domingo, septiembre 25, 2022

Alemania: ¿se apaga la locomotora?


Entre la crisis energética y las huelgas. 
 Aeronáuticos de Frankfurt en lucha Alemania viene siendo sacudida por una ola de huelgas. 

El mes de septiembre arrancó con un paro de los pilotos de Lufthansa. La aerolínea alemana se vio obligada a suspender 800 vuelos desde y hacia los aeropuertos de Frankfurt y Munich lo cual afectó a 130.000 pasajeros que involucra los viajes previstos en sus principales centros de operación. 
 Esto venía precedido por medidas de fuerzas del personal de tierra de la compañía. Los pilotos están pidiendo 5,5% de aumento hasta fin de año y una compensación automática por inflación a partir de 2023. 
 Las tratativas están estancadas, con lo cual se viene un agravamiento del conflicto, con más razón luego del anuncio del gobierno alemán de que retira la mitad del apoyo financiero que le había dado a Lufthansa durante la pandemia. Entonces compró el 20% del paquete accionario. Ahora, plantea vender hasta quedarse con menos del 10%. El rescate en su momento tuvo un precio muy alto pues implicó la pérdida del 20% de los puestos de trabajo. El nuevo recorte prenuncia, junto a una desvalorización de los salarios, la perspectiva de nuevos despidos.
 Esto empalma con las huelgas de los portuarios, que están protagonizando su mayor acción de lucha en 40 años. Unos 12.000 trabajadores de Bremerhaven, Bremen, Emden, Wilhelmshaven, Brake y Hamburgo, donde se ubican los principales puertos del norte de Alemania, vienen protagonizando medidas de fuerza. Plantean una suba del 14% para los próximos 12 meses. En Hamburgo tuvieron lugar marchas callejeras que enfrentaron la represión policial. Importa destacar que el sindicato ha discutido, tal como lo hicieron los portuarios de Génova (Italia), no participar de la exportación de armas a Ucrania.
 Los maquinistas ferroviarios protagonizaron paros por exigencias laborales. Las protestas provocaron la suspensión de gran parte de los servicios de larga distancia. Cuando hay una huelga con paros en los servicios en Alemania es que se ha llegado muy lejos. El conflicto entre la empresa de trenes alemanes y el sindicato de los conductores de trenes es viejo: los conductores se quejan que su sueldo es bajo comparado con su responsabilidad y alegan que en Francia, por ejemplo, un conductor de trenes gana en promedio un 40% más. 
 Las tensiones salariales son muy fuertes también entre los metalúrgicos. El poderoso sindicato metalúrgico IG Metall está envuelto en un conflicto desde el mes de junio por un aumento del 8,2 por ciento a alcanzar en 12 meses frente la pretensión de las patronales del 4,7 por ciento a alcanzar en un periodo de 21 meses. 

 Inflación récord 

La inflación imparable que podría alcanzar los dos dígitos, la más elevada desde 1949, ha actuado como un combustible de las huelgas y protestas. 
 El canciller de Alemania, Olaf Scholz, anunció un tercer paquete de ayuda frente a las consecuencias de la crisis energética que también se siente en los alimentos que han experimentado un alza a nivel global.
 El anuncio apunta a aliviar el impacto de la inflación en los bolsillos de los ciudadanos y las afectaciones a las empresas, e incluye aumentos en los beneficios y un subsidio al transporte público, así como 1.700 millones de euros en exenciones fiscales para 9.000 empresas que requieren de un gran uso de energía eléctrica.
 Las medidas preventivas hasta la fecha, entre ellas un intento por reducir el consumo, sin embargo, han hecho poco para detener un fuerte aumento en las facturas de los hogares. 
 Y tampoco han impedido la retracción de la actividad económica. La escasez de energía ha alterado la capacidad de producción de las empresas que enfrentan un aumento de sus costos industriales y una reducción de la demanda tanto del consumo interno como a escala internacional. Como resultado de todos estos factores combinados, la principal economía de Europa transita hacia una recesión. 

