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miércoles, agosto 22, 2007
A 35 años de la masacre de Trelew.
La libertad como objetivo
El 22 de agosto de 1972 eran masacrados 16 de los guerrilleros que habían participado de la fuga del penal de Rawson una semana antes. Sólo tres militantes sobrevivieron para dar testimonio del exterminio:"Nosotros cuando hablamos estamos contando la experiencia de todos, de los que murieron y de los que vivieron. Si algo tenemos que hacer, si para algo sobrevivimos nosotros, es para transmitir todo esto".
La cuestión de la unidad
El plan ideado por Mario Roberto Santucho (ERP), Enrique Gorriarán Merlo (ERP) y Marcos Osatinsky (FAR), coordinado por las organizaciones guerrilleras presentes en el penal, Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP), Montoneros y las Fuerzas Armadas Revolucionarias, FAR, respondía a un firme análisis coyuntural que las y los detenidos efectuaban del marco político vivido en aquel entonces. Si bien existían distintas posiciones políticas reflejadas en la lectura que hacia cada grupo del contexto político esta acción se logró concebir de manera unitaria reforzado el "neto contenido estratégico, que es el de aportar combatientes a la guerra", así lo afirmaban los guerrilleros afianzando el aspecto de la coordinación. "El resultado de todo ese proceso es la gran convivencia, el gran acercamiento que se dio; no solo por la operación en si, sino por todo el trabajo paralelo que se fue dando, cursos de formación política, cursos de capacitación militar, discusión política entre las tres organizaciones. Se hizo una discusión profunda, se lograron determinados acuerdos. Acuerdos limitados, pero que posibilitaban ese accionar conjunto en esta fuga. Esa convivencia fue realmente muy, muy positiva. Nos permitió conocernos a fondo, reconocer los valores de cada uno, de todos los compañeros"
En una entrevista realizada por la Revista Punto Final en Chile, Mario Roberto Santucho, remarcó la verdadera esencia que constituyó la práctica ejercida en el penal, dejando en claro que la acción respondía ni mas ni menos a los objetivos que la guerrilla se venía planteando desde su conformación:"Uno de los principios de la lucha revolucionaria es la unidad de dirección, la unidad de organización y la centralización de las organizaciones revolucionarias. Con el desarrollo de la lucha en Argentina, se han ido dando las condiciones, primero para un acercamiento y después para un estrechamiento de los lazos entre las distintas organizaciones revolucionarias y tienen ahora su expresión más elevada en esta acción de Rawson". Del mismo modo, Osatinsky sostenía: "Nuestra experiencia en la fuga del penal de Rawson es muy significativa, pero un proceso de unidad no se basa únicamente en un método de lucha; esos avances de unidad tienen que tener todo un contenido ideológico, político y militar".
"¿Cómo fue la preparación, cómo la planificaron?", preguntaba Francisco "Paco" Urondo a los únicos tres sobrevivientes de la Masacre, Ricardo Rene Haidar, Maria Antonia Berger y Alberto Miguel Camps, en el libro La Patria Fusilada, extensa entrevista realizada por el escritor el 24 de Mayo de 1973, que permite enmarcar coyunturalmente las convicciones de los guerrilleros expresadas en la necesidad de lograr escapar del penal de Trelew.
"La fuga de Rawson fue una operación de características especiales, perfectamente encuadrada dentro del momento político que se estaba viviendo", describía Camps, dejando en claro que la situación social de ese entonces exigía y a su vez habilitaba el desarrollo de una acción de tal envergadura. Por su parte, Haidar sintetizaba de algún modo el marco ideológico que fundamentaba los movimientos de la guerrilla: "Los proyectos de las organizaciones armadas revolucionarias, es un proyecto de guerra popular y prolongada. Tiene un carácter estratégico, es decir, metodológicamente nosotros queremos utilizar la guerra popular para alcanzar la toma del poder. Desde ese punto de vista, nosotros, todos los que estábamos en ese momento ahí, estábamos en manos del enemigo; un enemigo poderoso, que lo era entonces y lo sigue siendo ahora, con la diferencia que de que en este momento están en retroceso político, fundamentalmente político. Pero en aquellas circunstancias nuestra perspectiva de salir en libertad era totalmente remota. Nuestro compromiso es un compromiso con el pueblo y con la lucha que teníamos que llevar adelante. La obligación era cumplir con ese compromiso, y la única forma de cumplir con ese compromiso de lucha era completando la fuga".
