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sábado, febrero 15, 2020
La CIA, Alemania y un escándalo mundial: se confirmó que espiaban a 120 países
Una investigación de The Washington Post y cadenas de noticias de Alemania y Suiza sacaron a la luz un servicio de espionaje monumental que duró casi 50 años.
El vencedor y el vencido de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y Alemania -Occidental en esos años- colaboraban entre sí para obtener información secreta de un centenar de países, gracias a unos dispositivos de la compañía suiza Crypto AG.
Se trata de unas pequeñas máquinas o aparatos de encriptación y de líneas de comunicación que esa empresa le vendía, desde fines de los años 40 hasta el 2018 según la investigación que salió a la luz recientemente, a un centenar de países.
Esos dispositivos eran previamente manipulados por la CIA y el servicio de inteligencia alemán (BND en sus siglas alemanas), de esta manera podían “romper” con facilidad los códigos que usaban los países compradores del aparato de comunicación, cuando enviaban mensajes encriptados.
Algunos de esos países que habían comprado el dispositivo y que sufrieron ese espionaje van desde Irán, Pakistán, India, Japón, pasando incluso por el Estado Español, la Organización de Naciones Unidas (ONU), el mismo Vaticano y por supuesto varios Estados de Latinoamérica, considerado el patio trasero del imperialismo yanqui.
Según esta investigación llevada adelante por Washington Post y los canales de televisión ZDF (alemán) y SRF (suizo), ya en la década de los 80 a esta operación de espionaje la denominaron Rubicón y empezaba a haber roces entre las agencias de inteligencia estadounidense y alemana que tenía que ver con qué objetivos perseguir y a quién espiar.
El informe relata que varios países, colonialistas todos ellos, pagaban millones de dólares para hacerse de esa información obtenida de aquella manera por Estados Unidos y Alemania. Además de los millones que le pagaban a la empresa los países que luego serían espiados, cuando compraban los aparatos.
Quienes compraba la información serían los países de la alianza de inteligencia anglófona llamada Five Eyes (cinco ojos) –FVEY-, integrada además de la principal potencia imperialista, por Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Gran Bretaña.
El truco consistía entonces en que Crypto AG le vendía los aparatos que supuestamente les servirían para enviar y recibir mensajes cifrados, a países y organizaciones que la CIA (y Alemania durante la llamada guerra fría) autorizaban y luego eran fácilmente descifrados debido a que conocían cómo fueron fabricados y que era falso el sistema aleatorio de mensajería que en teoría generaba.
Los archivos de la CIA a los que el diario norteamericano accedió hablan de varios hechos políticos donde esa agencia de inteligencia interceptó y descifró comunicaciones.
En 1978, durante el acuerdo de Camp David al por aquel entonces presidente egipcio Anwar Sadat y el ex primer ministro israelí Menahen Begin, Estados Unidos monitoreó las comunicaciones supuestamente secretas que Sadat mantuvo con miembros de su gobierno que estaban en Egipto. Por supuesto, este país había comprado un dispositivo a Crypto AG.
Otro ejemplo que cita The Washintong Post es cómo durante la llamada crisis de rehenes en 1979, la CIA pudo espiar a Irán que por aquel entonces era un comprador de la empresa suiza.
Tres años después, Estados Unidos durante la guerra de Malvinas pudo brindar información a Gran Bretaña sobre los movimientos de los militares argentinos. También Argentina usa el “sistema Crypto”.
Estos pocos ejemplos demuestran que esta operación fue realmente el espionaje del siglo, como tituló el Washington Post y las cadenas de información de Alemania y Suiza.
Ahora se sabe que ni China ni la ex Unión Soviética compraron nunca esos dispositivos, pero mantenían comunicaciones (que todos pensaban que estaban “selladas” por el sistema de encriptación) con países que sí los habían adquirido.
El origen
El origen de esta operación fue un empresario ruso que emigró cuando se creó el Estado obrero y se expropió a la burguesía, dando paso a la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Boris Hagelin, tal su nombre, vivió hasta 1940 en Noruega donde crea la empresa Crypto, luego se establece en Estados Unidos.
Una vez establecido en el país que más tarde sería el gendarme del mundo, continúa vendiendo su dispositivo y entra en contacto con la agencia de inteligencia. En 1951 acuerda con la CIA mudar a Suiza su empresa. A partir de ese momento sus clientes serían solo los indicados por Estados Unidos.
Durante la “guerra fría” Alemania colabora con la potencia victoriosa de la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en lo que a operaciones de inteligencia contra la ex URSS se refiere.
En 1970 la CIA y la BND compran en secreto la compañía de Hagelin y según lo publicado por el Washington Post es recién a fines de los 90 que Alemania le vende su parte a Estados Unidos, que continúa con esas operaciones de inteligencia por lo menos hasta 2018 cuando la empresa se disuelve.
Al conocerse esta historia de espionaje imperialista sobre enemigos y aliados, el gobierno suizo inició una investigación y por ahora prohibió exportar cualquier producto de la marca Crypto.
Esta no es solo una “historia de espías”, además es el modus operandi de países centrales y sobre todo de las agencias de inteligencia de la potencia, aunque en crisis, hegemónica como es Estados Unidos, que rompe sus propias leyes y ni hablar de las de otros Estados con tal de ver cumplidos sus objetivos.
Muchos analistas plantean que es la propia CIA, debido a su propio accionar que ahora tiene sospechas sobre la compañía china Huawei, en el sentido de que no sea un posible vehículo de espionaje oriental, ya que la competencia entre ambos países no aminora. Debido a la crisis capitalista, no tiene miras de hacerlo.
Mirta Pacheco
@mirtapacheco1
Jueves 13 de febrero | 01:40
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