La fundamentación científica de la inmunidad escolar es solamente un cuento, que difunden algunos cientistas por intereses creados, como ocurre con muchas recetas de consultorios privados o privatizadores. Se invocan a favor de la tesis de la inmunidad relativa los artículos publicados en el Journal of the American Medical Association (JAMA), una revista del Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos. Lo que se omite, sin embargo, es que esos artículos “no representan la posición oficial de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades” (Jamanetwork.net, 26/01). Incluso la Casa Blanca ha tenido que aclarar que los CDC “no han emitido recomendaciones ni requisitos formales sobre cómo pueden abrirse todas las escuelas del país. Hicieron un informe, como lo hacen con frecuencia, basado en una zona de Wisconsin” (WSWS, 02/02).
Ocurre que al margen de este análisis publicado en JAMA, la enorme mayoría de los análisis e informes publicados en revistas científicas concluyen en lo contrario de lo que dice en que dice el ‘cientificismo’ de los grandes medios, a saber, que mantener las escuelas (y universidades) cerradas disminuye en gran medida la circulación del coronavirus. Un trabajo denominado COVID Monitor, dirigido por Rebekah Jones, recoge los datos de casos positivos que van cargando las familias, cruzándolos con un exhaustivo análisis los informes oficiales. De este modo, ha contabilizado más de 600 mil casos positivos, asociados a la reapertura escolar, desde agosto de 2020 en Estados Unidos.
El peligro de la apertura escolar ha sido también observado por un estudio reciente, publicado por dos científicos, la Dra. Simona Bignami, de la Universidad de Montreal, y el Dr. John F. Sandberg, de la Universidad George Washington, que señala a los contagios en jóvenes de 10 a 19 años como un antecedente de un mayor caso de contagiados entre 30 a 49 años, concluyendo que son los hijos quienes infectan a los padres y no a la inversa. De esta manera, “la transmisión del COVID entre los niños en edad escolar no parece ser la consecuencia, sino un importante determinante del nivel general de contagio en las comunidades circundantes” (ídem).
La revista Nature publicó en noviembre pasado un artículo que señalaba que “se ha comprobado que el cierre de escuelas en los Estados Unidos reduce la incidencia y la mortalidad del COVID-19 en aproximadamente un 60 por ciento” (ídem anterior).
También la revista Science se inscribe en apoyo del cierre de escuelas al señalar “que limitar las reuniones sociales a 10 personas es el método más eficaz para contener la pandemia, seguido de cerca por el cierre de escuelas y universidades, y luego por el cierre de ´la mayoría de los negocios no esenciales´” (ibidem). Este estudio pondría en jaque todo el plan de reapertura que el presidente Biden, quien prometió luchar contra la pandemia en campaña, ha acelerado. Ya lo ha señalado el director del Consejo Económico Nacional, Brian Deese: “tenemos que abrir las escuelas para que los padres... puedan volver a trabajar” (Idem). Al fin de cuentas la ´corriente teórico pedagógica internacional´ a la que adhiere Pitrola tiene entre sus representantes a lo más connotado de la gran burguesía y sus gobiernos.
Europa
Los contagios en escuelas no son solo un problema estadounidense. En Reino Unido, Boris Johnson se vio obligado a sincerar que “el problema es que las escuelas pueden actuar como vectores de transmisión, haciendo que el virus se propague entre los hogares”.
En España, particularmente en Madrid, en solamente una semana, se duplicó la cantidad de alumnos confinados, pasando de 12.051 a 25.540. Esta situación ha llevado a los sindicatos a reclamar “ que se actualicen las medidas anticovid, ya que los protocolos datan del pasado 24 de septiembre y “contemplan escenarios que en la actualidad están ampliamente superados, tanto por número de contagios como por circunstancias climatológicas que dificultan la ventilación”. Entre otras iniciativas, pide que “se dote a los centros educativos de medidores de CO2, termómetros, sistemas de purificación y extracción de aire” (El País, 04/02). Sin embargo, un nuevo cierre de las escuelas parece inexorable.
Mientras tanto, Alemania continúa con sus escuelas cerradas hasta, por lo menos, el 14 de febrero. En Portugal, ante el inclemente brote de casos que asola el país, la primera medida que se adoptó fue el cierre de las escuelas.
La vuelta a clases es una presión más de los capitalistas por retornar a una “normalidad” en el proceso de acumulación de capital, en todo el mundo ha ocupado este lugar estratégico. El rechazo a la presencialidad, en las condiciones actuales, es una lucha estratégica de los trabajadores en defensa de su vida.
Joaquín Antúnez
05/02/2021
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