No había demasiadas dudas al respecto, la mayor responsabilidad y obligación de un preso político era obtener la libertad y la necesidad de fugarse se convirtió en la tarea principal desde que arribaron al penal. De este modo, se fueron ajustando ciertos criterios que posibilitaron el accionar conjunto. Los cursos de formación política, la capacitación militar y las discusiones que se desarrollaban en todo el proceso de convivencia, permitieron generar los acuerdos necesarios para la preparación del objetivo: "Se evidenciaba un trabajo político muy homogeneizador, un clima político muy bueno, pese a que participaban organizaciones con diferencias políticas. Eso, que pudo ser un elemento que nos podía haber retrasado, de ninguna manera fue un elemento cortante, porque en todo momento se funcionó como un solo ejército" .
La preparación de la fuga: del 6 de Julio al 15 de Agosto
La fuga de Rawson, como bien lo expresó Francisco Urondo, constituyó una de las operaciones guerrilleras que mayor resonancia histórica adquirió. El modo que ideó para la fuga el comité ejecutivo compuesto por Mario Roberto Santucho, Enrique Gorriarán y Marcos Osatinsky, consistía en el traslado de 110 guerrilleros en camiones y camionetas hasta el aeropuerto, previo copamiento de la cárcel. El 15 de agosto fue el día pautado, las 18:20 la hora del abordaje. La antesala: más de un mes de preparación militar y discusión política entre las tres organizaciones lo coordinaron: ERP, FAR y Montoneros.
Daniel De Santis, miembro del PRT-ERP, le explicó a ANRed cuáles eran los objetivos trazados por los presos del Penal de Rawson: "En el plano estratégico, la unidad de las organizaciones. Es decir, la operación unitaria de las organizaciones revolucionarias. En el plano operativo, la toma del Penal desde adentro y la retirada en un avión de línea".
La continuación de la lucha era el objetivo que se instaló en cada una y uno de los militantes desde su primer día de detención. En cada recoveco del penal, los gestos, los movimientos y las palabras, todos bajo la conformación del código tumbero, iban creando el plan de fuga con el fin de alcanzar la liberación para la continuidad en el campo de batalla y así "derribar al enemigo". El 15 de Agosto, en el Aeropuerto de Trelew, las palabras de Rubén Pedro Bonet, uno de los guerrilleros masacrados en la base de Almirante Zar, expresaban la esencia de este plan: "Nuestro objetivo, haber tomado la cárcel, haber venido hasta aquí e intentado la fuga, ha sido reincorporarnos a la lucha activa. Ya que estamos en la Patagonia concebimos esta Nación y esta lucha como la continuación de aquella que libraron todos los obreros rurales y los obreros industriales en el año 1921 y que fueron asesinados por el Ejército, por la represión". El 22 de Agosto, a una semana de la fuga, esas mismas balas dispararían contra quienes no habían logrado tomar el avión.
El trabajo de las distintas organizaciones dentro del penal poseía múltiples aspectos: "abarcaba observaciones, conocimiento a fondo del terreno y conocimiento personal. Cuando se acentuó la posibilidad de una fuga se concretó una coordinación entre las distintas organizaciones y con miembros de cada una, se construyó un cuerpo de conducción del plan. A partir de ahí, se formó una estructura organizativa que fue previendo con precisión los detalles más ínfimos".
Durante el mes de preparación se fue avaluando "la factibilidad del plan". La segunda etapa fue precisamente aquella en la que se recogieron los elementos necesarios para perfeccionarlo y una tercera que implicó "el montaje de toda esa estructura organizativa, y el entrenamiento de todos los grupos operativos". Asimismo, María Antonia Berger, militante de las FAR reforzaba en aquella entrevista, la importancia decisiva que tuvo el "trabajo político homogeneizador" que se desarrolló en el penal y que habilitó las posibilidades para que se concretara la acción.
