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viernes, marzo 11, 2016
El señor de los drones
Visita de Obama, provocación al pueblo argentino.Eduardo Molina
Es una obra maestra de la hipocresía: viene el “Nobel de la paz” con más guerras e intervenciones en su haber (Afganistán, Yemen, Irak, Libia, Siria), la legalización de los “golpes constitucionales” en Honduras y Paraguay y la renovación de sanciones a Venezuela.
Un “amigo de los derechos humanos” que comanda miles de asesinatos con drones en Yemen y otros países; que dejó correr al “gatillo fácil” policial contra los jóvenes negros en Estados Unidos; que impulsa una estrategia “antidrogas” responsable de los miles de asesinatos bajo el terror estatal en México; que mantiene el centro de torturas de Guantánamo hasta la fecha, y así, podría seguirse... Claro, de vez en cuando derrama algunas lágrimas por las víctimas del sistema que él mismo preside.
Lo recibe en Buenos Aires Macri, que ya le ha tendido ya una alfombra de ofrendas: genuflexiones en Davos, entrega total a los buitres, cajoneado hasta el más tímido reclamo por Malvinas (no sea que ofenda a Inglaterra, el mayor aliado de Washington), hostilidad a Venezuela, todo tipo de gestos que comprometen una mayor subordinación económica, financiera y geopolítica al imperialismo.
Y la fecha elegida para que ambos hablen de “democracia” y “derechos humanos” añade una siniestra provocación a los trabajadores y el pueblo de Argentina y de todo el Cono Sur: el 40° aniversario del golpe militar promovido por Estados Unidos, un episodio del ciclo de dictaduras contrarrevolucionarias de los ‘70 que asolaron Bolivia, Chile, Uruguay, Brasil, Argentina. Cabe recordar que aún en 1982, la dictadura argentina colaboraba con el Pentágono contra la revolución centroamericana.
El imperialismo busca recuperar control en América del Sur
Obama, que hace pocas semanas celebró con el presidente Santos los 15 años del siniestro Plan Colombia, viene a respaldar a Macri, su más reciente aliado, un apoyo importante para el avance de los intereses norteamericanos en Sudamérica. Desde el El año pasado, cuando Obama fue a la VII Cumbre de las Américas en Panamá a ofrecer un “nuevo diálogo” e inició el deshielo de relaciones con Cuba.
En esta ocasión, el viaje de Obama que tendrá como primer destino a Cuba antes de llegar a la Argentina se da en un escenario regional diferente, que el presidente estadounidense tratará de aprovechar para sus fines políticos. , su gobierno se ha lanzando a aprovechar la crisis económica que afecta a América latina y el descalabro de los gobiernos autotitulados progresistas, para recuperar autoridad en la región. Su estrategia apunta a avanzar en las posiciones comerciales, financieras, políticas y militares del imperialismo, limitando la presencia china y dislocando las ilusiones en un “bloque sudamericano” capaz de regatear sus términos.
En este viaje busca compensar el paso previo por Cuba con el apoyo a Macri, como forma de contestar a los sectores más duros de la política norteamericana, que se oponen tanto a los acuerdos con Cuba como con Irán, política que fue apoyada por varios de los gobiernos autodenominados “progresistas” de la región (como el de Lula/Dilma o el de Cristina Kirchner). Pero se trata de diferencias dentro de una misma política imperialista. El gobierno de Obama se ha lanzando a aprovechar la crisis económica que afecta a América latina para recuperar autoridad en la región. Su estrategia apunta al avance de los intereses imperialistas, en las posiciones comerciales, financieras, políticas y militares, limitando la presencia china y dislocando las ilusiones en un “bloque sudamericano” capaz de regatear sus términos.
