En los Grundrisse (1857-58), Marx esboza una teoría multilineal de la historia, marcando así un giro importante en su pensamiento. Estos temas son retomados y se siguen desarrollando en el Capital, Vol. I (1872-75), pero como una teorización de las posibilidades contemporáneas más que como historia pasada.
Algunas barreras para Marx dentro del pensamiento radical
Cuando se nombra a Marx hoy en día, a menudo se sostiene en círculos progresistas y radicales que, mientras Marx tenía algunos buenos análisis sobre la estructura económica del capitalismo, la totalidad de su teoría sobre la sociedad no es modelo para el pensamiento radical actual, ya que era fundamentalmente eurocéntrico, unilineal y determinista. Esta postura ha disuadido en gran parte a muchos pensadores y activistas del siglo XXI de un compromiso serio con su pensamiento. Este artículo ofrece argumentos desde dentro de los escritos de Marx para desafiar esta actitud, con el objetivo de fomentar en ambos grupos un compromiso con su trabajo completo y con una crítica de sus críticas, especialmente a aquellos en la izquierda como Deleuze, Foucault y Edward Said. Al hacerlo así, voy a retar también al marxismo ortodoxo o al post-marxista en su sucesión determinista de las etapas históricas y en su fracaso para entender las diferencias entre Marx y Engels. Sin alejarse de estos asuntos es difícil entender a Marx, sin tratar de apreciar la plenitud de su crítica del capital o su noción de una sociedad nueva.
Desde un comienzo, quiero mencionar dos visiones problemáticas que no comparto. (1) Algunos marxistas ortodoxos, especialmente en la India, han sostenido que Marx se incursionó en la idea de un modelo asiático de producción en los Grundrisse, pero que en el Capital volvía a su anterior modelo único de desarrollo en el que había una progresión desde la esclavitud al feudalismo, y de este al capitalismo. Esta visión no se mantiene cuando uno considera el conjunto de la obra de Marx. (2) Otros, basándose en los últimos escritos de Marx sobre las aldeas comunales rusas como fuente de la revolución, han argumentado que (lo que ellos consideran que son) las perspectivas deterministas de Marx en el Capital cedían paso en sus últimos escritos a un enfoque más abierto, multilineal.
Yo, sin embargo, voy a adaptar la noción de Bertell Ollman en Dialectical Investigations (1993) de que Marx lee la historia hacia atrás, es decir, contempla las sociedades premodernas a través de las lentes del capitalismo moderno. Haré esto con el mismo Marx, leyendo los Grundrisse y el Capital a través de los últimos escritos de 1877-82, especialmente las Notas Etnológicas y las cartas de Rusia. Lo haré con tal de comprender mejor la trayectoria de la empresa teórica de Marx.
Mucha tinta se ha vertido en décadas recientes acerca de las cuestiones del unilinealismo (gran narrativa) y etnocentrismo en la teoría social y política en general, y con respecto a Marx en particular. Con Marx, la mayor parte del debate ha girado en torno a sus artículos sobre la India a principios de la década de 1850 y sobre el Manifiesto Comunista (1848). Ambos conjuntos de escritos evidencian implícitamente un modelo unilineal de desarrollo social en el que Inglaterra era la sociedad más avanzada en aquellos tiempos, con otras necesariamente siguiéndola, voluntaria o involuntariamente, hacia el futuro capitalista. Edward Said, Jean-François Lyotard, Robert Tucker y otros críticos de Marx han hecho caso de esta idea desde los años 70. Además, las descripciones tempranas de Marx sobre la India (una sociedad sin historia) o de China (bárbara) evidencian cierto etnocentrismo. En los escritos tardíos de Marx menos discutidos (e incluso hasta cierto punto en aquellos de 1856-59 sobre China e India) a menudo parece haber superado algunos de estos problemas. Este cambio de posición se puede ver más claramente en su carta de 1881 a Vera Zasulich o en el prefacio de 1882 al Manifiesto Comunista, donde sugiere un camino multilineal de desarrollo para sociedades no capitalistas. Aquí echaré un breve vistazo a las dos críticas más importantes de Marx a la economía política, los Grundrisse y el Capital, a la luz de este cometido.
