El gobierno con el FMI.
La crisis económica en curso se agrava a pasos agigantados. Los dólares alternativos y el “blue” duplican al oficial, una realidad insostenible para la economía. El viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, salió a blanquear la devaluación e incluso alertó sobre que una “mal hecha” nos puede llevar al Rodrigazo. Las reservas caen, el campo anticipa fuertes caídas de exportaciones para el 2023 y no aparecen variables en el horizonte que vayan a cambiar esta perspectiva.
Por lo pronto la medida más consecuente en materia de ajuste, junto a la rebaja salarial, ha sido la de la reducción de los ingresos jubilatorios, tema que ameritaría un paro nacional si no fuera porque la CGT y la CTA están en manos de dirigentes traidores. Con los nuevos aumentos, las y los jubilados perderán nuevamente 27,5 puntos frente a la inflación, situación que no se combate con bonos extraordinarios.
El fracaso de quienes aseguraron que cerrando el acuerdo con el FMI íbamos a recuperar la estabilidad económica es total. La estafa política que supone ese discurso, también. Cabe mencionar que parte del agravamiento de la situación se producirá como consecuencia del cambio climático y de los desórdenes que traen sequías y heladas tardías que tienen efectos en las cosechas de todo tipo en nuestro país.
El gobierno calculaba ahorrar 2.700 millones de dólares con la creación del gasoducto “Néstor Kirchner”, monto que se verá superado por el lado de la reducción de las cosechas dañadas por los fenómenos climáticos. Es la danza de la imprevisibilidad económica que se funda en una estructura económica atrasada y primarizada. No hay salida a esta situación en términos capitalistas.
¡¡Salud!! a la lucha de la salud
En este escenario de golpes sistemáticos contra los salarios a través de la inflación y del cierre de paritarias a la baja, el triunfazo de la lucha de residentes y concurrentes de los hospitales públicos de CABA, de la enorme Marea Blanca, vuelve a colocar a la organización de lxs trabajadorxs y las luchas como únicos medios para arrancar nuestras demandas. El triunfo es contra el gobierno de Larreta y Quirós y también contra las burocracias sindicales inscriptas en el Frente de Todos, que conducen Sutecba y la Asociación de Médicos Municipales.
El camino abierto por el Sutna, el sindicato industrial de los trabajadores del neumático, tiene su continuidad en este triunfo y en las luchas de trabajadores de la salud de diferentes provincias que se suman al reclamo de aumento salarial. Estas peleas ponen en evidencia la hipocresía de quienes gobiernan que bajo la pandemia pedían aplausos para las y los trabajadores solo para ocultar que estaban operando el vaciamiento de la salud pública en favor del negocio de la salud privada. Esta política tuvo y tiene un carácter internacional y es la que explica que también en Madrid miles de trabajadores y trabajadoras de la salud estén movilizados y con paros por salario y condiciones de trabajo.
En la educación también hay vientos de rebelión. Los Sutebas Combativos y la Multicolor vuelven a parar en la provincia de Buenos Aires el 17 de noviembre, coincidiendo con la jornada nacional de la salud, después de los importantes paros docentes en CABA.
El próximo 22 de noviembre, frente al debate del salario mínimo vital y móvil, el movimiento piquetero vuelve a las calles. La Coordinadora Sindical Clasista llama a movilizar acompañando a la Unidad Piquetera, al igual que el Plenario del Sindicalismo Combativo. Esta acción será precedida por un Congreso Nacional del Polo Obrero que representará a más de 70 mil compañeros y compañeras en todo el país que luchan por parar la olla, combaten la estigmatización que de derecha a izquierda se desata sobre ellxs y, desde esa acción de lucha, se acercan a las ideas y al programa socialista que representa el Partido Obrero, el gran impulsor de la organización independiente de lxs más precarizadxs y desocupadxs.
Más de 2.000 delegadas y delegados, desocupadxs que cobran algún plan social, trabajadoras de casas particulares, cosecheros de diferentes puntos del país, obrerxs rurales de la fruta, trabajadores precarizados de la industria del pescado, obreros rurales estacionales, municipales, cartoneros, tareferxs y cientos de otros sectores explotados y mal remunerados, cuyos ingresos no alcanzan para mantener un hogar, serán los protagonistas. También miles de jóvenes que al organizarse con el Polo Obrero combaten el acercamiento al narco y otros sectores lumpenizados que acechan a nuestra juventud en cada barrio. Esto es dar una batalla política en concreto para combatir al régimen social del hambre y la miseria. Lo demás es puro verso.