En los últimos años EE.UU. selló acuerdos de “libre comercio” con Chile, Perú y Colombia, el año pasado avanzó en integrar al Tratado Trans Pacífico (TTP) a los dos primeros, además de México. Y a la vez, ha continuado fortaleciendo el dispositivo militar en la región (ver infografía), tanto como la variada red de mecanismos de intervención en la “seguridad”, la justicia, los servicios de inteligencia, etc., que con el argumento de la “lucha contra el narcotráfico y el terrorismo” mantiene a través de la CIA, el FBI, la DEA, agencias oficiales de “ayuda” como USAID y otras.
Ahora, presiona en una coyuntura regional caracterizada por las fuertes crisis económicas y políticas en Brasil y Venezuela. Se trata de un punto de inflexión en la ofensiva de la derecha regional, con los intentos de la oposición venezolana de “salir de Maduro”, mientras la derecha brasileña redobla la presión contra el gobierno de Dillma Roussef, gestora de un ajuste con despidos, inflación y privatizaciones que sin embargo no conforma a una fracción decisiva de la burguesía brasileña. La mayor injerencia estadounidense y el triunfo de Macri en Argentina, alientan el giro político a derecha el escenario regional. La gran burguesía latinoamericana acaricia la idea de librarse de los “populismos”, a los que pese a sus esfuerzos, ve incapaces de gestionar la crisis con la rapidez y eficacia que el gran capital pretende.
Obama espera dejar como un éxito de su estancia en la Casa Blanca, un nuevo panorama de las relaciones con América latina, mucho más favorable para el imperialismo que el que encontró al asumir. Pasos como la distensión con Cuba, que le permite aparecer como “amigo” de la isla a ojos de algunos sectores, están al servicio de lograr la primacía de los intereses norteamericanos en el proceso de restauración capitalista en la isla: El apoyo al “proceso de paz” en Colombia, como forma de imponer una “rendición negociada” a las FARC, removiendo obstáculos de la época de la “guerra fría”, están al servicio de este objetivo estratégico, al mismo tiempo que consolidar al Estado colombiano como un aliado clave en sus planes.
Fuera el imperialismo de América Latina
Los gobiernos progresistas fueron incapaces de enfrentar este avance. El regateo desde UNASUR o CELAC terminó siempre cediendo (golpe en Honduras y Colombia, bases en Colombia, etc.). Más bien, en mayor o menor medida le otorgaron un crédito a cuenta de su sonrisa, mientras abrían más las puertas a las transnacionales norteamericanas e imperialistas en general en la expoliación del petróleo (Vaca Muerta!), la gran minería (Barrick Gold!) y el agrobusiness (Monsanto!).
Hoy, los progresistas en crisis, desde el chavismo al PT lulista o el kirchnerismo en Argentina que sostuvieron la ocupación de la ONU en Haití o votaron leyes antiterroristas a pedido de EEUU y que depositaron expectativas en el supuesto rostro “amable” del imperialismo bajo Obama, hasta el chavismo o Evo Morales, se muestran todavía más incapaces de enfrentar el avance norteamericano, más allá de algunos regateos y una retórica cada vez más deslavada, lo que incluye a Evo y el propio Maduro, a pesar de su la mayor confrontación diplomática de Evo y Maduro.
El avance norteamericano prepara una mayor ofensiva capitalista, para que la crisis económica la paguen los trabajadores y el pueblo, abriendo una nueva ronda de endeudamiento externo, mayor entrega al capital extranjero y más estrecha subordinación al imperialismo en todos los terrenos.
La lucha antiimperialista no tiene fronteras, nos hermana con los países del continente, y debe ser tomada en sus propias manos por las y los trabajadores y la juventud. Es inseparable de la resistencia al ajuste y los despidos, contra la represión y los recortes a las libertades democráticas, contra la depredación ambiental. Que la protesta se haga sentir bien alto este 24 de marzo:
Repudio a la presencia de Obama en Argentina!
No al acuerdo con los buitres! No pago de la deuda externa!
Fuera las bases militares yanquis de América Latina!
Eduardo Molina
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