Los Grundrisse ofrecen una teoría multilineal de la historia
Recientemente celebrábamos el 150º aniversario de los Grundrisse de Marx, que no fueron publicados hasta 1939. Son reconocidos generalmente como lo más parecido a un borrador de toda su crítica a la economía política. Considerado en una sección a parte de los Grundrisse, y sólo intermitentemente en el Capital, Vol. I, se encuentra la cuestión de las sociedades pre-capitalistas. En un análisis extenso de cómo los primeros clanes y las formas comunales de organización social se transformaron en sociedades de clases, Marx examinó los diferentes rumbos que habían tomado estas evoluciones en Asia en oposición a Europa Occidental.
Estas cuestiones iban a generar una amplia discusión entre los marxistas del siglo XX bajo la rúbrica del modo asiático de producción. Poco después de los Grundrisse, en el prefacio de 1859 a la Crítica de la Economía Política, Marx escribió sobre “los modelos de producción asiáticos, antiguos, feudales y burgueses”, que “pueden designarse como épocas marcando el progreso en el desarrollo económico de la sociedad”. Puesto que caracterizó el capitalismo moderno como “la última forma antagónica”, parte de “la prehistoria de la sociedad humana”, un futuro socialista estaba también implícito, como lo estaba algún tipo de forma temprana apátrida proveniente de ambos modos de producción, el asiático y el antiguo (MECW 29, pp. 263-64). Añadiéndose a estos dos, se daría una lista seis modos de producción: (1) primitivo sin estado, (2) asiático, (3) antiguo greco-romano, (4) feudal, (5) burgués, (6) y en el futuro, socialista.
Cierta clase de multilinealidad estaba también implícita a través de la introducción del modo asiático, en lo que de otra manera habría sido un modelo unilineal basado en el desarrollo occidental, desde las primeras sociedades de clanes apátridas a las antiguas sociedades de clases greco-romanas basadas en la mano de obra esclava, al feudalismo de la Europa de la Edad Media y llegando a la sociedad burguesa y a su sucesora, el socialismo. Así, alrededor de 1857-58, Marx había desarrollado una concepción más compleja de la evolución histórica que la que había elaborado junto a Engels una década antes en La Ideología Alemana (1846). En ausencia de las formas asiáticas destacaba un modelo unilineal implícito basado únicamente en la historia de Europa Occidental que pasaba cronológicamente desde formas de sociedad de “clanes o tribales”, a “antiguas” greco-romanas, a “feudales” y después a las formas burguesas modernas (MECW 5, pp.32-35).
Hasta el día de hoy, los marxistas habituales ignoran la crítica implícita en los Grundrisse de este modelo unilineal y eurocéntrico, hecha más tarde explícita en las notas sobre la India de 1879. Un ejemplo común del uso continuado de este modelo unilineal es la máquina de propaganda estatal China, cuando apoda la cultura tibetana como “feudal” y consecuentemente atrasada.
En los Grundrisse, Marx discutía lo que él llamaba las formaciones sociales asiáticas, donde las organizaciones sociales comunales se relacionaban con las tierras “como propiedad de la comunidad” (Grundrisse, p.472). Con el tiempo, sin embargo, un ente mayor se estableció como latifundista, extrayendo un excedente de la comunidad campesina. En términos de ejemplos históricos, esta formación social echó raíces más allá de Asia, teniendo que mencionar formas comunales no sólo en la India, sino también en Rumanía, México, Perú y entre los primeros celtas. En contra de sus escritos de 1853 sobre la India, donde mencionaba no solamente el “despotismo Oriental”, Marx ahora tomaba una posición más abierta, refiriéndose a la posibilidad de una “forma más despótica o más democrática de este sistema comunal” (Grundrisse, p.473, énfasis añadido). Esto hizo que, durante la insurrección de los Cipayos en 1857-58 en la India y en la Segunda Guerra del Opio en China de 1856-60, Marx se solidarizase, como no había hecho hasta entonces, con la resistencia de la India y China contra el imperialismo británico.
