Los síntomas de la desaceleración de la economía son cada vez más palpables: en septiembre, la actividad económica cayó 0,3% intermensual y el índice de producción industrial manufacturero retrocedió 0,2% respecto a agosto, según el Indec. Lo anterior es consecuencia de las políticas recesivas del programa del FMI, al cual se aferra el gobierno.
El rebote económico pospandemia llegó a su fin. Sucede que la prescripción fondomonetarista de avanzar en tasas reales positivas encarece el crédito para la producción, y, a su vez, el refuerzo de las restricciones a las importaciones, en pos de alcanzar la meta de acumulación de reservas fijada por el organismo, es un factor de dislocamiento de la industria.
Lo primero se refleja en que, en el mes de septiembre, el crédito a las empresas y a los individuos disminuyó un 2,7% real en términos intermensuales y un 5,1% en el transcurso de un año, según informó el Banco Central. Los datos preliminares de octubre arrojan que la caída persistió en un -3,5% y 8, respectivamente.
“El nivel de esos préstamos es apenas equivalente al 7% del PBI (algo menos de la mitad de los depósitos bancarios del sector privado); muy poco para que el sistema bancario pueda cumplir eficazmente con su función de movilización de capitales” (Diario Ar, 24/11).
La continua suba de las tasas de interés del Central -la efectiva anual llegó al 107%- también incidió en la caída del consumo. En octubre, la financiación por parte de las tarjetas de crédito se desplomó 12,3% interanual debido al incremento de los intereses.
Por otra parte, las importaciones vienen pisando el freno fruto de las mayores las trabas estatales ante la crisis de reservas. Las compras en el exterior, sin contar el rubro combustibles que tiene un fuerte contenido estacional, fueron disminuyendo mes a mes: en agosto representaron U$S 6.501 millones, en septiembre U$S 6.203 millones y en octubre bajaron a U$S 5.439 millones. Lo anterior se traduce en escasez de insumos en numerosas actividades productivas.
Como vemos, la hoja de ruta del FMI va configurando un panorama recesivo que las patronales no dudarán en descargar sobre los trabajadores, mediante cierres, despidos y suspensiones con rebaja salarial.
Por eso es necesario quebrar ese pacto ruinoso y ganar las calles en defensa de un programa obrero y popular. Prohibición de despidos y suspensiones, reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario, ocupación de toda empresa que cierre o despida.
Sofía Hart
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