La invasión ucraniana sobre la provincia rusa de Kursk marca un nuevo hito en la guerra en el este europeo, ya que se trata de la primera incursión en territorio ruso desde la Segunda Guerra Mundial. Según el Kremlin, Ucrania alcanzó una penetración de 12 km de profundidad por 40 de ancho, con la conquista de 28 aldeas.
De acuerdo al mando ucraniano, la maniobra consiguió hasta ahora un total de 1.100 km² y más de 70 aldeas (incluyendo la toma de la estación de medición del gasoducto de Sudsha, que cruza toda Ucrania y que transporta gas a Eslovaquia, Hungría, Moldavia y Rumania). El otro objetivo fuerte de infraestructura de la ofensiva, la Central Nuclear de Kursk, pareciera, de momento, haber quedado lejos por el redespliegue ruso y la reciente fortificación de la zona.
En rigor, estimaciones serias, tanto del bando ucraniano como del ruso, hablan de una penetración en profundidad de 25 km y un ancho más cercano a lo reconocido por el bando ruso.
La ofensiva se habría realizado con reservas, fuerzas especiales, con batallones de reclusos y con una gran cantidad de mercenarios de Polonia, Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Encontró un gran agujero en la defensa rusa, no solo en personal, drones y artillería, sino, fundamentalmente, en guerra electrónica. Esto último le permitió a Ucrania asegurar sus comunicaciones en la medida que impidió las rusas en los primeros días de desorganización y confusión.
Evidentemente, Rusia se confió en que la Otan no le iba a organizar una ofensiva en su territorio, en una zona donde no se venían desarrollando hostilidades.
También, hay intentos de invasión ucraniana sobre Belgorod, que, de momento, no han logrado su cometido dado que allí los rusos sí tenían zonas defendidas y un ejército desplegado. En parte también, estos ataques serios sobre Belgorod contribuyeron a ralentizar el traslado de tropas rusas hacia Kursk.
¿Cuáles son los objetivos de esta incursión?
“Un fondo de intercambio”
Recientemente, el presidente ucraniano Volodomir Zelensky declaró en sus redes sociales que estas conquistas pasan a formar parte de un “fondo de intercambio” con los rusos. También anunció que comenzarán a construir “Comandancias” para gestionar el control del territorio conquistado.
En el mismo sentido, uno de los consejeros del presidente, Mikhail Podoliak, sostuvo que “la herramienta militar es usada objetivamente para persuadir a Rusia de entrar en un proceso de negociaciones justas” (La Nación, 17/8).
Sin embargo, el presidente ruso Vladimir Putin afirmó que la incursión en Kursk, donde se registraron abiertamente imágenes de tropas ucranianas tirando a quemarropa a civiles, junto al nuevo ataque a la central nuclear de Zaporiyia, cierran –al menos de momento- la posibilidad de abrir negociaciones.
La ofensiva ucraniana se da a poco tiempo de las elecciones en Estados Unidos, donde, si llega a ganar Donald Trump, Kiev podría verse forzada a iniciar negociaciones de paz con Rusia, dado que el magnate no quiere poner un dólar más en la guerra. Así, Ucrania piensa que, si ocupa ahora territorios de Rusia e instalaciones estratégicas, mejoraría su posición ante una eventual mesa de negociaciones.
La ofensiva ucraniana se da en un cuadro de agotamiento y colapso ucraniano en el Donbas, fundamentalmente en el frente de Pokrovsk y en Nui York-Torensk. Asimismo, Ucrania enfrenta dificultades importantes en Chasiv Yar (al norte de Donetzk) y Vuledar (al sur).
Pero el clima también juega en la oportunidad. Ucrania lanza este avance cuando falta un mes para que termine el verano y que llegue el otoño con su típica temporada de lluvias que vuelve el terreno fangoso, lo cual dificulta los desplazamientos y las operaciones.