Por otra parte, Fernando Vaca Narvaja cuadro de Montoneros y uno de los guerrilleros que partió en el avión, expresaba en 1973 a la Revista Punto Final, que la fuga del penal de Rawson constituía "uno de los hitos más importantes de nuestro proceso revolucionario. Agregaba: "Reivindicamos los hechos de Trelew y tomamos plena conciencia de la responsabilidad que hemos asumido y de la responsabilidad que significa la entrega de diecinueve compañeros fusilados en Trelew".
"Bueno, cinco minutos más"
Mario Roberto Santucho, Enrique Gorriarán y Marcos Osatinsky, integrantes del comité encargado de la planificación y ejecución de la huida, se inclinaron por un diseño que parecía sencillo. Tras el copamiento de la cárcel, 110 guerrilleros se trasladarían hasta el aeropuerto en camiones y camionetas.
A las 18.22 horas, llegó desde afuera el aviso de que estaba en camino el avión, justo antes de cumplirse el límite máximo de espera. Rápidamente, fue rodeado todo el interior del penal, la sala de biblioteca, aulas, cocina, enfermería y sobre todo dirección y la sala de armas. El grupo compuesto por Roberto Quieto, Osatinsky, Santucho, Domingo Menna, Gorriarán Merlo y Vaca Narvaja, ocuparon el auto que provenía del apoyo externo. Pero la camioneta y los dos camiones previstos no llegaron a esa misma hora y se dio la orden de marchar hacia el aeropuerto. Fue necesario solicitar remises y salir antes del cambio de guardia para poder arribar al Aeropuerto antes del despegue del avión.
"Salen en caravana los tres autos, un Valiant y dos Falcon, creo, que los manejaban los propios dueños porque ninguno de nosotros conocía la ruta como para hacerse cargo del volante. Un auto iba mucho más rápido que los otros dos, y tuvo que parar en la ruta a esperar a los que venían atrás e incluso disminuir la velocidad. Siempre considerando la posibilidad de que tuviéramos un enfrentamiento y que era necesario tener las fuerzas agrupadas. Ese fue otro de los elementos que nos fue retrasando la llegada al aeropuerto. El horario de salida, creo que fue alrededor de las 19:20, y la llegada fue 19:45", describía Camps en La Patria Fusilada. "Lo cierto es que llegamos y, me acuerdo, escuchamos el despegue del avión", y la imagen de ver desde abajo al avión que partía hacia Chile con seis de los guerrilleros, quizá, anticipaba algo que los militantes tenían presente: todas y todos los que estaban en la lista para salir, como así también aquellos que participaron en la operación de toma del penal eran concientes que "el riesgo que tenían era de muerte, de ser ejecutado a mansalva".
En el aeropuerto actuaron como voceros, Rubén Pedro Bonet y Mariano Pujadas que exigieron ser devueltos a Rawson y no a dependencias militares. Sin embargo, el ómnibus que los trasladaba se dirigió hacia a la base naval Almirante Zar.
Campo de Concentración 22 de Agosto
"Viva Argentina, hasta la victoria siempre", fue el grito de José Mena (ERP). Se impregnó en las paredes de los calabozos cargándolas de historia. Cada cuerpo empezaba a caer; en cada celda, la espera; en cada celda, los estruendos de las ráfagas. Antes de disparar preguntaban si accederían a un interrogatorio: No, iban respondiendo y el dispositivo de ejecución, planificado durante esa semana desde el 15 hasta el 22, se concretaba, asesinando a cada uno de los detenidos.
