sábado, enero 11, 2014

Faluya: el último dolor de cabeza de Obama

Guernica en la guerra civil española, My Lai en la Guerra de Vietnam, la Bahía de Guantánamo en la guerra contra el terror – han sido símbolos poderosos. El sitio de Faluya en mayo de 2004 se destaca en la Guerra de Irak como la batalla más sangrienta librada por EE.UU. desde la Guerra de Vietnam. Los marines de EE.UU. sufrieron 40 muertes en el sitio, mientras las víctimas civiles iraquíes fueron cientos. Según las informaciones las fuerzas estadounidenses utilizaron aviones de guerra F-16 para atacar áreas residenciales en Faluya con bombas de racimo. La mayoría de los prisioneros fueron ejecutados.
Mientras el Cuerpo de Marines de EE.UU. anunciaba un cese al fuego y se retiraba en mayo de 2004, las mezquitas proclamaron la victoria de los insurgentes y la transformación de Faluya comenzó como una especie de mini-Estado islámico con la ley Sharía. Por lo tanto, en otoño de ese año, a fines de octubre, los militares estadounidenses volvieron con otra importante ofensiva con ataques aéreos y misiles guiados de precisión seguidos por un ataque total de los marines apoyados por artillería y blindados a principios de noviembre – Operación Furia Fantasma.
Karl Penhaul de CNN informó como sigue el 9 de noviembre: “El cielo sobre Faluya parece estallar mientras los marines de EE.UU. lanzan ataque por tierra anunciado a los cuatro vientos. Aviones de guerra lanzan bombas de racimo sobre posiciones insurgentes y baterías de artillería disparan proyectiles de humo para ocultar un progreso de los marines”. Según el Washington Post, granadas de fósforo blanco y obuses de artillería fueron utilizados para crear “muros de fuego” en la ciudad. Médicos informaron posteriormente que vieron cadáveres fundidos. Nadie conoce la cantidad de víctimas; el 18 de noviembre los militares de EE.UU. afirmaron que 1.200 ‘insurgentes’ habían sido muertos y 1.000 capturados…
Un informe de The Guardian dijo que más de un 70% de las casas de la ciudad fueron destruidas junto con sesenta escuelas y sesenta y cinco mezquitas y lugares sagrados. Ha habido evidencia anecdótica de grandes aumentos en cáncer, mortalidad infantil, etc. entre los sobrevivientes, provocando especulación de que el uso de uranio empobrecido condujo a contaminación medioambiental.
Es extremadamente importante recordar la horrenda memoria viviente de Faluya para comprender lo que ocurrió la semana pasada cuando el centro de la ciudad cayó en manos de combatientes del Estado Islámico en Iraq y el Levante [ISIL] vinculado con al Qaida. Faluya, junto con la capital de la provincia Anbar, Ramadi, fue un baluarte de los insurgentes suníes durante la ocupación estadounidense de Iraq y combatientes de al Qaida tomaron gran parte de ambas ciudades la semana pasada. Cientos de combatientes de ISIL han entrado a Faluya.
Expertos han comenzado a analizar los factores detrás de estos hechos. La narrativa dominante es que el gobierno iraquí encabezado por el primer ministro Nouri al-Maliki no se acercó a los suníes y los alienó durante el período desde que las tropas de EE.UU. se retiraron en 2011. Por cierto, el último estallido ocurrió después que Maliki envió soldados la semana pasada para reprimir una protesta suní de un año en Ramadi para expresar sus quejas de exclusión política. Casi todos los suníes se han vuelto contra el gobierno y se oponen a las fuerzas de seguridad iraquíes, aunque no todos se han alineado con el ISIL.
Mientras tanto, los disturbios en Siria en los cuales el ISIL juega un papel dirigente ha complicado la situación de la seguridad en Iraq. El ISIL ha estado atacando a chiíes, lo que da al conflicto en Anbar un matiz sectario. Además, Iraq tendrá una elección parlamentaria en abril y hay teorías conspirativas de que Maliki está calibrando una confrontación con los suníes y usando el espectro de la amenaza de al Qaida que puede ayudarle a unir la opinión chií para apoyar su reelección.
Sin embargo, las decisiones de Maliki también son provocadas por el verdadero temor de que su gobierno dirigido por chiíes está sitiado y enfrenta la amenaza de ser desbordado por suníes. Decir que urdió la toma de Faluya por al Qaida supera nuestra capacidad de comprensión. El ISIL incluye combatientes aguerridos provenientes de Siria donde los aliados regionales de EE.UU. en el Golfo Pérsico, especialmente Arabia Saudí, han estado reclutando combatientes extranjeros y apoyándolos con dinero y armas. También hay que considerar el así llamado Sahwa, el Despertar, que EE.UU. creó como una fuerza suplente para combatir al Qaida y fue abandonado cuando las tropas estadounidenses se retiraron en 2011. La mayoría de sus dirigentes han sido asesinados.
Baste decir que, en términos de moralidad o estrategia política, el gobierno de Barack Obama no se puede lavar las manos ante la situación emergente en Faluya. La culpa por el desmembramiento de Iraq como nación recae en la presidencia de George W. Bush. El pronóstico de ‘misión cumplida’ en Iraq de Bush y el alarde del general David Petraeus sobre el Despertar suenan vacíos actualmente.
