Hubo un número importante de voluntarios argentinos o que, sin serlo, eran residentes en el país antes de la guerra. Durante mucho tiempo se pensó que habían sido muchos menos, en buena medida porque se asimilaba la condición de voluntario con la de miembro de las brigadas internacionales. Por diversas razones, la mayoría de los argentinos que fueron a España se enrolaron en otras unidades, y sólo una minoría lo hizo en las brigadas. En las obras tradicionales sobre los internacionalistas, casi no aparecen los argentinos. Más en general, la atención se dirige a los europeos y los norteamericanos (de Estados Unidos y, en menor medida, de Canadá), quedando un poco en las sombras los procedentes de otros países.
En los últimos años se han efectuado estudios específicos en torno a la presencia argentina en la guerra de España, que han llevado a establecer que varios centenares de nativos o residentes argentinos tomaron parte de una u otra manera en el conflicto. En particular un grupo de jóvenes historiadores ha generado varios trabajos, entre ellos dos libros, Voluntarios argentinos en la guerra civil española, y Voluntarios judeoargentinos en la guerra civil española, ambos repetidamente citados en estas páginas.
A poco de iniciarse la contienda, se formó en Buenos Aires un Comité Provisional de Reclutas Voluntarios para defender la República. La embajada española “acogió con agradecimiento estas muestras de adhesión a su causa, pero hizo poco por concretar los traslados a los frentes de combate.” No sería gracias al canal diplomático y consular que se concretaría el viaje a España de quienes deseaban luchar por los “leales”, fuera en el frente o en los servicios de retaguardia. Los sectores más cercanos a las autoridades diplomáticas hispanas, sobre todo socialistas y republicanos “moderados”, acompañaron esa actitud y no estimularon mayormente el reclutamiento.
Lo cierto es que, según quienes más han investigado este tema, los voluntarios argentinos constituyeron el segundo contingente latinoamericano, sólo aventajado en número por los cubanos. Hay comprobados setecientos cuarenta casos, número que los constituye en el segundo contingente latinoamericano en importancia, después de los cubanos. Nuevas indagaciones en archivos podrían elevar la cantidad a ochocientos o incluso a mil.
Parte de ellos se desempeñaron como combatientes en los diversos frentes. Otros actuaron en variados servicios auxiliares, desde la sanidad hasta las tareas de traducción o el periodismo en las organizaciones obreras o partidarias. Afirma Jerónimo Borágina, investigador acerca de los voluntarios procedentes de Argentina: “…los argentinos han participado en todo tipo de tareas; ayudaron en las organizaciones de la estructura estatal, política y sindical; fueron dirigentes de agrupaciones; traductores en los frentes en unidades militares o en delegaciones soviéticas; enfermeros, médicos, organizadores de logística, oficiales, soldados…”
Como adelantáramos, al hablar de voluntarios extranjeros que entraron en combate, suele pensarse solamente en los miembros de las Brigadas Internacionales. No hay tal identificación. Una parte de los argentinos, en particular anarquistas y algune trotskista, combatieron en unidades de milicianos afines a su ideología, diferente a la comunista que predominaba en las Brigadas.
Otros, muchos de ellos comunistas o afines a esa orientación, se incorporaron directamente en el Ejército Republicano, ya que la identidad idiomática y la proximidad cultural hacían plausible “disimularlos” como oficiales o soldados del ejército español, eludiendo así todo reproche ante las políticas de “no intervención”.
La táctica consistía sencillamente, en incluir a los latinoamericanos en el Ejército Popular, donde serían irreconocibles, no sólo por el idioma, sino por la proximidad cultural que había entre españoles y sudamericanos.
Este camuflaje serviría para despistar al Comité de No Intervención y no generar sospechas dentro de las unidades españolas. Cabe añadir que algunos de los voluntarios procedentes de Argentina eran españoles para las leyes peninsulares, en razón de descender de personas de ese origen.
Con todo, hubo un número importante que sí revistaron en las Brigadas, en particular en la Lincoln, de predominio norteamericano, que contaba con un batallón de “hispanos” (Spanish Batallion. Nº 24), allí eran más de cincuenta, que participaron como soldados, cabos, chóferes, y también algún comisario político y médico. Le siguen en cantidad la XII Brigada integrada por italianos, con veinte argentinos y la XIV, francesa, con once.
Mucho tuvo que ver en la dispersión de los argentinos o hispanoargentinos, el que ingresaban a España con documentos falsos que los hacían pasar por ciudadanos españoles “…los problemas consistían en conseguir el dinero necesario para el viaje y la documentación personal que nos acreditara como ciudadanos españoles ya que gracias a la política imperante en Europa de la No Intervención no se permitía el paso a España de los que no fueran ciudadanos de ese país.”
¿Quiénes fueron? Unos pocos ejemplos.
Vale la pena tomar unos pocos casos de varones y mujeres procedentes de nuestro país, que colaboraron en el esfuerzo de guerra, algunxs en las trincheras, otros en las múltiples tareas de apoyo que ya fueron mencionadas. Los incluimos en orden alfabético.
Fanny Edelman. Militante comunista, viajó con su esposo Bernardo, en septiembre de 1937. La asignaron al Socorro Rojo para trabajo de intendencia detrás de las trincheras. Tomó contacto con otras mujeres voluntarias como Matilde Landa y Tina Modotti, de acción destacada durante la guerra. En abril de 1938 abandonó España. De regreso a Argentina fue durante décadas una dirigente de primera línea del Partido Comunista de Argentina. Su libro Banderas, pasiones, camaradas dedica un extenso pasaje a su participación en la guerra.