Después de haber esbozado las formas asiáticas y otras formas precapitalistas, Marx comenzó a trazar en los Grundisse una clara distinción entre estas y el orden burgués moderno. Todas las formas precapitalistas tenían como “fin económico” la “producción de valores de uso” (Grundrisse, p. 485). Por otra parte, ninguna de ellas había desarrollado nada parecido al “aislamiento” del moderno “trabajador libre”. Tampoco desarrollaron la propiedad burguesa moderna.
Marx, Engels y sus diversas ediciones del Capital, Vol. I, 1867-1890
En la obra maestra de Marx, Capital, Vol. I, publicada por primera vez una década después de que escribiese los Grundrisse, el poder abstracto e impersonal del capital era en sí mismo un actor histórico, un sujeto que se desarrollaba solo. El tratamiento extendido de Marx sobre los orígenes históricos del capitalismo se colocó al final del libro, bajo la categoría “Acumulación Primitiva del Capital”, después de que el lector haya sido conducido a través de un estudio conceptual y empírico sobre el mismo capital moderno. Aquí surgió una pregunta -como en los escritos previos de Marx, especialmente en el interior de la Rusia agraria, el Capital estaba siendo ampliamente discutido después de su traducción al ruso en 1872- ¿Iba a seguirse el camino a través del cual el capitalismo moderno había emergido del sistema feudal precapitalista en Europa Occidental en todas las demás sociedades de una manera unilineal, con el resto del mundo simplemente un poco por detrás de estas sociedades más avanzadas tecnológicamente?
El argumento que voy a presentar aquí gira en torno a las últimas etapas de la reelaboración de Marx del texto del Capital, Vol. I, con algunos textos significativos aún por traducir y en gran parte desconocidos. Excepto académicos especializados, pocos son conscientes de que Engels no sólo editó póstumamente los Vols. II y III del Capital a partir de los borradores de Marx, sino que también creó la edición estándar del Vol. I después de su muerte, un proceso en el que tomó decisiones editoriales importantes.
Vamos a enumerar las diferentes ediciones del Vol. I del Capital en las que Marx o Engels estuvieron implicados en la preparación de su publicación:
1867: Primera edición alemana. Preparada para su publicación por Marx con aportes mínimos de Engels.
1873: Segunda edición alemana, con modificaciones considerables, incluyendo la creación de un primer capítulo con una sección sobre el fetichismo mercantil. Preparada para su publicación por Marx, de nuevo con pocos aportes de Engels.
1872-75: Edición francesa, con modificaciones considerables, incluyendo la aparición de una parte separada sobre la acumulación primitiva; publicada inicialmente por entregas, en forma de fascículos. Traducida por Joseph Roy de la segunda edición alemana, de nuevo con alteraciones considerables por parte de Marx y con mínimas aportaciones de Engels; es la última edición que Marx preparó para su publicación.
1883: Tercera edición alemana. Preparada para su publicación por Engels poco después de la muerte de Marx; basada en la segunda edición alemana; tomó en consideración algunos aspectos de la edición francesa.
1886: Primera edición inglesa, con algunas alteraciones. Traducida de la tercera edición alemana por Samuel Moore y Edward Aveling, con considerables aportaciones de Engels; Eleanor Marx revisó y corrigió las numerosas citas de las fuentes inglesas.
1890: Cuarta edición alemana, con algunas modificaciones. Edición estándar a día de hoy; preparada para su publicación por Engels, quien tuvo en cuenta ambas ediciones inglesas y otros aspectos de la edición francesa.
Desgraciadamente, Engels dejó de lado material considerable de la edición francesa de 1872-75 (la última que Marx preparó para su publicación en cualquier lengua) con el motivo de crear en 1890 lo que ahora es la edición estándar del Capital, Vol. I, que es la base para todas las ediciones inglesas. Es también importante denotar aquí que Engels repetidamente expresó su animadversión hacia la edición francesa e incluso hacia el idioma francés, escribiendo a Marx en una ocasión: “Cada vez resulta más imposible pensar de manera original dentro de la camisa de fuerza del francés moderno… Creo que es un gran error considerar la versión francesa como un modelo para la traducción inglesa” (carta a Marx del 29 de noviembre de 1873). Marx tenía una postura diferente, como se ve tanto en sus cartas como en el epílogo a la edición francesa, donde escribió que “posee un valor científico independiente del original y debería ser consultado incluso por los lectores familiarizados con la edición alemana” (Capital I, traducción de Fowkes, p.105). Entre los primeros que estudiaron la importancia de estas diferencias estaba Raya Dunayevskaya, en su Rosa Luxemburgo, la liberación femenina y la filosofía de la revolución marxista (1982).
