La Casa de las Américas, con la siguiente nota, se une a las instituciones, personalidades e intelectuales del mundo que lamentan la muerte, este domingo, del escritor uruguayo Mario Benedetti:
Acaba de morir el escritor Mario Benedetti. La noticia es triste para las letras latinoamericanas. Desde mediados de la década del 40 Benedetti ha ido tejiendo una obra vasta y diversa en la que han encontrado lugar no sólo esa poesía y narrativa que han cautivado a millones de lectores, sino también el ensayo, el teatro, la crítica y el periodismo.
Cautivante, incisivo, polemista, Benedetti tenía la capacidad de atraer a multitudes que se agolpaban para escucharlo a donde quiera que llevaba sus versos, y al mismo tiempo de generar encendidas discusiones intelectuales y políticas. Sus decenas de libros integran una de las obras más leídas de la literatura latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX.
Acaba de morir el amigo Mario Benedetti. La noticia es dolorosa para quienes contaron siempre con su voz y su solidaridad. Desde su primera visita a Cuba en 1966, su entrega al proyecto de construcción de una nueva sociedad fue ejemplar.
Sus convicciones lo arrojaron al exilio (buena parte del cual transcurrió en La Habana) y a defender sus ideas, que eran también nuestras, en cuanto foro estuvo presente. Por su apoyo a Cuba fue acosado, sin que cejara un momento su apoyo a una Revolución que consideraba propia.
Acaba de morir el entrañable Mario Benedetti. La noticia nos deja consternados, para usar un término que el propio Mario cincelara en su poema al Che. Mario no fue sólo un gran escritor y un amigo solidario, fue un infatigable trabajador de la Casa -tarea en la que pronto vincularía a la querida Luz- desde aquella primera visita en que participó como jurado del Premio Literario.
Luego repetiría la experiencia, integraría el Comité de Colaboración de la revista Casa y fundaría, en 1967, el Centro de Investigaciones Literarias. En la Casa -que ha publicado varios títulos suyos y más de un disco con su voz, y que acogió sus multitudinarios recitales poéticos- laboró durante años intensos en los que contribuyó a dar el perfil que ella, en esencia, conserva.
Por una triste coincidencia, Mario nos deja cuando la Casa acaba de cumplir sus primeros 50 años. Sin embargo aquí quedan, con nosotros, su voz, su recuerdo, sus libros y esa otra obra suya que es la propia Casa. (AIN)
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