Fue a las 3.30 del 22. El capitán de corbeta Sosa, seguido por el capitán Herrera y los tenientes Roberto Bravo y Del Real, comenzó a disparar. Masacraron a Mario Delfino, Rubén Bonet, Ana María Villarreal de Santucho, Eduardo Capello, Carlos Alberto del Rey, Clarisa Lea Place, José Ricardo Mena, Miguel Angel Polti, Humberto Suárez, Humberto Toschi y José Alejandro Ulla, todos del PRT; Carlos Astudillo, Alfredo Kohon, María Angélica Sabelli, de las FAR y Mariano Pujadas y Adriana Lesgart de Yofre de Montoneros. Sobrevivieron, malamente heridos, María Antonia Berger y Ricardo René Haidar, de Montoneros, y Alberto Miguel Camps, de las FAR.
Al penal de Rawson comenzaron a llegar las noticias de la masacre: eran las 17 horas y prácticamente estaba confirmado que eran 16 los asesinados en la Base Aeronaval.
Agustín Tosco, que desde Abril había estado detenido en el penal, relató a Diario El Mundo el 24 de Agosto de 1973, recordando el preciso momento en el que la información llegaba a las celdas de los prisioneros: "Fueron horas de intenso dramatismo. Todos estábamos encaramados y tomados de los barrotes cruzados de la ventana de la celda hacia el interior del Pabellón. Había rostros enmudecidos. Otros lloraban con profundo dolor y rabia". El secretario general del sindicato de Luz y Fuerza, si bien, alentó y ayudó a la fuga, decidió no participar de la acción, su presencia fue clave en la organización de las y los detenidos comunes quienes comenzaron a "relatar aspectos de la vida, las convicciones, la personalidad de los caídos. Posteriormente hablaron varios, enjuiciando y condenando el alevoso crimen y fijando la responsabilidad en la dictadura y el sistema". Era claro: "El recuerdo de los mártires caídos, la imagen de cada uno, el heroico ejemplo de cada uno, llenaba la imaginación, hacía estremecer los sentimientos y daba una pauta más del duro y glorioso camino revolucionario que recorren la Clase Obrera y el Pueblo hasta su total y definitiva liberación".
Maria Antonia Berger, Alberto Miguel Camps y Ricardo Rene Haidar, fueron los que sobrevivieron a la masacre. "Yo tenía una sospecha de que aunque muriera, todo seguiría. Tenía la certeza absoluta de que alguien iba a pagar por eso". La militante de las FAR desde que fue herida hasta que llegó al hospital se encontraba apresada por la idea de que finalmente caería muerta con un último remate. Es por eso que mientras iba sintiendo la vida con la supuesta proximidad de la muerte definitiva, creía necesario dejar en las paredes de la tortura y de la masacre sus últimas palabras como la expresión de la síntesis de aquello que sería la victoria final: "Pero si me muero, quisiera escribir aunque sea en la pared los nombres que sean. Poner: Sosa, Bravo (dos de los asesinos). Con el dedo y con la sangre empiezo a escribir cosas en las paredes. L.OM.J.E., libres o muertos, jamás esclavos".
Para estos guerrilleros la necesidad de relatar lo que pasó en Trelew, tanto en el penal como en la base Almirante Zar, constituía una obligación para el pueblo y para los que allí cayeron con su lucha: "Nosotros cuando hablamos estamos contando la experiencia de todos, de los que murieron y de los que vivieron. Si algo tenemos que hacer, si para algo sobrevivimos nosotros, es para transmitir todo esto", expresó rematando Haidar, en homenaje abierto a los que dejaron la vida.
La acción de la dictadura estaba perfectamente planificada y todas las organizaciones, FAR, ERP y Montoneros, poseían la convicción de que la violencia guerrillera era una clara y coherente respuesta a esa represión. "El pueblo argentino aceptó llevar la lucha al terreno planteado por el enemigo y lo hace masivamente y de manera organizada", analizaba Santucho, en concordancia con el resto de los grupos que participaron de la huida.
Y así como prometía Miguel Bustos, no había olvido, no había perdón: "No olvido las sombras de los rendidos en el aeropuerto (las armas en el suelo/sonrientes como acabados de nacer/ con el coraje intacto/entregados a un enemigo infame)".
Valeria y Luciana B (ANRed)
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