El fundador de Tesla, el magnate Elon Musk, está cerca de concretar su anunciada compra de Twitter. El 28 de octubre es la fecha en la que se tendría que concretar el traspaso, y ya hizo pública su decisión de despedir al 75% de los trabajadores de la red social. Detrás de la intención de achicar la planta laboral y “reducir los costos operativos”, como dejó saber, esto se trataría también de un intento de eliminar los filtros a los contenidos que se publiquen y un principio de persecución ideológica.
Musk, un defensor del golpe imperialista en Bolivia (“daremos un golpe a quién queramos”, dijo públicamente), es un derechista reconocido. Como dueño de Tesla le dio la mano a la intervención militar yanqui en el país sudamericano, interesado particularmente en la explotación del litio. Su intención de comprar Twitter, dijo una y otra vez, estaría motivada por un interés de darle a la red social del pajarito mayor “libertad de expresión”. Esto porque naturalmente una figura pública que reclamaba en 2020 barrer con las cuarentenas por Covid-19 y reabrir toda la actividad económica está enemistado con las políticas de moderación de contenido de la red social. En definitiva, hablamos de un promotor de la “libertad”… de los capitalistas para hacer negocios, incluso a costa de la sangre y la salud de la población.
Estas políticas de moderación de contenido, vale recordar, son las que le valieron al expresidente yanqui Donald Trump el cierre definitivo de su cuenta, una sanción aplicada tras su apoyo al asalto fascistoide del Capitolio norteamericano que intentó desconocer las elecciones que lo dieron perdedor frente a Joe Biden. Esta es la “libertad de expresión” que pregona Musk, la defensa de los poderosos que pueden acceder a hablar en los medios de comunicación masivos. De hecho, ya confirmó que le devolvería la cuenta al republicano, quien se dedicó a usar al pajarito para reproducir mensajes misóginos, xenófobos, belicistas y golpistas.
En contrapartida, Musk dijo en mayo que “Twitter tiene un fuerte sesgo de izquierda”, y que su decisión de comprarla no estaba motivada por una “intención de hacer negocios”, sino de darle al pajarito la mencionada “libertad de expresión”. Claro que esto es poco creíble, pero detrás de esta acusación deja ver que entonces su “libertad de expresión” sería para que Twitter “deje de ser de izquierda”. La “libertad” para expresarse… de acuerdo con los Musk y Trump. Y la pregunta inevitable: ¿Le va a dar “libertad de expresión” a los trabajadores de la red social para que defiendan públicamente sus puestos laborales?
En principio, dijo que él estaría de acuerdo con censurar “solo lo que esté fuera de la ley”. Pero claro, esto es ambiguo. Hay países que tienen legislaciones claras sobre la prohibición taxativa de simbología fascista, como Alemania con el nazismo, o aplican duras penas a quienes difundan pornografía infantil, por ejemplo. Pero otros, como Estados Unidos, el país del que Musk se jacta de “poder darle golpes a quien quieran”, tiene una legislación sobre la libertad de expresión que es permisiva con todo tipo de discurso y contenidos. Una red social que ya siguió este camino es 8kun, que se volvió tristemente célebre por albergar debates sobre pornografía infantil, por haber sido el albergue de gestación de la conspiración trumpista QAnon o donde el supremacista Brenton Tarrant publicó manifiestos de odio antes de ejecutar varias matanzas.
Los trabajadores le respondieron de manera contundente a Musk en una carta. En primer lugar denunciaron que se trata de una amenaza lisa y llana. Rechazaron cualquier despido, que se retroceda en materia de cualquier derecho laboral y exigieron que se respete la ideología política, la identidad de género, orientación sexual o etnia de los integrantes de la planta laboral. A la vez, lanzaron una dura advertencia: proceder en estos despidos implicaría una capacidad mucho más reducida para controlar lo que se publica y lo que no. Es, claro, lo que quiere Musk. Pero uno de los resultados inmediatos, dicen los trabajadores, sería que se propague enormemente la pornografía infantil, contra la que “vienen batallando” con fuerza en el último tiempo.
Como sea, los próximos días serán claves para el devenir del conflicto. Pero los trabajadores de Twitter “no quieren ser peones en un juego de multimillonarios”. Toda la solidaridad con ellos y con su lucha contra los despidos.
Manuel Taba
No hay comentarios.:
Publicar un comentario