La edición francesa del Capital de Marx ofrece perspectivas multilineales para el futuro
Algunos de estos cambios afectan al tema de las vías de desarrollo multilineal vs. unilineal. El ejemplo más destacado se encuentra en la parte sobre la acumulación primitiva al final del Capital, donde Marx discute el ascenso de las formas capitalistas – “la transformación de la explotación feudal en explotación capitalista” (Capital I, p. 875) – a través de la expropiación de los campesinos ingleses. Concluía así:
“La expropiación de las tierras del productor rural, del campesino, constituye la base de todo el proceso. Su historia adopta matices diferentes en países diversos y recorre fases distintas en sucesión diferente y en diversas épocas de la historia. Tan sólo en Inglaterra, que por eso tomamos como ejemplo, reviste su forma clásica” (Capital I, tomo III, p. 200-201, Ed. Akal, énfasis añadido)
El pasaje de arriba ha sido frecuentemente leído como ejemplo del determinismo unilineal de Marx.
En la última y en gran parte todavía desconocida edición francesa, no obstante, Marx extendió y reelaboró notablemente este pasaje, limitando expresamente su análisis a la “Europa Occidental” en un pasaje que todavía tiene que llegar a las ediciones inglesas del Capital:
“ Pero la base de todo este desarrollo es la expropiación de los cultivadores. Hasta ahora, se ha cumplido de manera radical únicamente en Inglaterra: por lo tanto este país necesariamente desempeñará el papel principal en nuestro esquema. Pero todos los países de Europa Occidental seguirán el mismo movimiento, aunque dependiendo del entorno cambia el color local, o se confina a una esfera más estrecha, o muestra un carácter menos pronunciado, o sigue un orden de sucesión diferente” (énfasis añadido).
Este texto alterado dejaba claro, en la medida en que concernía a Marx, que su dialéctica de la acumulación primitiva significaba una descripción del desarrollo de la Europa Occidental, nada más. Esto apenas era un modelo unilineal con esa posibilidad de un camino alternativo para muchas sociedades no europeas o no occidentales de la época. Y, a diferencia de los Grundrisse, el foco de la edición francesa del Capital estaba más bien en el futuro que en el pasado.
¿Qué es importante destacar de todo esto hoy en día? Primero, esta interpretación de Marx nos puede ayudar mejor a enfrentarnos a sus críticos contemporáneos, al mismo tiempo que su trabajo se hace más contemporáneo. Segundo, debería destacarse que en el siglo XXI la relación del capital ha penetrado mucho más de lo que lo hizo en tiempos de Marx. Por consiguiente, muchos de sus debates sobre vías alternativas de desarrollo deben considerarse más como un ejemplo del método dialéctico de investigación que como un mapa de ruta para la práctica revolucionaria actual. Un tercer punto que merece la pena mencionarse es que, sin embargo, todavía existen cierto número de lugares donde las relaciones capitalistas todavía no han penetrado hasta el grado en que lo han hecho en países desarrollados tecnológicamente. Entre ellos encontramos algunos que están actualmente en fermento revolucionario, como Chiapas, México o Bolivia, donde el campesinado todavía retiene un importante grado de organización comunal social. Si, como Marx escribió al final de su vida, este tipo de movimientos puede unirse con aquellos en el mundo desarrollado, un desenlace revolucionario y creativo podría ser posible. Por todas estas razones, la reconsideración de Marx como un pensador multilineal y dialéctico debe estar en nuestro orden del día.
Kevin B. Anderson
Marxismo Crítico
Este artículo está basado en partes del capítulo cinco de mi libro, Marx at the Margins: Nationalism, Ethnicity, and Non-Western Societies (University of Chicago Press, 2010).
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