El Indec difundirá mañana los datos inflacionarios de agosto. Los analistas y las consultoras descuentan que las nuevas estadísticas no reflejarán una mejora de la situación. La imparable inflación en Argentina está provocando desequilibrios profundos en todo el proceso económico y social, aunque principalmente en la economía de los trabajadores, cuyos salarios siguen cayendo en picada.
Según el informe elaborado por la consultora Focus Market, la inflación para este mes llegaría al 6,5%, mientras que la canasta básica alimentaría podría trepar hasta el 7,5% mensual. Esta tendencia a que los alimentos aumenten por encima de la inflación promedio persiste, y, si bien el índice de precios mensual estaría ubicándose por debajo del 7,4% de julio, los números continúan equivaliendo a récords históricos. “Los productos que más subieron fueron el azúcar (32%), los huevos (18,3%) y el aceite (16%). En términos interanuales, la canasta trepó 87,2%” (Ámbito, 5/9).
Otros relevamientos privados han llegado más o menos a las mismas conclusiones, incluso aportando datos que permiten ver con más claridad el carácter dramático de la situación. La suba de precios en los alimentos en el último año ha sido brutal, como ha ocurrido especialmente en los rubros aceites y grasas (124,3%), verduras (119,4%) y pan y cereales (117,6%). Los precios de estos productos podrían dispararse debido a la implementación del denominado dólar soja y a la promoción de las exportaciones vía desdoblamiento cambiario.
A su vez, algunos analistas señalaron que existe un “combo de factores” que afectará el consumo durante la última parte del año. De acuerdo a Focus Market, en agosto se registró una caída en el consumo masivo del 7,3% interanual. El agravamiento de este cuadro es una posibilidad. Es que el aumento que dispuso el gobierno en las tarifas (transporte, prepagas, telecomunicaciones), que tuvo una fuerte influencia en la dinámica inflacionaria del mes, podría disminuir todavía más el consumo de las familias trabajadoras, las cuales ahora tienen un “costo fijo mayor” (tarifas, impuestos, otros gastos).
En este marco, el gobierno planea relanzar el fracasado (y burlado por las patronales) programa “Precios Cuidados”. Así lo ha confirmado su secretario de Comercio, el massista Matías Tombolini. La propuesta que se está barajando consistiría en reducir más la canasta del programa y que el precio de sus productos constitutivos aumente con una pauta superior a la que se venía dando (Infobae, 5/9).
La inflación es una transferencia de ingresos desde los trabajadores hacia el Estado (el cual recauda más vía impuestos al consumo) y los empresarios. No por nada, por ejemplo, las principales empresas del país han aumentado sus márgenes de ganancia, esto al compás de una caída de los salarios. Las patronales, asimismo, avanzan en remarcaciones de precios sistemáticas en un cuadro de alta volatilidad cambiaria, o en el desabastecimiento directo (una escasa oferta provoca un aumento de los precios). Por otra parte, las patronales trasladan a los precios la suba en los costos que acarrea la política oficial de restricción a las importaciones y suba de las tasas de interés.
El hecho de que los precios que lideraron la estampida inflacionaria de agosto (y también lo harán en septiembre) sean los que están regulados por el Estado desmiente el discurso del gobierno y de la burocracia sindical con el que atribuyen a las empresas la responsabilidad del desmadre reinante. El gobierno es el principal y más importante formador de precios, y es un promotor de la inflación, que es por ahora su mecanismo preferido para licuar salarios o presupuestos como los de salud o educación. Con todo esto vuelve a quedar demostrado que el pacto incumplible con el FMI tiene un carácter marcadamente inflacionario.
Sigue completamente vigente la necesidad de ir hacia un paro nacional y un plan de lucha por aumentos salariales indexados al costo de vida y por trabajo genuino.
Nazareno Kotzev
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