sábado, mayo 30, 2009

Venezuela: la burguesía entre la impotencia y la desesperación

El pasado 15 de febrero con la aprobación de la enmienda la revolución asestó otro importante golpe a la contrarrevolución. Esto demuestra que la correlación de fuerzas sigue siendo favorable a la revolución, aunque debemos advertir que si el movimiento revolucionario no consigue abolir de una vez por todas el capitalismo, la situación puede hacerse muy hostil y amenazante a la revolución. Las fuerzas entre las clases sociales no es algo eterno y permanente. Existen ejemplos históricos de revoluciones que han tenido un carácter más profundo y que han llegado más lejos que la revolución bolivariana, sin embargo han sido derrotadas. Derrotadas no precisamente por la falta de conciencia o de combatividad de las masas, sino por los errores de su dirección.
Hoy en Venezuela la burguesía no posee la fuerza para aplastar el movimiento revolucionario de las masas, su base esta desmoralizada sin capacidad de reacción. La contrarrevolución no puede mover a su base social. Manuel Rosales, uno de los principales dirigentes de la oposición se le dio orden privativa de libertad para llevarlo a juicio por corrupción y, la oposición tratándose de una de sus principales figuras fue impotente para dar una respuesta contundente, solo pudieron lamentarse y lanzar sus histéricos discursos en la prensa, y montar su campaña mediática. El 1 de mayo presenciaron una escuálida y raquítica movilización en su marcha, esto es algo que les preocupa en lo más hondo, los asusta y los sectores más extremos optan por intentar generar caos y zozobra para ver si logran animar a su base social.
Los sectores más impacientes de la derecha están imbuidos de la desesperación. Se sienten desesperados ante el hecho de que se están tomando medidas (por ejemplo Chávez acaba de nacionalizar cinco empresas y hablo del control obrero), y su base social no se moviliza. Ven que no tienen como reaccionar. Fruto de eso existe un grave peligro, en los últimos meses se ha intensificado el asesinato selectivo de dirigentes revolucionarios, amenazando públicamente a personas o dirigentes. Recientemente asesinaron a Argenis José Vásquez Marcano secretario de organización del sindicato de Toyota (SINTRATOYOTA) con el objetivo de descabezar el sindicato, ya que el conflicto en el sector automotriz es inminente fruto de la profunda crisis del sector a escala mundial. Sumados a la eliminación física de los dirigentes obreros Richard Gallardo, Luís Hernández, Carlos Requena en Maracay, los dos trabajadores en la toma de la planta de MMC Automotriz, de los dirigentes de la Juventud del PSUV Junior Hermoso, Yuban Ortega y Luís Vásquez, la amenaza publica al hijo de Jorge Rodríguez, los recientes ataques a los jovenes y estudiantes revolucionarios de la UCV hiriendo de bala al estudiante Juan Carlos Amado, et. Frente a todos estos hechos solo ha habido comunicados, lo que necesitamos es un programa de lucha contra el fascismo, y no quedarnos simplemente en un alerta. Llamar a la alerta es necesario, pero ese llamado sin medidas concretas se convierte en algo vacio y abstracto, el llamar a la alerta por si solo no resuelve nada. Poner toda nuestra confianza en el estado y llamar al pueblo a que se mantenga atento sin lanzar medidas concretas de lucha es cometer los mismos errores de la socialdemocracia italiana y alemana.
No basta con que la contrarrevolución este debilitada y sin capacidad de respuesta, ni tampoco que seamos mayoría y que tengamos la correlación de fuerzas favorables a nuestra causa y que seamos alegría, paz y amor, es no lo dice todo, es insuficiente. Pensar que por estos motivos la oposición es mansa y que no puede golpear a la revolución es no comprender absolutamente nada de la lucha de clases y de la historia, es andar a ciegas hasta llevarse una terrible y tremenda sorpresa. Simplemente es minimizar y subestimar al enemigo. No es posible un dialogo con la oposición, todo su pensamiento esta concentrado en liquidar la revolución. No se puede llegar a ningún tipo de acuerdo con los enemigos mortales de la revolución. No es posible la conciliación entre el obrero y el burgués, el campesino y el terrateniente, el hijo del obrero y el hijo del burgués, entre la revolución y la contrarrevolución. El único dialogo que defendemos los marxistas es entre obreros, campesinos, jóvenes revolucionarios y los sectores populares. La única alianza posible es la de todas las capas oprimidas de la sociedad con la clase obrera al frente para acabar con el capitalismo.
Las bandas fascistas aunque ahora son pequeñas han empezado a actuar, el movimiento revolucionario no puede quedarse de manos cruzadas esperando a que el dichoso "estado revolucionario" solucione los problemas. Si bien se ha avanzado mucho, el estado sigue siendo burgués aunque la burguesía haya perdido el control directo de él. Es necesario que desde el PSUV y la JPSUV organicemos los Comités de Defensa de la Revolución o Guardias Revolucionarias, como medio de defensa contra los fascistas y aplicar un programa de independencia de clase, contra de las ideas del reformismo que solo pueden llevar al desastre.
A lo que más teme la burguesía es a un movimiento obrero, campesino, estudiantil y popular movilizado, cohesionado, armado y dispuesto a ir hasta el final. El pretender llegar a acuerdos y a un debate con la derecha es darle más tiempo para que se organicen y traten de cambiar la correlación de fuerzas.
La pasividad, las vacilaciones, las dudas y la política de conciliación de clases son los peligros más grandes de la revolución frente a los ataques de la contrarrevolución en cualquiera de sus formas. Si queremos una revolución pacifica desarmemos a la burguesía, expropiándoles las grandes industrias, monopolios, latifundios y la banca, (las palancas que mueven la economía y que están en manos de los capitalistas, explotando a los trabajadores y usándolos con fines reaccionarios) ponerlo en manos de todo el pueblo gestionado por el control obrero y popular. La revolución bolivariana sigue teniendo el lastre del viejo estado que aunque debilitado por la revolución sigue siendo el mismo que responde a los intereses de los capitalistas, todas las revoluciones nos ha enseñado que no se puede usar ese aparato para fines revolucionarios, debemos construir uno revolucionario basado en los Consejos de Trabajadores y Comunales, con el pueblo en armas.

José Antonio Hernández

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