La pandemia resultó ser una oportunidad para embolsar jugosas ganancias para sectores privados de la salud, uno de los rubros que más incrementó sus precios. También para el Estado y su política de “recorte del gasto público” que comparten macristas y peronistas de todo tipo, incluido el kirchnerismo que se volvió massista sin vueltas y que decidió olvidar su oposición a la reducción del déficit fiscal, entre otros tópicos que sostenía discursivamente. Ahora en boca de Cristina Kirchner y en boca de su hijo Máximo, todo son elogios para el exenemigo número uno, Sergio Massa, pieza clave para que bajo el gobierno de Macri se votaran 120 leyes de ajuste y ataques al pueblo, entre otras joyas de su prontuario.
Los servicios médicos del Estado son menores que en el pasado. A este cuadro se suma el de los aumentos de medicamentos que se encuentran en un punto de inflexión en medio de la renovación del acuerdo con el gobierno y de la intención de los laboratorios de terminar con un sistema de descuentos que las farmacias denuncian que afectarían sus ganancias. En el mismo comunicado de las patronales farmacéuticas (15/11) amenazan con no pagar aumentos salariales para amortiguar el impacto de estas medidas. Los platos rotos los pagamos siempre los mismos.
Los beneficios de la inflación alta
Las medidas gubernamentales, inspiradas en la hoja de ruta comprometida con el FMI, no han hecho más que sumar leña al fuego de la inflación, como advertimos desde el primer momento. De la mano de la inflación se pulverizan los salarios, un objetivo fundamental para los capitalistas. Por su parte, el propio Estado encuentra beneficios con la inflación porque recauda por encima de ella y gasta por detrás (en realidad hay un proceso de indexación de deuda en pesos explosivo, incluso con bonos duales que contemplan también la evolución del dólar pagando lo que resulte más alto).
La inflación de octubre trepó al 6,3% y muestra que no hay tendencia a la baja. El gobierno fracasó en todos los esquemas de control de precios que precedieron al flamante “Precios Justos”, mostrando en definitiva que son medidas inocuas. No hay posibilidad de que la inflación se retraiga si el gobierno autoriza el quinto aumento de la nafta y el sexto del gasoil en el año y si impulsa tarifazos en los servicios de agua, luz y gas o si habilita aumentos por encima de la inflación a las empresas de medicina prepaga, desdobla y acelera el tipo cambiario y al mismo tiempo establece tasas altísimas de interés. Todas las medidas que se toman impulsan la inflación, sin resolver la crisis de reservas que puede determinar que “el mercado” imponga una devaluación generalizada con las consecuencias hiperinflacionarias previsibles.
En este escenario el kirchnerismo larga su campaña electoral, cerca de Massa y por lo tanto del imperialismo, y forzando peleas con el eslabón más débil de la coalición gobernante, el presidente Alberto Fernández. Por su parte la coalición opositora también exhibe todo tipo de fisuras internas, en todos los casos en la carrera por seducir más y mejor al capital y así convertirse en “el niño mimado” de quienes ponen y sacan gobiernos en nuestro país: los capitalistas. Por ahora ningún opositor hace olas por el rumbo económico ya que está directamente digitado por Washington. Solo miran con buenos ojos que este gobierno apriete el acelerador todo lo que sea necesario para que haga el trabajo sucio antes de que les toque, como piensan que ocurrirá, volver a dirigir el país.
En medio de este escenario el liberfacho Milei teje sus alianzas a nivel de las provincias y en algunas encuestas hasta lo colocan por encima del peronismo a nivel nacional. Esta derecha gana sobre la base de un discurso de fuerte desprecio hacia los políticos gobernantes que, como vimos más arriba, le han dejado el terreno allanado a fuerza de traiciones y de postrarse frente al FMI.
El caldo de cultivo de ese crecimiento está signado por el fracaso de los partidos “tradicionales” y en un cuadro tan disgregado, es lógico que también crezcan las posibilidades electorales de la izquierda.
Arrebatarle a esa derecha el ascendente que ganaron sobre los sectores populares y conquistar a quienes aún se encuentran mirando las alternativas políticas del capital de la mano del peronismo o del macrismo, es una tarea de la izquierda y, antes que en el plano electoral, deberemos hacerlo en el terreno directo de la lucha de clases. Para eso la izquierda deberá estar presente de manera directa en cada sector de la sociedad para librar esa disputa, algo que el Partido Obrero se toma muy en serio cuando organiza a miles de precarizados y desocupados y cuando protagonizan las luchas más importantes del momento, como la piquetera, la del neumático o la de la salud. Para arrebatar a los sectores populares de las garras de los partidos tradicionales que responden al capital y ganarlos a un programa socialista, hay que protagonizar la lucha contra el ajuste.
Vanina Biasi
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