Según la información coincidente de los medios, ahora resulta que el viaje de la candidata Kirchner a España concluyó en una confrontación política con la patronal española. ¿Para qué viajó, entonces? Como punto de inicio de una campaña electoral habría resultado un completo fracaso.
Es claro que la senadora viajó para obtener el apoyo del rey designado por Franco y de la gran patronal. Se suponía, para el caso, que las concesiones que reclamaban los empresarios españoles se encontraban tácitamente decididas. Los medios oficiales argentinos no negaban que estaba en carpeta un aumento de tarifas, un arreglo con el Club de París, al que se le deben 9.000 millones de dólares, e incluso un arreglo con los famosos bonistas (fondos buitres) que no aceptaron la renegociación de la deuda. En Italia se ha establecido el resarcimiento de los bonistas particulares afectados por el default argentino, a sabiendas que habían sido inducidos a comprar deuda de Argentina por los grandes bancos italianos. También Bush, que pertenece al ala del partido republicano que fogoneó la cesación de pagos de Argentina, se sumó en las últimas semanas al reclamo de arreglar con los que quedaron fuera del canje.
Lo que debía ser una reunión diplomática, porque los arreglos ya estaban consumados, acabó, sin embargo, en una suerte de trifulca. ¿Por qué? ¿La patronal española cambió de frente y cree que surgirá un candidato que podría robarle la medalla de oro a la candidata digitada por el gobierno?
La respuesta vendrá en las próximas semanas. En lo que respecta al pequeño escándalo que provocó el presidente del BBV, habría que atribuirlo a la degradación relativa que han sufrido las AFJP con motivo de la oportunidad ofrecida a los indecisos a pasar a la jubilación estatal o incluso a la intención oficial de meter la mano en las AFJP para colocar títulos de la deuda pública ahora que están cayendo por la crisis financiera internacional. El Banco Santander se ha despojado de sus AFJP en América Latina, que fueron compradas por el holandés ING. El negocio de la jubilación privada sigue en pie, pero se concentra en menos manos. Claro que a expensas del grupo español vasco-catalán.
En cuanto a Telefónica Argentina, que ha conseguido de Kirchner el monopolio de la telefonía fija que ya le había dado Menem, también tenía razones para quejarse. Ocurre que no cesa la presión del mexicano Slim para que sus negocios entren en Argentina por medio de Telmex. Más serio parece ser el conflicto que la opone al Grupo Clarín, el cual se puede meter en telefonía a través de la televisión por cable, en tanto que Telefónica no puede ingresar a los servicios de televisión a través de la red telefónica. La visita de la primera dama quedó así deslucida por algo tan vulgar como una lucha de pulpos capitalistas por el mismo mercado.
En el caso de Repsol, es claro que la ‘argentinización’ de YPF viene demorada, y lo que es peor es que se demorará todavía más ahora que la banca internacional ha frenado el otorgamiento de créditos para adquirir empresas. El kirchnerista Eskenazi no podría entonces reunir los fondos para concretar la operación. Repsol pretende endeudar a los países latinoamericanos y comprometerlos con una gestión petrolera bajo la gestión mayoritaria de Repsol, mientras se lleva al mismo tiempo el capital que aportará en endeudamiento a otros lares, ahora que ha agotado las reservas de hidrocarburos en Argentina y que enfrenta toda suerte de oposición popular en Perú y en Bolivia.
Lo que colmó la paciencia de la patronal española fue enterarse que los obreros de Puerto Deseado salían a una lucha sin tregua por un aumento de salarios en una industria que exporta el 95% de su producción con un peso devaluado. Los patrones formados por el franquismo le pedían a Kirchner palos, pero el pingüino viene de ser apaleado en Santa Cruz por una rebelión que cruzó toda la provincia y que seguramente acabará con su régimen político. En una palabra, un borracho terminó derramando el vino en el mantel tendido a la candidata debido a la exasperación de tantos conflictos y reveses. Para las próximas horas está prevista la visita, a Buenos Aires, de la vicepresidenta del gobierno español. Allí veremos si tratan de arreglar el entuerto o de arruinarlo sin retorno. Esto último no es probable, pero si ocurriera sería la señal de una crisis política irreversible.
Lo que es inocultable, sin embargo, es que la candidata del gobierno fue a Madrid con una agenda que contemplaba los reclamos de los capitalistas españoles. Ese es su programa de gobierno: aumentar las tarifas, controlar a los sindicatos con un pacto social, poner orden y apoyar internacionalmente al sionismo, en especial en caso de guerra. La senadora hizo una inevitable defensa de Chávez, que le banca la refinanciación de la deuda externa, con la que lucra la banca y las AFJP españolas en Argentina. Pero si arregla la desordenada relación internacional de Argentina, la candidata ya ha dado más de un indicio de que le piensa dar un saludo de despedida al coqueteo con el proceso bolivariano.
Esta versión desmejorada del programa nacional y popular que nadie vio en estos cuatro años empalma ahora con la irrupción de la crisis financiera internacional, que le ha devuelto a los argentinos que ahorran (el 18% de los hogares) la sensación de que los van a desplumar por enésima vez. Los trabajadores ven en lo que ocurre la posibilidad de una acentuación de la inflación. La crisis hace un trabajo silencioso que lima la credibilidad y la autoridad del gobierno. Por ahora, la oposición patronal al gobierno no encuentra el camino para ponerse como alternativa, a pesar de las enormes coincidencias que el centroizquierda y el centroderecha manifiestan por primera vez con tanta claridad. A Carrió y a López Murphy, por ejemplo, los une el mismo amor por la Rural y el mismo afán de derrotar el proceso nacional en Venezuela; la misma defensa de Botnia y la misma pasión para limpiar las calles de obreros y de piqueteros.
¿Pero por qué lamentarse? La izquierda obrera y socialista no solamente debe aprovechar el agotamiento del gobierno sino también la impotencia de la oposición. En la Argentina se desarrolla un excelente escenario para luchar por una alternativa obrera y socialista.
Jorge Altamira
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