Tal como lo anticipamos en Prensa Obrera en ocasión de dos artículos (La izquierda norteamericana, entre el voto a Biden y la necesidad de un partido independiente, y Opresión racial y lucha de clases), al interior del Black Lives Matter, el movimiento que comenzó bajo la presidencia de Obama contra el racismo sistémico y la violencia policial y se transformó el año pasado en la principal fuerza organizada en el alzamiento tras el asesinato de George Floyd en Estados Unidos, se estaba gestando una divergencia estratégica. La ruptura se precipitó como consecuencia de un salto de la integración de este movimiento a la política del Partido Demócrata, que es enfrentada por sectores que reivindican una perspectiva de independencia del régimen político.
Un hito en la integración de la dirección del Black Lives Matter, tal como lo reflejamos en Prensa Obrera, fue la conformación de un Political Action Comittee (PAC) para financiar y respaldar candidatos del Partido Demócrata en la última elección. Estos fondos fueron parte de una avalancha de donaciones empresariales a BLM que sirvieron para que las empresas se lavaran la cara frente a la rebelión, pero también para tratar de avanzar en la institucionalización de las organizaciones que participaron de la rebelión.
Este influjo de fondos modificó a BLM tanto en forma como en contenido. Las disidencias que han surgido comentan cómo se pasó de un movimiento que se declaraba horizontal a un manejo personalista que tiene la adjudicación de fondos como principal herramienta de disciplinamiento.
Ha sido una operación de la clase dominante, su Estado y su partido para intentar neutralizar una rebelión que iba en franco choque contra los intereses capitalistas. No solo se puso, por ejemplo, sobre el tapete la cuestión de las brechas salariales o la discriminación laboral a la comunidad afroamericana y/o afrodescendiente; sino que también se plegaron al curso de la rebelión popular desatada sectores de trabajadores con reivindicaciones y demandas específicas. Se escucharon planteos directamente revolucionarios como la exigencia del desmantelamiento del aparato represivo en respuesta a la brutalidad policial y el régimen racista.
Una ruptura de principios contra el Estado racista e imperialista
La completa ausencia de cualquier instancia de deliberación interna o régimen democrático del movimiento fue delineando la naturaleza de una dirección absolutamente burocrática. Así lo detallan en un comunicado reciente los representantes del Black Lives Matter – Inland Empire, sección que integró hasta hace poco el Black Lives Matter y decide romper con su órgano dirigente, la “Global Network” (Red Global en español). Critican la falta de transparencia del financiamiento, y cómo la Red Global utilizó una nutrida caja para imponerse en varias secciones donde los referentes del movimiento eran discordantes a su orientación. Hacen a su vez críticas muy agudas: señalan, por ejemplo, que la misma avala la degradación del movimiento en aras de una mercantilización y liquidación del contenido político del Black Lives Matter. “El uso del nombre del BLM ahora se utiliza para vender productos, adquirir ofertas de libros, ofertas de televisión y conferencias. Nos oponemos a un movimiento para sustituir el capitalismo blanco por el capitalismo negro”, apuntaron. Luego, subrayan las cuestiones fundamentales de la alianza política con el Partido Demócrata. Lo señalan como un hecho “hipócrita en el mejor de los casos”, atendiendo que los demócratas “han ignorado reiteradamente las exigencias del BLM, que son pro-policía, pro-prisión y una fuerza decididamente capitalista”.
