El primer ministro japonés, Fumio Kishida, anunció este miércoles 14 su virtual salida del cargo, tras adelantar que no se presentará a los comicios internos del oficialista Partido Liberal Democrático (PLD) en septiembre, de los que saldrá el próximo jefe de gobierno nipón.
Problemas políticos
La gestión de Kishida, que asumió sus funciones en 2021, se vio opacada por dos escándalos políticos de peso que precipitaron su paso al costado: por un lado, las denuncias de sobornos y aportes partidarios no registrados por un monto de 500 millones de yenes (equivalente a alrededor de 4 millones de dólares). Por otro, los vínculos de ministros y legisladores con la Iglesia de la Unificación, más conocida como la secta Moon.
Para tratar de conjurar el primero de esos cuestionamientos, Kishida separó en diciembre de 2023 a cuatro ministros y reestructuró su gabinete. En el caso de las oscuras relaciones con la Iglesia de la Unificación, se desprendió, en septiembre de 2022, de ocho ministros sobre un total de dieciocho. Conviene detenerse en estas imputaciones: el crimen en julio de ese mismo año del exprimer ministro Shinzo Abe (también perteneciente al PLD, que ha gobernado casi ininterrumpidamente el país desde 1955) destapó la olla de connivencias, ya que el atacante alegó que había asesinado al ex premier como represalia por los vínculos del mandatario con aquella institución clerical, que habría arruinado a su familia. La madre del agresor, adscripta a la Iglesia en cuestión, entregó a los religiosos, en condiciones de vulnerabilidad, el dinero obtenido por la venta de sus propiedades y de un seguro de vida cobrado tras la muerte de su esposo.
La secta religiosa cristiana fundada por el reverendo Sun Myung Moon, que tiene fama de haber amasado fortunas haciéndose de las propiedades y el dinero de sus fieles, comparte con el PLD su rechazo a la izquierda. De hecho, es la fundadora de la Federación Internacional para la Victoria sobre el Comunismo. Además, ejerce un lobby desvergonzado contra el matrimonio igualitario y otras demandas democráticas. Tras la muerte de Abe, se supo que numerosos ministros y 179 diputados (sobre 379 del PLD) estaban de uno u otro modo ligados a dicha Iglesia. Entre los candidatos conservadores que ha financiado, se destaca Yoshiyuki Inoue, presentado en la campaña como un luchador “contra las fuerzas de Satanas” (El País, 27/9/22).
Las remodelaciones ministeriales de Kishida no sólo no le sirvieron para recuperar popularidad (hoy su aprobación ronda el 25 por ciento, según un sondeo del canal de televisión NHK) sino que lo enemistaron con fracciones del partido perjudicadas por los cambios, como la del fenecido Abe, una de las más poderosas del PLD. Varios referentes de la organización venían reclamando el renunciamiento que se conoció este miércoles.
Problemas económicos
Si Kishida se topó con estos sobresaltos en el plano político, no estuvo menos comprometido en el terreno económico. Japón ingresó este año en recesión, afectado por una caída de las exportaciones y del consumo. Los enormes planes de estímulo, cuyo último capítulo fue la inyección de 17 billones de yenes (alrededor de 100 mil millones de euros) en noviembre de 2023 y las tasas de interés negativas (o sea, el depositante debe pagar al banco) no lograron sacar a la economía nipona de su crisis. Además, la creciente devaluación del yen (que alcanzó mínimos históricos frente al dólar en treinta años) encareció las importaciones, de las que Tokio es muy dependiente.
En estas condiciones, el Banco de Japón (BoJ) decidió este año abandonar los tipos de interés negativos después de 17 años, en un intento por contener la inflación (próxima al 3 por ciento anual) y revalorizar la moneda. La última suba, que llevó el tipo a 0,25 por ciento, fue uno de los factores que precipitó el derrumbe de las bolsas globales, ya que amenazaba con desarmar el negocio de los especuladores que toman deuda barata en el archipiélago y reinvierten en otras plazas financieras donde pueden obtener un rendimiento mayor. Como parte de la remodelación de la política monetaria, el gobierno anunció también que empezará a reducir su programa de emisión de bonos y compra de acciones para estimular la economía. Apunta a enfrentar una deuda que supera el 200 por ciento del PBI. Y, si bien está nominada mayormente en yenes y a tasas bajas, más del 20 por ciento de los ingresos anuales se evapora actualmente en afrontar los vencimientos.
Es notorio que Japón decida iniciar una suba de los tipos de interés con la economía en recesión, ya que podría terminar, precisamente, agravando ese cuadro. Además, perjudicará a los deudores hipotecarios, que están endeudados a tasas variables. Como medida contrarrestante, el gobierno aceptó para este año paritarias del orden del 5 por ciento para recomponer la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, con el objetivo de realzar el consumo. En cualquier caso, la larga crisis japonesa muestra los límites de la política monetaria para resolver los desequilibrios económicos de fondo del capitalismo.
Militarismo
El gobierno de Kishida será recordado también por el crecimiento del militarismo. En 2022, fijó el objetivo de duplicar el gasto de defensa para llevarlo al 2 por ciento del PBI en 2027 (rondaba el 1 por ciento desde 1976). Aquí sí continúa los pasos de su predecesor Abe, quien promovió una enmienda y relectura de la Constitución de posguerra para poder incrementar el gasto militar.
Japón es un aliado clave de Estados Unidos en sus disputas con China y Rusia. Con Moscú, además, disputa la soberanía de las islas Kuriles, y con Beijing, la de las islas Senkaku/Diaoyu. En el marco de las crecientes tendencias bélicas a nivel internacional, Tokio expresó su disposición a abrir una oficina de enlace de la Otan en su territorio. Además, integra el Quad, junto a Estados Unidos, India y Australia, que es considerado la Otan de Asia. Kishida se reunió en abril en la Casa Blanca con Joe Biden para afianzar lazos. Del encuentro participó también el nuevo presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos jr, que lleva a cabo un viraje pro norteamericano y está enfrentado con Beijing por un litigio en el Mar de la China Meridional.
En el caso de las relaciones con Corea del Sur, se desplegó desde el gobierno de Abe hasta hoy una política de afianzamiento de los vínculos frente a enemigos mayores como Rusia, China o Corea del Norte. Abe pidió disculpas por las aberraciones cometidas por el ejército japonés durante la ocupación de la península coreana (1910-1945) y Kishida hizo una visita a Seúl. Las dos capitales están alineadas con Ucrania y Washington en la guerra en el este europeo. Sin embargo, los nacionalismos de ambos lados siguen a flor de piel y las heridas continúan abiertas.
Los vaivenes políticos y económicos en Japón están teniendo una proyección internacional. La intervención de la clase trabajadora japonesa, en rechazo al deterioro de sus condiciones de vida y la guerra imperialista, sería, por eso mismo, un gran aporte a la lucha de los trabajadores de todo el mundo.
Gustavo Montenegro
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