En estos días, un tribunal alemán anunció que prepara el proceso contra un presunto criminal nazi, calificado por la prensa alemana como el "último". Todavía no se sabe la fecha exacta del juicio contra Iván (John) Demjanjuk y mucho menos, cuál será el veredicto.
La extradición de Demjanjuk desde Cleveland (Estados Unidos), su reclusión en una cárcel de Munich y el juicio que se avecina, ha tenido el efecto de una bomba noticiosa no sólo en Alemania y EEUU, sino también en el resto del mundo.
A lo mejor así tendrá que ser el alboroto por tratarse del "último proceso contra el nazismo".
Al contemplar los aspectos que acompañan a esta campaña de "ejecución de justicia", da la impresión de que a lo mejor somos testigos de "un último asalto" y de una victoria colosal.
Entre otras cosas porque la extradición de ese presunto criminal de guerra y su proceso supone la culminación de un complicado y largo trabajo de centenares de funcionarios e investigadores, y desde este punto de vista, el asunto adquiere ciertos elementos de exclusividad.
Lo que pasa es que "el reloj biológico" de los sucesos ocurridos en la II Guerra Mundial se detendrá definitivamente en los próximos cinco, máximo ocho años. Para ese entonces, el más joven (de los criminales nazis) habrá cumplido cien años y en este caso, ya no tiene sentido hablar de extradiciones o procesos.
Por lo visto, ahora es necesario que la opinión pública sepa cómo castiga la Justicia, entre otras cosas para recordar a las nuevas generaciones qué fue lo que ocurrió en realidad en la II Guerra Mundial, y de manera ejemplar, cercenar cualquier intento de renacimiento del nazismo.
Es indispensable, porque causa preocupación el hecho de que ya circulen tesis que niegan la existencia de los campos de concentración, que las Fuerzas Armadas Alemanas (Wehrmacht) no cometieron crímenes de guerra, y que el exterminio de civiles fue ejecutado exclusivamente por los cuerpos de combate de élite alemán Waffen SS.
En este sentido es más que meritoria la labor que desarrolla el Centro Simon Wiesenthal, que a pesar de sus escasos recursos, todavía continúa la búsqueda de antiguos criminales nazis y no deja que se olviden a sus víctimas.
Y al tocar este punto, no es menos espantoso leer y escuchar en los medios de información que el nazismo es culpable casi exclusivamente de la muerte masiva de judíos.
No se puede objetar que ese pueblo fue una de las víctimas principales, pero limitarse a constatar ese hecho, es adoptar una postura preconcebida.
Porque al enumerar los crímenes cometidos por el nazismo se evita recordar a los rusos, bielorrusos, ucranianos georgianos, uzbecos, exterminados por decenas de miles en los campos de concentración. Parece que toda esa gente, sencillamente murió como ocurre en todas las guerras.
Y en general, a veces no se comprende para qué combatieron esos pueblos en la guerra y qué supuso para ellos haber obtenido la victoria ya que de todas maneras, viven mucho peor que los vencidos.
En Occidente, la situación para un ruso es casi espantosa porque al recordar la II Guerra Mundial se cita el aporte de la URSS como un episodio añadido a la gran victoria de las tropas anglosajonas en Normandía y en la campaña en el Océano Pacífico.
Como ocurre en la mayoría de los casos, detrás de cada alborto, como el "caso Demjanjuk" siempre se oculta algo que, o bien no se hizo, o no concluyó.
Y no importa si fue por premeditación, incompetencia, o por error.
Todo esto es aplicable a la sonada búsqueda de criminales nazis.
Fue tanto el empeño gastado para tratar de que la opinión pública olvidara a los criminales nazis, que ahora, cualquier captura es considerada como un trofeo.
En torno a la extradición y promesa de juicio contra Demjanjuk se ha dado tanto brillo y claridad que queda en un segundo plano la hipocresía que ha imperado durante más de 60 años en relación a la búsqueda de los criminales nazis.
A pesar de la opinión ampliamente difundida, cientos de miles de criminales nazis no se refugiaron en la clandestinidad y tampoco se ocultaron al final de la guerra.
Sencillamente se quitaron su uniforme y se vistieron de civil tras adquirir documentación falsa.