Sobre este punto, los integrantes del Black Lives Matter – Inland Empire -que luego de romper definitivamente con el movimiento se han renombrado como The Black Power Collective- han concluido con un recorrido histórico sobre las políticas racistas pergeñadas por los ‘dems’ en Estados Unidos. Esto constituye una enorme bofetada a la dirección integrada al Partido Demócrata, porque señala que ha sido esa misma orientación la que ha dado lugar al nacimiento del Black Lives Matter como respuesta:
“Desde el apoyo de Obama a la policía y su traición a Erica Garner, hasta la denegación de justicia de «Poli Jefa» Kamala Harris para Matrice Richardson, incluso volviendo al Proyecto de Ley contra el Crimen de 1994 escrito por Joe Biden junto con la Ley de Reforma de Litigios de Prisioneros que eliminó Derechos Humanos básicos de innumerables personas negras: el Partido Demócrata ha creado literalmente las condiciones que llevaron a la formación de este movimiento. Incluso ahora, el Partido Demócrata sigue apoyando al imperialismo, matando a jefes de estado africanos, bombardeando Somalia, abusando de los inmigrantes (incluidos los de la diáspora negra) y esparciendo el ejército estadounidense en los países negros y marrones de todo el mundo. Este es un partido que es una amenaza tanto aquí como a nivel internacional. Aliarse con ellos es aliarse contra nosotros mismos”, sellaron.
The Black Power Collective se ha alejado entonces de forma definitiva del Black Lives Matter. Pero su separación no se da solo bajo su propia cuenta. Este comunicado de ruptura se formuló recogiendo, por ejemplo, otro presentado por los denominados #BLM10, diez secciones que aún permanecen bajo las banderas del Black Lives Matter, aunque se han desafiliado formalmente; y que también han esgrimido una crítica tenaz a la dirección y manifiestan un síntoma creciente al interior del movimiento.
La Red Global, integración al Estado y burocratización
El hecho final que desencadenó la ruptura fue la designación de Patrisse Cullors, quien fuera cofundadora del Black Lives Matter, como Directora Ejecutiva sin que esto sea siquiera consultado o informado a los representantes de las distintas secciones. Este atropello grafica la conformación de una burocracia que opera en nombre del movimiento a espaldas de sus bases.
El Black Lives Matter a nivel nacional recauda fortunas (Más de 13 millones de dólares a fines de junio de 2020, según informa un artículo en Político el 10 de diciembre del pasado año), pero sus distintas secciones apenas reciben financiamiento de su parte. En su carta, los #BLM10 explicitan textualmente “la mayoría de las secciones han recibido poco o ningún apoyo financiero de Black Lives Matter Global Network (Red Global) desde su lanzamiento en 2013. Fue solo en los últimos meses que los capítulos seleccionados parecen haber sido invitados a solicitar una subvención de US$500.000 creada con recursos generados debido a la labor organizativa de las secciones. Esta no es la equidad y la responsabilidad financiera que merecemos”.
Estas cuestiones sobre la transparencia financiera, sin embargo, ya habían sido planteadas en 2016. De igual forma, los integrantes del #BLM10 iban a plantear todas estas denuncias en público una vez subida Cullors al podio del aparato directivo del Black Lives Matter, pero se resguardaron en vistas de poder saldarlas reuniéndose directamente con ella. Según la principal referente del Black Lives Matter Filadelfia, YahNé Ndgo, las conversaciones no condujeron a nada. Todo esto denota que el proceso de burocratización está abierto hace ya mucho, pero ahora se ha acelerado al compás de la integración del Black Lives Matter al aparato del Partido Demócrata.
Amika Tendaji, principal referente del Black Lives Matter Chicago, subrayó “Este es nuestro nombre, hemos trabajado para ello. Y siento que las secciones realmente han honrado ese nombre y lo han hecho fuerte”. Por su parte, Dickerson, referente del Black Lives Matter Oklahoma, señaló “La gente reconoce nuestro poder dentro de nuestras comunidades (…) No somos una marca. Somos una revolución”.
La diferenciación política en Black Lives Matter ha llegado al punto de la ruptura. Estas polémicas muestran la enorme reserva política y el avance en la conciencia en el activismo que protagonizó la rebelión del año pasado. Estos anticuerpos contra la integración al Estado y al régimen empresarial muestran la necesidad de la conformación de un partido independiente de la clase obrera de Estados Unidos, de todas las razas, de todos los oprimidos. La independencia política respecto a los opresores es la condición indispensable para terminar con el sistema capitalista que engendra al racismo y a la violencia policial.
Guillermo Kane, Manuel Taba
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