Por encargo norteamericano, la inteligencia danesa monitoreaba a líderes del viejo continente.
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Un escándalo político despuntó en Europa al salir a la luz pública revelaciones acerca del espionaje que la inteligencia militar danesa (FE) realizó contra dirigentes políticos de Alemania (incluida Angela Merkel), Francia, Noruega y Suecia. De acuerdo a la información publicada en la investigación periodística que expuso este trabajo en las sombras, el espionaje se realizó entre 2012 y 2014 y la FE danesa lo efectuaba al servicio de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos.
Escándalo
Enterados de esta situación, los jefes de Estado de Francia y Alemania, reunidos en un encuentro para fomentar la cooperación mutua, mostraron su indignación al respecto y clamaron por un “total esclarecimiento” del asunto. En las esferas diplomáticas se hizo referencia a las revelaciones dadas en 2013 por Edward Snowden, en las que se mostró como la NSA desarrollaba un masivo espionaje contra la población, pero también contra líderes de otros países. En ese entonces, produjo estupor la aparición de un teléfono de Merkel entre los dispositivos “pinchados”. La administración Obama – Biden indicó en ese momento que “EEUU no espía ni espiará a sus aliados” dejando en claro que sí pudo haber procedido a vigilar secretamente a los gobiernos europeos en el pasado. Que la actual información abarque un periodo incluso posterior a las leaks de Snowden muestra la continuidad del espionaje por parte de las agencias yanquis.
En Dinamarca, país miembro de la Unión Europea desde 1973, la ministra de Defensa, Trine Bramsen, en el cargo desde 2019, tuvo que salir a condenar el espionaje “amigo”. Si bien está planteado aplicar algunas sanciones mínimas a los implicados, tales como bloquear su acceso a nuevos puestos en el Estado, no aparece de ninguna manera la voluntad de llevar adelante una clarificación de fondo. La alianza en este terreno con EEUU es una “política de Estado” para Dinamarca, sostenida durante décadas, fundamentalmente contra Rusia, pero también, como se ve, contra los “aliados”. El próximo viaje de Biden a Europa y la reunión con Putin se darán en este caldeado escenario.
El ciberespionaje, la guerra comercial y los choques políticos
Para desarrollar sus tareas, los agentes daneses utilizaron medios electrónicos, en principio la interferencia de teléfonos celulares y conexiones de internet. El espionaje y vigilancia electrónica desarrollados a varias bandas a nivel mundial son herramientas fundamentales en los choques políticos y las disputas económicas que se libran entre las potencias.
Ante el escándalo europeo, Wang Wenbin, vocero del Ministerio de Exteriores chino declaró que “cuando se trata de robar secretos, EE.UU. siempre ocupa el primer lugar en el mundo”, en respuesta también a las acusaciones recurrentes de espionaje que recibe su país. La protección de la “seguridad nacional” ha sido uno de los principales argumentos con los que Estados Unidos viene intentando bloquear el crecimiento chino en las comunicaciones y en la industria tecnológica.
En Estados Unidos, el problema del espionaje industrial y el sabotaje a través del hacking es uno de los temas acuciantes del momento. Como consecuencia del hackeo contra el oleoducto Colonial Pipelines producido el 6 de mayo, que hizo peligrar el abastecimiento de petróleo en la costa este yanqui, Biden se dispone a aumentar en un 14% el presupuesto destinado a la ciberseguridad civil (Washington Post, 1/6).
Este ciberataque fue adjudicado al grupo de hackers DarkSide, organización supuestamente sostenida por Rusia. El espionaje, así como la utilización de todo tipo de ardides electrónicos para afectar a uno u otro contendiente en el marco de la guerra comercial y la crisis capitalista, constituye una práctica habitual por parte de los Estados.
La naturaleza del Estado
Sin embargo, la disputa que se libra por el control de los mercados no quita que, en lo fundamental, el espionaje que llevan adelante los Estados es sobre todo contra la propia población y los trabajadores de cada país. Así como Estados Unidos, desde la llamada “guerra contra el terrorismo”, legalizó la interferencia de cualquier comunicación que ocurriera en su territorio, en Europa vienen avanzando leyes que dotan a los Estados de estas prerrogativas, como en el Reino Unido o en Francia. Lejos de un problema de “seguridad”, se trata del reforzamiento del Estado contra los trabajadores para poder traspasarles los costos de la crisis. La clase obrera, por el contrario, debe luchar por sacar a la luz todas las miserias del Estado capitalista en el camino de la lucha por su derrocamiento.
Leandro Morgan
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