Luego de que la Legislatura misionera le quitara los fueros a Germán Kiczka, el diputado libertario de Misiones acusado de pedofilia se fugó. Este caso, y el de Alejandro Roemmers, revivió un debate que suele darse en las filas de la juventud: ¿La pedofilia es ejercida mayormente por los poderosos?
En febrero se realizó un allanamiento en la casa del diputado Germán Kiczka, su hermano Sebastián y su padre Leandro, que responden orgánicamente a La Libertad Avanza. El resultado fue el descubrimiento de la punta del iceberg de una red de pedofilia internacional a raíz de hallazgo de videos y fotos con violaciones explícitas de menores de edad y chats en alusión al hecho. Con una dilación de seis meses, durante los que Kiczka continuó sentado en su banca provincial, la Legislatura misionera votó su desafuero, y, cuando el poder judicial se dispuso a detenerlo, Germán Kiczka se fugó del país.
¿La pedofilia es ejercida mayormente por los poderosos?
Año tras año se develan casos similares desde todos los sectores políticos que comparten una característica: están envueltos hombres del poder. La semana pasada denunciaron públicamente a Alejandro Roemmers por estar implicado en “la red de trata más grande de Argentina” y al juez mileísta Ariel Lijo por cajonear dicha causa. El caso Loan, que conmovió al país, puso en mira a Valdez y la complicidad del gobierno local con las mafias de la trata. Los numerosos casos que vinculan a las Fuerzas Armadas con redes de pedofilia, el candidato peronista acusado en 2023 por corrupción de menores, el exconcejal de Florencio Varela condenado por regentear una red de trata amparada por el aparato del Partido Justicialista, el Poder Judicial y la Policía Bonaerense, las denuncias del Natacha Jaitt, que apareció muerta luego de denunciar una red de pedofilia que operaba a través del club Independiente -y la lista podría seguir- dan cuenta de ese fenómeno. Todos casos que implican a diversos empresarios y funcionarios de todos los gobiernos, sistemáticamente amparados por los partidos tradicionales y el Estado. Entonces, ¿La pedofilia es una cuestión de los poderosos?
No es la manzana, es la estructura del cajón
Pensar la pedofilia como una aberración que aparece sólo en los poderosos puede llevar a conclusiones erradas, sabemos muy bien que gran parte de los casos de los abusos en la infancia ocurren en el seno de las familias y atraviesan a todas las clases sociales. Pero tampoco puede pensarse la pedofilia como un hecho patológico individual; hace un año se reportó que “operan 30.000 delincuentes sexuales en redes de pedofilia” (Diario Popular, 25/3) por lo tanto, ante un hecho social se deben buscar respuestas sociales.
Resulta que la explotación sexual de menores es uno de los negocios más rentables en el mundo, con el que lucran gobiernos, empresarios y banqueros a costa del terror de nuestros niños. En una sociedad basada en el sometimiento de una clase sobre otra, la pedofilia aparece como uno de los medios que necesitan los capitalistas y su Estado para enriquecerse y someter a sus poblaciones. Los Kiczka, los Roemmers, los Valdés, los Epstein, no son casos aislados: son los alfiles de los negocios más oscuros del capitalismo.
Sus negocios o nuestras vidas
La lucha contra las redes de trata debe realizarse de manera independiente de todos los gobiernos. El capital se vale de la pedofilia para someter a la clase trabajadora, así como de los abusos, la misoginia, el racismo, la xenofobia, el odio de género y muchas barbaridades más.
La lucha contra ellas convergen contra un mismo enemigo. La profundización de estas formas de opresión son una expresión del agotamiento histórico del capitalismo. ¡Derrotemos este sistema!
Keila Burzio
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