Actualmente y desde hace ya tiempo, suele utilizarse el término fascista como un insulto, regularmente dirigido a gente ultra-derechista como Carlos Abascal o a miembros particularmente represores del Estado, como es el caso de Ulises Ruiz.
Si bien como insulto pudiera ser bastante acercado a la personalidad individual y las características de estos personajes, el fascismo, como fenómeno social tiene sus orígenes y su futuro muy arraigado al desarrollo mismo de la lucha de clases. Comprender de manera cabal las causas de este fenómeno es de vital importancia para poder trazar perspectivas en nuestra lucha camino al socialismo.
La manera en la que la burguesía ha hecho valer su dominación no es siempre la misma, sino que se ajusta al tiempo histórico en el que ésta se encuentra. En tiempos de prosperidad económica como los que se vivieron después de la segunda guerra mundial, las arcas de los capitalistas desbordan lo suficiente como para hacer concesiones a la clase trabajadora en su lucha por mejorar sus condiciones de vida. La "vida democrática" normal (el respeto al voto, a la prensa obrera, a las manifestaciones) se desarrolla gracias al exceso de ganancias que se producen en un cierto periodo económico; entre algunas de las formas en las que esta manera de vida incide en el mismo movimiento obrero, podemos ver cómo la dirigencia de los sindicatos y de los partidos políticos se acostumbran a la negociación. Buscan reformar el capitalismo, dejando a un lado la tarea histórica primordial de la clase trabajadora que es el derrocamiento de este sistema.
Sin embargo, bajo el capitalismo, así como hay booms económicos, también hay recesiones (por cierto, cada vez más incipientes y cortas las primeras, más profundas y persistentes las últimas). A veces las recesiones se convierten en crisis y en épocas así, no hay espacio para las concesiones y de hecho, la misma situación de crisis económica por un lado hace avanzar y crecer a las organizaciones obreras, lo cual es algo de lo que la burguesía no puede darse el lujo, por el otro, el mismo aparato estatal flaquea y éste no es suficiente para apagar todos los brotes revolucionarios que se extienden por todos lados. Esto fue lo que sucedió en Italia y en Alemania en los años treintas, donde el mundo vio surgir el fascismo.
En Italia y, de manera más acentuada, en Alemania la burguesía de esos países agonizaba y esta agonía arrastraba a todas las capas de la sociedad, en particular los pequeños comerciantes, tenderos, campesinos dueños de una porción considerable de tierras, profesionistas, militares de rango medio o retirados (lo que suele llamarse clase media) vieron decaer hasta el suelo su modo de vida. La desesperada situación a la que estos sectores sociales (y también, un buen número de campesinos pobres y obreros) se enfrentaron, así como la falta de una alternativa revolucionaria por parte de la dirección de la clase trabajadora que pudiera ofrecerles una solución real y viable a su precaria existencia, los hicieron girar violentamente a la derecha, embaucados con demagogia y canalizando toda esa furia y desesperanza a través del racismo y del nacionalismo, la burguesía utilizó a este importante número de personas para atacar, doblegar y eliminar la latente semilla de la revolución.
Hablando de la clase media, ya Marx ha dado una caracterización de estas capas en el Manifiesto del Partido Comunista, donde explica el porqué estos estamentos no pueden jugar un papel independiente en la lucha de clases, lo cual en esencia se debe al lugar que ocupan en el proceso de producción. Su dependencia consiste pues, en que de las dos alternativas históricamente viables en esta época: socialismo o capitalismo, este sector de la sociedad se coloca en la trinchera que le ofrezca lo más seguro y más rentable para sus propios intereses.
El fascismo fue un movimiento de masas. Miles y miles de pequeñosburgueses, y lumpenproletarios se organizaron en cuadrillas para barrer con las organizaciones obreras. Irrumpieron en los sindicatos, en las prensas obreras, no sólo en las comunistas, también en las de la socialdemocracia y de la democracia cristiana, se abalanzaron contra los miembros del partido socialdemócrata y del partido comunista. Destrozaron estas organizaciones e hicieron retroceder al movimiento obrero en beneficio de la gran burguesía, quien al verse liberada de su principal amenaza, pudo concentrarse en hallar la forma de volver a percibir los niveles de ganancia que en otras épocas de bonanza.
Dicho lo anterior, podría parecer entonces que el fascismo es entonces la "dictadura de la pequeña burguesía", sin embargo, nada está más lejos de eso. En realidad, el fascismo es la forma más destilada, más descarada, más brutal del capitalismo. Nada de "libertades democráticas", sino la más pura y cruda represión contra los trabajadores, así como también la más pura y cruda desolación para quienes formaron la base social del fascismo, pues el aplastamiento del movimiento obrero, sólo puede conllevar beneficios para los dueños de los medios de producción, quienes se mantienen grandes justamente eliminando a los pequeños competidores, quienes a su vez forman las filas de las hordas fascistas.
El peso específico de la clase media, que tienen en la sociedad es cada vez menor y a pesar de que podemos ver en el mundo entero cómo se engrosa la fila de desempleados, cómo en países desarrollados estos desempleados se ven obligados a formar parte del comercio informal, su importancia en la dinámica económica es marginal. Por otro lado, la burguesía ha aprendido que apoyar organizaciones fascistas conlleva muchos riesgos para sí misma, pues por un momento, el estado es controlado por los representantes de esta capa social ajena a la propia burguesía, pareciendo elevarse incluso por encima de la lucha de clases, haciendo pagar un precio muy alto por eliminar a las organizaciones obreras. También es un hecho que la derrota que el fascismo puede asestar a la clase trabajadora no es permanente, tarde o temprano la respuesta del proletariado se hace sentir y esta respuesta la da un proletariado más fuerte, más curtido, más experimentado. Lo cual, finalmente resulta contrario a la intención primaria de que la burguesía impulse el fascismo.
El reaparecimiento del fascismo como un movimiento de masas no aparece por ahora en el horizonte. Para su aparición tienen que juntarse muchos elementos, entre los cuales los más importantes son: una profunda crisis del capitalismo (la cual estamos viviendo ahora) y un vacío en la alternativa de la lucha por el socialismo (la cual no hay, vivos ejemplos sobran, uno de los más electrizantes e inspiradores es la revolución que vive Venezuela). Que la reaparición del fascismo no sea probable hoy en día no quiere decir que no tengamos que preocuparnos del asunto. Tomando en cuenta que el fascismo es la expresión más destilada del capitalismo, la manera más segura de garantizarnos que el fascismo jamás volverá a hacer su aparición es eliminando, de una vez por todas, la fuente de su misma existencia, es decir, luchando por arrojar al capitalismo al lugar al que pertenece: el bote de la basura de la historia.
¡Muerte absoluta al fascismo!
¡Viva la lucha por el socialismo!
Rodrigo Franco
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