Mazzoni acudió a la Justicia en abril de 2022 para denunciar que, en un departamento de la Ciudad de Buenos Aires, se realizaban fiestas organizadas por Roemmers donde se prostituía a hombres y mujeres, algunos de los cuales resultaban ser menores de edad. La causa recayó en manos del juez Ariel Lijo quien, en mayo de este año, decidió archivar el expediente por la falta de pruebas contra los denunciados. Para el magistrado "liberticida", las pruebas aportadas por Mazzoni “acreditaron relaciones que consistirían en el intercambio de dinero por sexo o por acompañamiento, pero no se advertirían maniobras vinculadas a la trata de personas”. Lijo desconoció que la Asociación de Madres de Víctimas de Trata se había presentado en la causa para denunciar que existían otras víctimas.
La Cámara Federal, en julio, no obstante, revocó la sentencia de archivo y ordenó al juzgado proseguir con la investigación de acuerdo a los parámetros establecidos en dicha sentencia para recién establecer si corresponde o no su archivo. Los jueces de la Cámara mencionaron la existencia de legajos de identidad reservada “donde se denunciaron maniobras similares a las investigadas que tendrían como protagonistas a los sujetos sindicados por el acusador particular”.
Como todo lobo con piel de cordero, Roemmers recibió el Premio San Francesco por parte de la Pontificia Universitá Antónianum de Roma, equivalente al Nobel de la Paz. La institución lo reconoció por su vocación franciscana, su labor humanística alrededor del mundo y por ser un gran promotor de valores espirituales.
La impunidad con la que operan las redes de trata y la participación de poderosos empresarios y del poder político, incluidos los jueces, plantea la necesidad de poner en pie un movimiento nacional contra la trata de carácter independiente del Estado y las patronales sobre la base de un programa que plantee la superación de este régimen social de barbarie, que genera negocios y ganancias sobre la base de la degradación humana.
Alejandra del Castillo
20/08/2024
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