Mika Feldman, más conocida como Etchebehere, por el apellido de su marido. En Argentina había pertenecido al comunismo disidente conocido como “chispista” (Partido Comunista Obrero) y ya en Europa había estado en Alemania, donde asistió a la toma del poder por Hitler. A diferencia de otras mujeres, se desempeñó en el frente de combate, llegando a revistar como capitana, el cargo más alto a que llegó una mujer extranjera en la guerra, en las milicias del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). En el primer combate en que participó, en Atienza, fue muerto su marido, Hipólito. Ella continuó la lucha y logró retirar con éxito a su compañía, cercada en Sigüenza. Luego se incorporó a la defensa de Madrid, en Pinera de Húmera y Cerro del Águila.
En tiempos de la ilegalización del POUM fue arrestada bajo las entonces comunes acusaciones de trotskista y “agente del enemigo”. Por ella intercedió Cipriano Mera, anarquista de alto rango en el ejército republiccano y fue liberada, pero ya no pudo volver al frente.
Siguió colaborando con el esfuerzo de guerra hasta las vísperas de la caída de Madrid. Muchos años después publicó Mi guerra de España. Testimonio de una miliciana al mando de una columna del POUM,un bello testimonio sobre su participación en la contienda. Siguió en la militancia de izquierda, con participación incluso en el llamado “Mayo Francés” en 1968.
Raquel Levenson. Junto a su pareja Juan José Real parten hacía España en abril de 1937. Raquel ingresa a la Dirección Nacional de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) como propagandista y organizadora. Su misión era recorrer los diferentes frentes y retaguardias para la propagación de la ideología comunista mediante la redacción de volantes y documentos, el adiestramiento de soldados y la arenga pública. En enero de 1939 Cataluña cae ante las tropas sublevadas y Raquel, quien se encontraba en Barcelona embarazada de su hijo Alberto, logra abandonar España en un barco inglés en dirección a Argelia donde es encerrada en un campo de concentración. Sin embargo, por su condición de dirigente comunista, la militante argentina logró marcharse de la colonia francesa en un barco soviético que se dirigía a Odessa.
Jacobo Maguid no estuvo en el frente de combate. Su rol fue el de uno de los intelectuales más destacados entre los voluntarios argentinxs. Hijo de judíos ucranianos, participó en 1935 en la fundación de la Federación Anarco Comunista Argentina (FACA), y como delegado de esa organización viajó a España, en noviembre de 1936. Dirigió durante dos años el periódico de la Federación Anarquista Ibérica, Tierra y Libertad.
Se retiró al final de la guerra y terminó internado en Argelés-sur-Mer. Ya antes del final, le fue encomendado redactar unas memorias sobre el conflicto. En 1994, publicó un libro, La experiencias de colectivización realizadas durante la guerra civil. Al año siguiente aparecieron con el seudónimo de Jacinto Cimazo, sus escritos reunidos en Recuerdos de un libertario: sesenta relatos de la militancia, testimonios que abarcaron su paso por España. Publicó asimismo un libro sobre las acciones anarquistas en el proceso revolucionario Revolución Libertaria Española (1936-1939).
Benigno Mochkofsky, alias “Comandante Ortiz”. Estuvo en España desde 1934 como integrante del Socorro Rojo Internacional y, apenas iniciada la Guerra Civil, se incorporó al 5º Regimiento como comandante y participó activamente en la conformación del Batallón Thaelmann, ingresando luego al Ejército Popular para comandar la XXIV Brigada. Siempre al frente de su tropa, el Comandante Ortiz participó en la defensa de Madrid y combatió en Talavera de la Reina, Toledo, Jarama, Brunete y el Ebro, hasta la caída definitiva de Cataluña. En el momento de la retirada de los brigadistas internacionales, fue puesto a cargo de esa evacuación.
Con la derrota de la República, Mochkofsky junto con otros argentinos debió cruzar los Pirineos hacia Francia, donde fueron internados en Saint Cyprien. Liberado del campo de concentración, regresó a Argentina en 1940 para trabajar como obrero metalúrgico, fue encarcelado junto a otros 250 militantes comunistas en la isla Martín García, entre 1944 y1945.
Ana Piacenza. Abogada anarquista. Participa en la organización libertaria “Mujeres libres”, y colabora en Tierra y Libertad. Participa en el “Manifiesto dirigido a todos los anarquistas de la Argentina”, en diciembre de 1937, suscrito por los delegados de la FACA. Regresa poco antes de concluir la guerra.
Simón Radowitsky. El célebre ejecutor del comisario Ramón Falcón, ya libre y residente en Uruguay, viajó a España en 1937. Se empeñó en cumplir tareas en el frente, pese a acercarse ya a los cincuenta años. Lo destinaron a mensajería, en búsqueda de aminorar un poco el peligro que corría. Eligió el frente pese a tener ofrecimientos para desempeñarse como periodista en medios anarquistas. Recién durante los últimos tiempos del conflicto se desempeñó en los servicios de Propaganda de la CNT-FAI en Barcelona, encargándose del traslado de parte de los archivos al caer la ciudad. Terminada la guerra también pasó por el campo de concentración de Saint Cyprien.
Daniel Campione | 16/07/2022
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