Y muchos ni siquiera hicieron eso. Según el magistrado alemán Fritz Bauer, en las décadas de los años 50, 60 y 70 en Alemania vivieron y trabajaron tranquilamente (incluso en las entidades públicas federales) más de 100.000 personas involucradas de alguna u otra forma con crímenes relacionados con el Holocausto.
Otras estimaciones indican que el número de esos nazistas eran más de 300.000. Durante todo el tiempo de postguerra, en la Alemania Federal fueron capturados y juzgados (la mayoría sin cumplimento de condena) al menos 5.000 criminales nazis.
"Occidente necesitaba una Alemania Occidental fuerte y no tuvo tiempo para dedicarse a la cacería de criminales nazis, muchos de los cuales se incorporaron a sociedad alemana y al Gobierno, su eliminación pudo debilitar a la Alemania Federal frente a la Unión Soviética y la República Democrática Alemana y esto nadie lo quiso permitir", explicó el profesor de la universidad de Manchester Jean- Marc Dreyfus, experto en nazismo
En EEUU la situación fue peor, especialmente si se tiene en cuenta de que EEUU era un país líder de la coalición antihitleriana.
Hasta 1973, en los EEUU NO HABÍA SIDO DEPORTADO NINGÚN CRIMINAL NAZI.
Y apenas en 1973, gracias a la insistencia del centro Wiesenthal, de EEUU fue deportada la antigua jefa de seguridad del campo de concentración nazi de Majdanek en Polonia Hermine Brauensteiner-Ryan.
Desde entonces, por razones similares EEUU ha deportado unas 90 personas.
Nadie sabe cuántos "ivanes demjanjuk" había y hay actualmente en EEUU y deben de haber muchos, porque en los primeros diez años de la postguerra precisamente a EEUU llegó la mayor parte de los colaboracionistas de los nazis de procedencia ucraniana, bielorrusa y las tres repúblicas bálticas.
Esas personas recibieron la ciudadanía estadounidense (como Demjanjuk) a pesar de la documentación falsa, las biografías inventadas y su pasado criminal en los campos de concentración.
Algunos, hasta fueron utilizados como fuentes de información en asuntos de la CIA en la URSS y en los países socialistas.
Previa a la extradición de Demjanjuk a Munich, Eli Rosental, jefa de la Dirección de Investigaciones Especiales (OSI, responsable de captura de criminales nazis) del Ministerio de Justicia de EEUU reconoció que para descubrir a todos los colaboradores de los nazis ocultos en el territorio estadounidense se necesitarán al menos 100 años, pero dentro de diez años no habrá necesidad de ninguna búsqueda porque la mayoría de ellos probablemente habrán fallecido por la edad.
En EEUU la búsqueda de criminales nazis es simple, a partir de una lista de al menos 70.000 miembros de las Waffen SS que llegaron desde Alemania, mediante ordenadores, las autoridades comparan fotos y nombres hasta encontrar datos similares entre los ciudadanos norteamericanos.
Como resultado de este procedimiento, en los últimos 8 años (entre 2001 y 2008) en EEUU fueron juzgados 37 antiguos criminales nazis y según una práctica impuesta, inmediatamente después del juicio son deportados al país donde cometieron sus delitos.
Así mismo, en el mismo período en Italia han sido juzgados 26 personas, otras 6 en Canadá, 3 en Alemania, 2 en Lituania, y respectivamente, uno en Polonia y en Francia.
Actualmente, en la lista del Centro Simon Wiesenthal, figuran once criminales de guerra nazi más buscados, incluido Iván Demjanjuk y otros tres que ya fueron descubiertos y expulsados de EEUU y que viven tranquilamente en Estonia y Lituania.
En Estonia vive el antiguo ciudadano bielorruso, privado de la ciudadanía estadounidense Mijail Gorshkov, culpable de la ejecución de judíos y comunistas en tiempos de la guerra.
En el mismo país vive Harry Mannil, también deportado de EEUU y responsable de la muerte de civiles en las repúblicas bálticas, indultado por un tribunal estonio y con impedimento para viajar a EEUU.
En Lituania se encuentra Algimantas Dailide, deportado de EEUU privado de la ciudadanía estadounidense, juzgado en Lituania por crímenes de guerra y actualmente en libertad condicional.
Andrei Fediashin (RIA NOVOSTI)
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