Sin duda, el modo cómo Obama responde a la situación en Faluya tiene implicaciones más amplias para las estrategias regionales de EE.UU. El secretario de Estado John Kerry dijo: “No estamos considerando el uso de nuestros soldados. Esta es su lucha [de los iraquíes], pero vamos a ayudarles en su lucha.”
El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, dijo que Washington está “acelerando” sus entregas de equipamiento militar a Iraq y “espera suministrar un envío adicional de misiles Hellfire” en los próximos meses así como diez drones de vigilancia en las próximas semanas y otros 48 más adelante durante este año. Carney agregó que Washington “trabaja estrechamente con los iraquíes a fin de desarrollar una estrategia holística para aislar a grupos afiliados con al Qaida”, pero que en última instancia Iraq debe enfrentar el conflicto por sí solo.
El asunto principal es que EE.UU. combatió ferozmente en 2004 para mantener al Qaida fuera de Faluya y ahora estos últimos han vuelto y pueden crear una base allí y esto es en todo caso la lucha de EE.UU. y el gobierno de Maliki es un casi aliado de Washington. Los intereses de EE.UU. en la región serán seriamente afectados si al Qaida establece otro punto de apoyo en la región. Y, por cierto, toda la región observa la determinación de Washington para enfrentar a al Qaida.
Los halcones belicistas republicanos como los senadores John McCain y Lindsey Graham culpan a Obama por la situación en la medida en que no hizo lo suficiente por lograr un acuerdo con Maliki para mantener tropas de EE.UU. después de 2011. Sin embargo, la crítica no ganará fuerza ya que el ambiente interior en EE.UU. favorece la idea de que a pesar de la convulsión en Medio Oriente, EE.UU. debería buscar una relación diplomática y política con la región en vez de una solución militar.
Las alternativas que se presentan a Obama pueden ser vistas desde tres perspectivas. Primero, la situación en Faluya aparece en un momento delicado – cuando el gobierno de Obama propone mantener algo entre diez y doce mil soldados estadounidenses en Afganistán. El plan carece de apoyo dentro de EE.UU. y la situación en Faluya es una advertencia oportuna sobre los peligros de mantener una gran fuerza residual en Afganistán.
Segundo, Faluya destaca que las guerras en Siria e Iraq y la peligrosa resbalada en Líbano se han transformado. Al mismo tiempo, Faluya no es solo un problema de al Qaida. Es una ciudad que se alienó irreconciliablemente en la brutal violencia de la ocupación estadounidense y ya no siente que forma parte de Iraq. Por lo tanto, Faluya llama la atención a un problema más fundamental respecto al futuro del propio Iraq. Esto, de nuevo, contiene algunas duras lecciones para Afganistán donde la ocupación estadounidense también aceleró la fragmentación a lo largo de líneas étnicas y religiosas. Una respuesta a la crisis mediante la aceleración de entregas de armas al gobierno iraquí no solucionará el problema e incluso podría empeorarlo.
Un tercer aspecto sorprendente es que la situación en Faluya encuentra a EE.UU. e Irán del mismo lado. Sus intereses respectivos en Iraq varían pero comparten la profunda preocupación de que un movimiento internacional de combatientes suníes motivados por la ideología wahabí está alzando la bandera negra de al Qaida a lo largo de divisiones sectarias. Ninguno de los dos está dispuesto a intervenir y Teherán también promete ayuda militar pero muestra renuencia a enviar soldados.
El gobierno de Obama podría estarse acercando a reconocer la influencia de Irán sobre temas regionales –Iraq, Siria, Afganistán, Yemen– y esto acelera reajustes regionales. Arabia Saudí acusa al gobierno de Obama de fortalecer la influencia regional de Irán a costa de aliados tradicionales de Washington y también afirma que Teherán está siguiendo una estrategia astuta para debilitar la alianza estadounidense-saudí.
Por cierto, el ministro de Exteriores Mohammad Javad Zarif dijo en una reunión con una delegación visitante de legisladores italianos el domingo en Teherán que la propagación del radicalismo en medio Oriente plantearía también amenazas impredecibles para otras partes del mundo a menos que fuera contrarrestada mediante una efectiva cooperación internacional. El ministro de Inteligencia Seyed Mahmoud Alavi afirmó que las potencias occidentales comprenden que se necesita cooperación internacional para contrarrestar la “amenaza de terrorismo por grupos takfiristas”.
Significativamente, un grupo bipartidista de influyentes personajes en el establishment de la política exterior de EE.UU. dirigió una carta al Senado de EE.UU. el lunes argumentando que no se aprueben nuevas sanciones contra Irán, advirtiendo que tendrían el potencial de acercar EE.UU. a la guerra. Ryan Crocker, quien fue un ex embajador en Irán, dirigió la iniciativa.

M.K. Bhadrakumar
strategic-culture.org

Traducido pra Rebelión por Germán Leyens

El embajador M. K. Bhadrakumar fue diplomático de carrera del Servicio Exterior de la India. Ejerció sus funciones en la extinta Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanka, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía.

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