Este martes la CGT, Fuerza Obrera, FSU, Solidarios, y las organizaciones juveniles FIDL, MNL, UNEF, la Vie lycéenne citó en las calles a más de 300 mil personas. La "Huelga intersindical" se extendió a 150 ciudades de Francia. Si bien fue multitudinaria estuvo lejos de ser un paro general. Entre los gremios que pararon se encuentran: los trabajadores estatales, el sector energético, ferroviarios, camioneros, choferes de colectivos, docentes y empleados de hospitales públicos. La huelga tuvo dos puntos reivindicativos centrales. Por un lado, exigir aumentos salariales para hacer frente a la creciente inflación que ya alcanza el 6,2%. Y por el otro, oponerse a las "requisas de empleados" del sector petrolero realizadas en refinerías y depósitos llevado adelante por el gobierno para romper la huelga de los trabajadores de las refinerías. Exigen un aumento del salario mínimo a 2.000 euros frente a los 1.678,95 actuales y la “indexación” del resto de los sueldos con el coste de la vida.
El prólogo de la huelga intersindical fue la multitudinaria movilización del domingo convocada por la alianza de izquierda NUPES (Nueva Unión Popular Ecologista y Social), entre los ausentes importantes se inscribe el Partido Comunista francés. La consigna con la que se movilizaron fue: “contra la vida cara y la inacción climática”. Ambos sectores, izquierda y sindicatos, reclaman lo mismo, pero fueron por separado. La protesta reunió en París a unas 140.000 personas según los organizadores, 30.000 según la policía.
Las multitudinarias manifestaciones callejeras muestran el descontento que genera la situación económica. La élite europea muestra temor de que la lucha de los trabajadores franceses se expanda en todo el continente, especialmente en el vecino España y en Alemania donde la inflación aún es más alta.
Aunque el gobierno se muestra decidido a romper la huelga de las refinerías, la realidad política es que Macron se encuentra en un impasse. Sin mayoría en la Asamblea Nacional, no ha logrado -por un voto- hacer aprobar la primera parte del proyecto de presupuesto para 2023 y, por consiguiente, obliga al gobierno a una aprobación por decreto. El ejecutivo no quiere aprobar un impuesto a los “superbeneficios” para las empresas, que fue reclamado por la oposición.
La crisis por “arriba” y por “abajo” se da cuando aún Macron no presentó la explosiva reforma de las pensiones que tiene fecha estipulada para principios de 2023. El retraso de la edad de jubilación de 62 a 65 años que quiere para acercarla a la mayoría de países de la Unión Europea choca con la oposición frontal de los sindicatos, incluso del reformista CFDT, y la izquierda y ultraderecha. Europa está convulsionada.
Mauri Colón
19/10/2022
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