 Fin de ciclo 

Este escenario no sólo da cuenta de una crisis coyuntural. Alemania, por primer vez en mucho tiempo, ha pasado a registrar una balanza negativa.Ya hay quienes advierten que esto es un indicio de que la locomotora europea, famosa por su potente industria exportadora, podría estar entrando en “un posible fin de un ciclo que ha condicionado sobremanera la construcción europea en las últimas tres décadas” (Economista, 4/7). O sea, las bases mismas de la UE están en riesgo teniendo en cuenta el lugar central de la economía germana. Las tendencias a la desintegración de la UE, ya presentes, tenderán a agravarse. 
 No se puede escapar que una de la claves del éxito alemán se ha debido a los años de energía barata (a partir del suministro del gas ruso) que han permitido a la industria alemana ser competitiva en un mundo globalizado. Esa ventaja energética está desapareciendo y con ella Alemania se podría enfrentar a un éxodo de empresas cuya viabilidad está en el aire si los costes energéticos se mantienen altos por mucho tiempo. 
 Diversos analistas han advertido sobre la amenaza de una desindustrialización (ídem, 14/8). 
 Por lo pronto, el país se está preparando para un invierno duro. A la par de la conflictividad laboral, han empezado las protestas de la población usuaria de los servicios, más en general. Leipzig ha sido el foco de las mismas, aunque se replica en otras localidades bajo la consigna: “Abajo los precios. La energía y la comida se deben poder pagar”. La idea es comenzar con manifestaciones regulares todos los lunes, que vienen siendo impulsadas por la bancada parlamentaria de izquierda representada por Die Linke.
 La ayuda gubernamental no alcanza, pese a lo cual eso no ha sido un impedimento para que esté en marcha un rearme alemán. El Parlamento votó un presupuesto militar de de 100.000 millones de dólares, que fue aprobado tanto por el oficialismo como por la oposición conservadora. Se trata de un giro histórico por referencia a la posición adoptada por la nación germana desde el final de la segunda guerra -opuesta a un rearme. 
 Los males de la economía alemana no acaban allí: la sequía estival no solo perjudicó cosechas con menores rindes, sino que influyó sobre las vías de comunicación fluviales. El Elba, pero sobre todo el Rin con escaso calado, motivó que la navegación fuese restringida y la carga limitada a un promedio del 30% de la capacidad de transporte. 

 Los ruidos en la política 

Quien debe pilotear esta mayúscula crisis es una coalición de gobierno extremadamente endeble. Recordemos que tras cumplir 16 años en el gobierno, la canciller federal Angela Merkel dio un paso al costado. No se presentó a elecciones y su partido conservador perdió a manos de una socialdemocracia que retorna sin una figura excluyente, pero con el nuevo canciller federal (Olaf Scholz, 64 años) como cabeza del Ejecutivo. 
 Y encima con un ajustado triunfo socialdemócrata que terminó en primer lugar con 206 diputados contra 197 de los partidos conservadores. Lejos para cualquiera de los dos de alcanzar una mayoría directa -368 diputados- a fin de formar gobierno sin compañía. Comenzó entonces un largo período de negociación para sumar a los 118 escaños conquistados por los verdes, tercera fuerza, y los 92 liberales, con el cuarto bloque legislativo.
 El resto de los contendientes quedaron relegados al quinto lugar para Alternativa para Alemania -extrema derecha- con 83 escaños y 39 para la izquierda populista Die Linke. Uno de los datos de la elección fue el retroceso de este última fuerza que pasó del casi el 12% a menos del 5%. 
 La coalición gobernante ha ido surfeando el agitado panorama descripto pero empieza a sentir sus efectos. En mayo pasado, el gobierno sufrió su primer revés al perder el primer lugar frente a los conservadores en Renania del Norte-Westfalia, poblada por 18 millones de habitantes. Los verdes concretaron allí una gran elección. De todos modos, la crisis potencia las contradicciones que pondrán a prueba la cohesión de la coalición gobernante. Los planes de reapertura de centrales nucleares y la explotación del carbón en sustitución del suministro ruso entra en choque con los la defensa de la energía limpia postulada por el partido verde, que hasta ahora ha acompañado la política oficial. El rearme alemán es otro frente de tormenta, ante el sentimiento democrático que reina en una parte sensible de la población en la que la memoria de lo acecido en la Segunda Guerra sigue latente. Ni qué hablar de la inquietud y efervescencia que reinan en el pueblo que están en la base de las protestas en curso y de las tendencias huelguísticas. 

 Los desafíos de la izquierda

 La izquierda alemana entra a esta nueva fase en total retroceso. Die Linke viene de una debacle electoral, que ha acentuado la división y el enfrentamiento interno. Al igual que Podemos o Syriza, Die Linke se ha caracterizado por su adaptación al orden social imperante. Ha integrado diversos gobiernos regionales y la línea hoy dominante al interior del partido es una participación en el gobierno federal. Incluso se han dejado de lado “los límites rojos”, según se los denomina en la jerga partidaria (o sea, fronteras que no deben ser traspasadas), tales como el despliegue de fuerzas alemanas en el extranjero. La presencia de tropas en Afganistán fue apoyada por una parte de la bancada de Die Linke. 
 Por otra parte, existe un choque entre los partidarios de “fronteras abiertas para todos” y quienes abogan por una regulación política de la migración. Las controversias giran también en torno a la política exterior y militar y las relaciones con la Otan, Rusia y China y la actitud hacia la Unión Europea. Como se ve no se trata de tópicos marginales. De todos modos, el ala izquierda (que incluye a tendencias que vienen del trotskismo) no saca los pie del plato y la dirección de la organización tiene férreamente en sus manos los hilos del partido. 
 La situación en Alemania coloca a la orden del día el desafío de la izquierda y tendencias combativas por poner en pie una fuerza política revolucionaria basada en la independencia de clase que debe apuntar a que los trabajadores irrumpan en la crisis, que está llamada a agravarse, como un factor independiente. El escenario creado por la crisis y el clima de agitación popular que crece abre un terreno favorable para desenvolver esta perspectiva. 

 Pablo Heller

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