Para los luchadores obreros y populares, el 24 de marzo nunca ha sido una fecha ritual.
Siempre fue la oportunidad de un señalamiento político y de una acción.
La guerra imperialista de la OTAN y Putin ha desatado una nueva masacre de trabajadores y una crisis humanitaria, y también una colosal catástrofe internacional. No se descarta una ampliación del territorio de la guerra, mientras acecha una crisis alimentaria y una hambruna, desabastecimiento e hiperinflación. El derrumbe no lo pagarán los capitalistas sino los trabajadores.
En la Argentina, la guerra ha acelerado el desplome político de la coalición oficialista, mientras el conjunto del régimen político patronal se muestra incapaz de ofrecer una alternativa.
El kirchnerismo acaba de legalizar la hipoteca que dejó el macrismo, a sabiendas de que ha recontratado una deuda impagable –con el FMI, los acreedores externos y en especial con los buitres locales, que son la mayoría de los acreedores de esta usura.
La guerra ha destruido todas las “previsiones” del acuerdo con el FMI. La inflación de marzo apunta al 6% mensual, un ciento por ciento anualizado. La oligarquía exportadora e importadora pretende que toda esta carga la pague el pueblo. El compromiso de los tarifazos ha colapsado –cualquier tentativa por este lado lleva a la hiperinflación o a la quiebra industrial.
Para que esta catástrofe no la paguen los trabajadores, es necesario un gobierno de trabajadores –no de patronales que lucran con la quiebra financiera del Estado y con la miseria del pueblo.
Es necesario que se abran las cuentas de las grandes empresas y que se establezca un control obrero de los bancos, la industria, el comercio y el agro.
En función de esta salida, llamamos a colmar las calles el 24 de Marzo. Hace 46 años, un gobierno peronista de la Triple A capitulaba sin resistencia ante una Junta Militar. Ahora, otro gobierno peronista capitula ante el directorio del FMI –el brazo financiero de la OTAN.
Necesitamos un Congreso de Trabajadores para imponer una salida obrera y socialista. Un Congreso que presente a la sociedad el programa de la clase obrera. Un Congreso de delegados de las empresas, las casas de estudio, los barrios.
El 24 de Marzo llenaremos las calles de todo el país, sin la participación de la burocracia sindical, totalmente jugada al acuerdo agotado con el FMI. Esto demuestra, sencillamente, que tenemos los recursos políticos para impulsar un Congreso de Trabajadores, por medio de un plan de lucha –de esclarecimiento, de movilizaciones, de luchas y huelgas, y de organización.
Un Congreso que llame a todos los trabajadores del mundo a poner fin a los gobiernos de Putin, de Biden y de tantos otros; para acabar con las guerras imperialistas, la destrucción física del planeta, la violación de los derechos humanos, la hambruna y la miseria social.
Es necesario que resolvamos, primero en asambleas y plenarios locales, y luego en un gran congreso obrero, una lucha de carácter decisivo, es decir, la preparación de la huelga general y la lucha por un gobierno de trabajadores.
En memoria de nuestros 30 mil desaparecidos, decimos que la Tierra puede y debe ser el paraíso de la humanidad.
Política Obrera
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