Según el funcionario los hombres de esas familias “piran”: “la única manera que tienen para volver a sus casas a ver a su mujer es agarrar cinco giles y llevarse cinco celulares a cinco mil pesos cada celular o vender droga y caer en las enfermedades sociales”.
Es importante señalar que se refiere a una tarjeta que reciben mayoritariamente mujeres beneficiarias de la AUH o AUE, que según los hijos a cargo que tengan será cargada mensualmente con 6.000 o 9.000 pesos mayoritariamente, y hasta con 12 mil pesos en los casos en que la mujer tenga tres o más hijos. Ni la jefatura de un hogar significa la puesta en pie de un matriarcado, ni este monto puede asociarse a nada más que a un paliativo para el hambre, ya que nadie podrá decir que por cobrar esa miseria la mujer vaya a poder emanciparse ni erradicar la violencia que la rodea, aunque las funcionarias le pongan etiquetas PPG a sus miserables políticas asistenciales a falta de políticas reales para combatir la violencia contra las mujeres y las diversidades.
En una breve alocución, el funcionario de la pobreza y aliado papal criticó una política de su gobierno y del Ministerio que integra desde un ángulo reaccionario; poniendo de relieve las internas que tienen, desistió de informar que las beneficiarias de esas tarjetas Alimentar lo son porque eran jefas de hogar desde antes de que existiera el sistema, trató a los pobres como delincuentes y responsabilizó por eso a las mujeres. Es común entre quienes quieren absolver la responsabilidad de su gobierno, de las patronales y del Estado capitalista por la crisis en curso, echar mano a seudoteorías machistas, xenófobas y crear la especie de que el peligro para la sociedad está en sus estratos más empobrecidos. Esta teoría es ideología de Estado, el sistema penitenciario argentino puede dar cuenta de ello.
El funcionario habló así de los pobres y particularmente de las mujeres que le hacen daño a los hombres frente a un auditorio con gente que, por ejemplo, integra organizaciones acusadas de esclavizar a trabajadoras para realizar tareas domésticas, como es el caso del Opus Dei. O quienes dirigen empresas que violentan abiertamente las leyes argentinas como es el caso del Hospital Austral que incumple con la ley de fertilización asistida, por ejemplo, no así con la de aborto legal, ya que el gobierno modificó el proyecto para que pudieran eximirse de hacer la práctica.
Como es sabido, Pérsico es funcionario de la llamada “Secretaría de Economía Social”, una formalización desde el Estado del trabajo precario. Desde dicha cartera, perteneciente al Ministerio de Desarrollo Social, el funcionario del Movimiento Evita dirige las negociaciones con el movimiento piquetero que lucha y se encarga también de garantizar que el plan social sea la antesala de la consagración de un trabajo precario y sin derechos que estandariza en la población ingresos asistenciales. Desde este punto de vista Pérsico es un aliado empresarial de primer orden, que tampoco dudó en construir una amable relación con el PRO en tiempos de gobierno de Mauricio Macri.
El Movimiento Evita que dirige Pérsico es también uno de los principales impulsores del apoyo al Papa, como se pudo ver en muchas oportunidades en costosas campañas públicas de afiches y flyers. De su organización y desde el Estado encubren la primacía clerical en la educación, la ejecución de abusos contra miles de niñxs y su protección por parte de una curia que cobra sus sueldos del Estado, gracias a leyes de Videla que ningún gobierno democrático quiso derogar.
Cuando se aprobó el aborto legal, advertimos que el Vaticano apoyó a Alberto Fernández en campaña y lo sigue haciendo a pesar de eso, motivo por el cual la Iglesia es compensada con subsidios, convenios con universidades públicas y beneficios empresariales y, por qué no, con lugares en el Poder Judicial, aunque se llenen la boca hablando de “reforma feminista de la justicia”.
ACDE está presidida por un empresario del Opus Dei. No hay confusiones en las palabras de Pérsico, lo que hay es un guiño sin atenuantes a un grupo de empresarios cuya doctrina es la del disciplinamiento de la población a través de la subordinación femenina, la discriminación por género y sexo, y por supuesto la obediencia de los pobres hacia los ricos. Pérsico expresó de forma brutal lo que el gobierno practica cotidianamente.
Con su discurso Pérsico alimenta la idea de que el movimiento de mujeres es una amenaza que debe ser combatida para finalmente fomentar la sumisión y desviar las responsabilidades que su gobierno tiene sobre la situación actual. La deriva de este reforzamiento ideológico está a la vista, con una secuela insoportable de pobreza, asesinatos y violencia cotidiana. Este hecho protagonizado por Pérsico estuvo presidido por las declaraciones del funcionario sin cartera Juan Grabois a @elDiarioAr alimentado la especie de que atacar al Papa es obra del “anticristo”, buscando así desarrollar el fanatismo religioso y explotar la superstición instalada por el clero.
En la seudoteoría del funcionario, no hay responsabilidad gubernamental ni por la falta de trabajo, ni por la precarización, ni por la complicidad policial y de funcionarios con el delito que estas fuerzas organizan en los barrios. Y por sobre todas las cosas: para el funcionario la pobreza es delincuencia, otra estrecha coincidencia con los hombres del empresariado argentino, lavadores de dinero, ejecutores del fraude laboral, evasores impositivos que obviamente tratan de distraer su accionar delictivo colocando a la delincuencia por fuera de sus prácticas.
La respuesta de las funcionarias gubernamentales dan muestra de que nadie quiere tocar los intereses empresariales y religiosos que están detrás del “exabrupto”. Ni mención a que dicho discurso fue dicho frente a empresarios del Opus Dei. Como muchas veces planteamos la misoginia es un derivado central de una sociedad dividida en clases que requiere de mecanismos de disciplinamiento social para mejor explotar a las mayorías y para obtener una mayor tasa de beneficio.
Pérsico no ignora el servicio fundamental que cumple mantener a los pobres a raya para que no se rebelen frente a la miseria que ellos generan. Este abordaje central es el que separa al Polo Obrero de las organizaciones absorbidas por el Estado que traicionaron la lucha por terminar con el hambre y la miseria.
Vanina Biasi
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