestión.
Entre otros trabajos de investigación y de difusión del marxismo, cabe anotar, La formation de la pensée éconómique de Karl Marx (Maspero, París, 1967), que analiza el proceso evolutivo del pensamiento de Marx, abarcando los siguientes aspectos: De la crítica de la propiedad privada a la crítica del capitalismo; De la condenación del capitalismo a la justificación socioeconómica del comunismo; Del rechazo a la aceptación de la teoría del valor-trabajo; Un primer análisis de conjunto del modo de producción capitalista; El problema de las crisis periódicas; De los Manuscritos de 1844 a los Gundrisse; De una concepción antropológica a una concepción histórica de la alienación; Desalineación progresiva por la construcción de la sociedad socialista, o bien la alineación inevitable en la «sociedad industrial«. Iniciación a la economía marxista; El lugar del marxismo en la historia; El Capital: Cien años de controversia en Torno a la Obra de Karl Marx (Siglo XXI, México); Mandel también figura entre los autores (con Roman Rodolsky, Pierre Naville, Samir Amin, Henri Lefebvre, etc) de Leyendo El Capital (Fundamentos, Madrid, 1972, tr. Ignacio Romero de Solís)
Anagrama incluyó en su colección Cuadernos, los siguientes títulos: Una introducción al marxismo (Anagrama, Barcelona, 1976, tr. Angels Martínez Castells); Problemas básicos de la transición del capitalismo al socialismo (con George Novack); La teoría marxista del Estado; Capital financiero y petrodólares: acerca de la última fase del capitalismo (con S. Jaber), Se encontrará una reedición parcial en Debate sobre Norteamérica (Anagrama, Barcelon, 1972), ¿Adónde va América? (con Martin Nicolaus) con un prólogo de Miquel Barceló…Se pueden encontrar otras aportaciones suyas en la diatriba Contra Althusser (Madrágora, 1975, tr. Josep Sarret Grau, prólogo de Manuel Cruz, luego «hombre de Cebrián» con todo lo que eso significa), con textos de Vincent, Bensaïd, Brossat, Avenas, etc; Dos pasos adelante, dos pasos atrás (El Viejo Topo, Barcelona, 1979, tr. Josep Sarret Grau), en debate con las posiciones mayoritarias del PCF (Marchais), y las ambiguas de Althusser con la «Unión de las Izquierdas» como fondo. Una buena aproximación a las ideas de Mandel se condensan en Marxismo abierto (Crítica, Barcelon, 1982, tr. Gustau Muñoz), subtitulado Una conversación sobre dogmas, ortodoxia y la herejía de la realidad, fruto del diálogo entre Mandel y Johannes Agnolis, de la Universidad Libre de Berlín Occidental. Tras descartar que el marxismo esté en crisis (…) Mandel examina críticamente los países socialistas y el movimiento obrero occidental; discute cómo abordar el tema del Estado y valora la toma de conciencia ecológica. El debate discurre también en torno a cómo manejar democráticamente la complejidad de la economía moderna y a cómo entender la democracia, lo cual conduce a preguntarse por el papel de los partidos políticos y por la «centralidad» que el marxismo ha atribuido siempre a la clase obrera como sujeto revolucionario.
Que yo sepa, las dos últimas ediciones relacionadas con Ernest son sus “Escritos” que incluye “El marxismo en la historia y otros escritos” con un prólogo de Miguel Romero, inexcusable para conocer la recepción de la obra mendeliana en las Españas (Libros de la Catarata/Viento Sur, 2005); “El significado de la Segunda guerra Mundial” con prólogo de Enzo Traverso (Viento Sur/La Oveja Negra, 2015), obra que el que escribe siguiendo la petición de Miguel Romero traté de colocar en todas las editoriales barcelonesas conocidas en los años ochenta sin éxito. Mandel era un militante llano, en nada parecido a un “líder”, entrañable como lo fue su compañera Gisele (1935-1982), a la que dedicó uno de sus libros agradeciéndole 16 años “de amor y compañerismo y para quien la espontaneidad y la generosidad hacía todos lo seres humanos era tan natural como respirar”.
Pepe Gutiérrez-Álvarez
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