Luces y sombras de la invasión
“Los informes de los heridos en Ucrania indican que este no es un paseo fácil por el parque; el gran peligro es que las tropas ucranianas caigan en una trampa y Rusia dará una respuesta contundente”, afirma The Economist (11/8).
Mientras se generalizan las emboscadas a las tropas ucranianas de avanzada, la fuerza aérea rusa destruye las líneas de suministro y los centros de despliegue de personal en Sumy, sobre territorio ucraniano. Pero también es atacada la infraestructura de Sumy y la ciudad no tiene electricidad hace días. La lluvia de bombas deslizantes FAB de 1.500 y 3.000kg es de lo más alto lanzado en 2 años y medio de guerra.
Si bien es lógico un aumento de la moral positiva del bando ucraniano con sus recientes conquistas, lo cierto es que necesariamente no ocurre lo mismo con las tropas apostadas del Donbas que se encuentran bajo presión rusa y que están sedientas de refuerzos, munición y equipo.
Dado que la situación ucraniana en Donbas es muy delicada, el otro objetivo que Ucrania persiguió con la incursión en Kursk fue el de frenar el avance ruso en aquella región y en Jarkov, obligando al Kremlin a redesplegar tropas desde esos lugares hacia el territorio invadido. De momento eso no ocurrió. Y no solo eso, sino que el avance ruso en Donbas se aceleró. Rusia está alcanzando cada vez con mayor velocidad lo que sería la última línea de defensa ucraniana, donde, tras ella, solo hay kilómetros con pocas defensas hasta el río Dnieper.
Por otra parte, en una guerra de desgaste, lo importante no es el territorio conquistado sino la relación entre las bajas y la reposición de tropas, equipo y munición. Y esa relación se exacerbó negativamente para Ucrania.
“La ofensiva de las Fuerzas Armadas de Ucrania en la región de Kursk podría provocar la capitulación de Ucrania”, tituló de forma sensacionalista el periódico alemán pro-ucraniano y otanista Bild (15/8). Más allá de destacar los avances de Kiev, la publicación considera que, si las Fuerzas Armadas de Ucrania son derrotadas con grandes pérdidas, esto podría acelerar el avance del ejército ruso en Donbas y conducir a la capitulación de Zelensky.
Por lo pronto, es de importancia señalar que las distintas y voluminosas imágenes de tropas ucranianas en Kursk, portando todo tipo de simbología nazi (difundidas por ellos mismos), están siendo aprovechadas por el Kremlin para impulsar el reclutamiento y las donaciones al frente a niveles superiores al pasado.
Perspectivas
Más allá de sus resultados prácticos, la ofensiva ucraniana en territorio ruso marca un encarnizamiento de una guerra que ya dejó cientos de miles de muertos y afecta cada vez más a la población civil de los dos países.
Mientras tanto, el diario Wall Street Journal difundió un artículo que apunta a Kiev –con complicidad norteamericana- como responsable del atentado contra el gasoducto Nord Stream 2 en 2022. Se estima que el objetivo de dicho acto de sabotaje era romper los acuerdos gasíferos previos a la guerra entre el Kremlin y Alemania. Estas revelaciones pueden agrietar el frente imperialista. De hecho, Berlín acaba de anunciar que recortará a la mitad la ayuda militar a Kiev en 2025.
Por más que el gobierno ucraniano empiece a barajar la posibilidad de alguna negociación (con las concesiones correspondientes que eso implicaría) ante su imposibilidad de recuperar terreno en el Donbas, el trasfondo internacional sigue siendo el de una intensificación de los choques geopolíticos y desenvolvimiento de las tendencias bélicas.
Más que nunca, está planteado el rechazo a esta guerra imperialista (y a una eventual “paz imperialista” que reparta Ucrania en zonas de influencia) y el llamado a los trabajadores de Ucrania y Rusia a enfrentar a sus respectivos gobiernos.
Facundo Miño
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