Turquía y Grecia, en la mira
Grecia y Turquía protagonizan por estas horas un bochornoso incidente diplomático, a raíz de una vejación colectiva contra 92 migrantes de origen sirio y afgano, quienes fueron hallados desnudos después de cruzar el río Evros en dirección al país helénico.
Atenas y Ankara se echan mutuamente la culpa por la denigración del contingente. Algunas de las víctimas señalan que fueron transportadas hasta la frontera por efectivos del ejército turco. Pero no queda claro el resto de la historia.
El hecho se produce en medio de una inflamación de las tensiones entre los dos países, como fruto de un histórico conflicto limítrofe. Las dos capitales agitan la demagogia nacionalista para desviar la atención de sus problemas internos, en vísperas de procesos electorales a uno y otro lado del Evros.
Más allá de los pormenores de los nuevos acontecimientos, ambos Estados son responsables del maltrato contra los migrantes. La organización Mare Liberum ha señalado con razón que “en la región de Evros, los crímenes contra los derechos humanos son sistemáticos y cometidos cotidianamente por Turquía y Grecia”.
Atenas practica violentas devoluciones en caliente al otro lado de la frontera. A mediados de septiembre, seis migrantes (incluyendo dos bebés) murieron en el mar luego de que Grecia no los dejara desembarcar.
Tras uno de los picos de la crisis de refugiados, en 2015, cuando el Mar Mediterráneo se transformó en el cementerio de múltiples barcazas de migrantes, la Unión Europea y Turquía llegaron a un acuerdo para que esta última actúe como un tapón que obture la llegada al viejo continente de los flujos procedentes de Siria, Afganistán y otros puntos de Asia, atravesados por la guerra y el hambre. A cambio, Bruselas se comprometía a dar dinero y a impulsar el ingreso al club de los 27 de Ankara.
Ese acuerdo, aunque con fuertes cortocircuitos diplomáticos, se ha llevado a la práctica hasta hoy.
La crisis migratoria es responsabilidad del imperialismo. Con sus guerras y su injerencia, genera las condiciones de estas oleadas humanas. Cuando los contingentes golpean sus puertas, apela a la represión y a la más cruda xenofobia.
Defendemos el derecho incondicional de asilo de los migrantes y planteamos su unión con los trabajadores nativos, en una lucha común contra los gobiernos capitalistas.
Gustavo Montenegro
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