En el terremoto de 1950 en el Cusco colaboré como voluntario en el sistema de ayuda, mi tarea era empadronar a los damnificados y sus necesidades, al principio éramos recibidos con cariño, cuanto más avanzábamos en el trabajo iba creciendo la hostilidad, la gente reventaba "¡Nos han empadronado 10 veces y no nos llega nada!".
Eso era cierto, la ayuda nacional e internacional fue devorada por los buitres de la burocracia oficial.
Cuando el terremoto de Ancash en 1977, estando preso, me enteré de que sucedió lo mismo.
Ahora, al parecer es igual, los buitres de la burocracia oficial están engordando con el dolor de las víctimas, felices por las grandes cantidades de ayuda nacional e internacional que llega.
El saldo del último terremoto además de los 500 muertos y más de 1.500 mil heridos: 45 mil viviendas afectadas, 250 mil damnificados.
En primer lugar señalemos que no es cierto que los desastres naturales afecten por igual a ricos y pobres.
Los ricos no viven en precarias viviendas de adobe que fueron las que se derrumbaron. Los ricos tienen el suficiente dinero para irse de la zona y tienen a dónde ir.
Es la población pobre de la zona afectada, más la de los villorrios aislados la que sufre, sin vivienda, sin agua, sin fluido eléctrico, con muertos que enterrar, con heridos desatendidos, sin dinero para comprar alimentos que han decuplicado su precio.
Es cierto que han recibido la promesa del presidente de la república de que "¡Nadie morirá de hambre!", pero como sabemos, en todos los aspectos, continúa Alan García con sus promesas de campaña electoral que no se cumplen. A más de tres días del terremoto, a pesar de las grandes cantidades de ayuda llegada del país y del exterior, la mayor parte de la gente sigue sin recibir nada.
Las víctimas desesperadas por el llanto de hambre y de sed de los niños, han iniciado el asalto de almacenes que cuadruplicaron el precio de los productos, de vehículos que transitan rebosantes de comida ante sus ojos hambrientos.
Vemos en una imagen publicada en tapa del diario "El Comercio" de Lima a un padre con 5 pescados sacados del camión frigorífico de una gran empresa, el diario califica de "injustificable" el esfuerzo por alimentar a sus hijos.
Los miembros de la policía encargados de "hacer guardar el orden" en muchas oportunidades no intervinieron. En otras, realmente "hicieron guardar el orden", organizaron el reparto que ellos mismos ejecutaron. Les felicitamos calurosamente, sabemos igual que ellos, que han de recibir un castigo de sus superiores, admiramos el florecimiento de la solidaridad humana en sus corazones.
En lugar de agilizar la entrega de ayuda, la medida que ha tomado el gobierno ha sido enviar fuerzas represivas para evitar el ataque a los camiones de las empresas que transportan alimentos.
Recomendamos a los donantes que vigilen directamente el destino de sus donaciones, quienes pueden usar la vía de alguna ONG, que lo hagan, en general son rutas garantizadas. Lo que es seguro es que la vía gubernamental está llena de buitres que devorarán la mayor parte de la ayuda.
De paso mencionemos que los servicios de la empresa telefónica cuyo sirviente es el gobierno de Alan García colapsó en forma criminal luego del sismo, naturalmente queda impune.
Hugo Blanco. Dirigente histórico de la izquierda revolucionaria y de la Confederación Campesina del Perú (CCP).
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