Mussi reivindicó sus 34 años como “barón del conurbano”. “A mí me denuncian como un barón del conurbano y se olvidan que muchas veces en estos años, en tantas crisis de la Argentina le hemos puesto el cuerpo para salir de esas crisis”. Esas crisis fueron producidas por los gobiernos que él integró, con Menem, con los K, y en la actualidad con Alberto Fernández. Se autoponderó como un soldado del régimen “democrático” que hundió a la Argentina en la desindustrialización, el retroceso económico y en el 50% de pobreza.
El intendente enumeró una serie de “obras e inversiones” en los barrios para ningunear el deterioro de la infraestructura de provisión de agua potable, uno de los principales servicios municipales. Acusó que las denuncias de contaminación en la red “son una operación mediática y político-judicial”. Se mofó de las protestas vecinales, por este problema, de los últimos dos veranos -“no sumaron ni 20 o 30 vecinos en las manifestaciones”- cuando en realidad hubo cortes de calles, asambleas barriales y varios centenares de vecinos protestando en el playón del Palacio comunal.
Ponderó la “Secretaría de la Mujer” de su gabinete, que no puede atribuirse siquiera la existencia de un solo hogar refugio municipal para las víctimas de violencia, en un distrito con varios casos de femicidios, como el de Brisa Sobrado. Por otro lado, ninguneó su responsabilidad en encubrir a sus funcionarios abusadores y acosadores de empleadas municipales, tal como lo denunció el sindicato UPMB, en el caso de Silvia Ojeda.
Reivindicó “programas de formación y capacitación laboral para la juventud”, que no son otra cosa que una pantalla de un régimen de pasantías de mano de obra barata para las “PYMES” de los parques industriales, que estimula como paraísos fiscales y de super-explotación laboral. Saludó la compra de maquinarias para distintas áreas, sin aludir al endeudamiento que esto implica para el fisco y los contribuyentes, por las tasas usurarias que suscribió en beneficio de bancos y banqueros de la “burguesía nacional”.
Se ufanó de la compra de patrulleros y motos para la policía, claro que su destino no será la seguridad ciudadana, sino el fortalecimiento de una guardia pretoriana, toda vez que las protestas populares se apersonan en el playón municipal.
Mussi se apunta la construcción de 4 nuevas escuelas, una inversión provincial, cuando desde hace casi dos décadas no se construía ninguna, “olvidándose” que en muchas campea el deterioro edilicio y el hacinamiento; las obras escolares son apenas ampliaciones de estructuras vetustas, hay carencia de vacantes por la falta de cobertura de cargos docentes y auxiliares. La “suma millonaria” invertida por el Consejo Escolar -“histórica” dijo- sólo suena grandilocuente: se trata de pesos devaluados.
Reivindicó los subsidios a las PYMES y la entrega de máquinas y herramientas "para aquellas personas que quieran buscar una salida laboral propia. O sea, reivindicó los fracasados “micro emprendimientos” en los siguientes términos: “para todos aquellos vecinos que no quieren vivir de arriba”, forma miserable de referirse a los beneficiarios de programas sociales, a quienes en realidad pretende “empalmar” para reemplazar masivamente personal de planta municipal, ya que la Municipalidad es el principal “ente ejecutor” del “Potenciar Trabajo”.
Aplaudió “a los empresarios de Berazategui que estuvieron sin despedir un solo trabajador durante la pandemia”. Un disparate. Ponderó los microcréditos, el “polo tecnológico industrial” y un nuevo régimen de “promoción industrial que privilegia con más franquicias especialmente a aquellos que incorporen personal femenino”, escamoteando la baratura salarial discriminatoria que sufren las mujeres.
Mussi reivindicó la “ordenanza de góndola local”, una versión propia de la fracasada Ley de Góndolas nacional. Berazategui no escapa al derrumbe de los “precios cuidados”. Reconoció hacer lobby ante el gobierno nacional para lograr subsidios para las industrias alimenticias radicadas.
A la hora de referirse a los cortes de Edesur, se presentó como “defensor de consumidores y usuarios, promoviendo denuncias judiciales”, pero Mussi está en realidad asociado a esa privatizada: la tasa de alumbrado público se cobra con la boleta de luz.
Se vanaglorió de entregar subsidios para “mejoras de viviendas”, cuando lo que está ausente es un plan municipal que resuelva el apremiante déficit habitacional, que afecta a 25 mil inscriptos. Eso sí, se auto celebró de reprimir todo intento de asentamientos. Mussi se presentó como un “Sergio Berni recargado” a la par de una suerte de “Banco Hipotecario de la época de J D Perón”, cuando lo que proliferan son los barrios privados, cerrados y countries y una feroz especulación inmobiliaria. Para carcajada de miles de inquilinos, aseguró que “controla a las inmobiliarias para que no se excedan con el precio de los alquileres”.
Ponderó al personal de salud, pero subsisten los salarios miserables y la falta de personal, y los CAPS no cuentan con insumos ni guardias de 24 hs. Ofreció datos de los centros de salud Odontológico, de la Sábato y del oftalmológico San Camilo, sin considerar el abarrotamiento que sufren y si responden correctamente a una demanda en expansión.
Detalló una serie de repavimentaciones y asfaltos en acuerdos con la Nación y la PBA, que son curros de sobrefacturación. En realidad recortó obras que corren por detrás de la expansión demográfica y urbana del distrito.
Sobre el final de su discurso, no se privó de atacar al personal municipal que lucha por el pase a planta permanente, mejoras salariales y laborales. En alusión -sin nombrarlo específicamente- al nuevo sindicato UPMB, a quien sigue sin reconocer ni respetar la tutela sindical y sin reinstalar a 8 compañeros del mismo, exclamó que “no renovaremos contrato a trabajadores municipales que no demuestren apego a la cultura del trabajo”. Mussi entiende por “cultura del trabajo” el agachar la cabeza ante su régimen de precariedad laboral, una amenaza para 4.000 empleados. Y volvió a difundir el disparate de que los acuerdos salariales de hambre y en cuotas, suscriptos por él, con las burocracias del STMB y la UOEMB, “le ganaron a la inflación por 1 punto, y en 2022 sucederá lo mismo”. Es decir, ratificó su decisión de acuerdos paritarios miserables y a la baja.
Justificó su propio tarifazo en las tasas municipales de un 30% “por debajo de la inflación anual”, aseguró. Mientras Mussi reconoció una “tasa de cobrabilidad” del 42% sobre los 120 mil frentistas del distrito, ofreció sin querer otra radiografía de la miseria social y salarial del conjunto de los berazateguenses. Para escamotear el masazo contra los vecinos, argumentó que en los distritos gobernados por el macrismo las tasas irían por encima del 42 al 72%, pero omitió decir, que el Concejo lo habilita a un 20% adicional, y esto aparte de la “rezonificación”. Confiesa que juega a una verdadera competencia entre ajustadores.
Mussi cerró su exposición con un esbozo de acuerdo hacia “Juntos” al plantear una “voluntad permanente de diálogo con la oposición para acuerdos mínimos comunes que estén a las alturas de las circunstancias; este ‘Todo está mal’, ‘esta grieta’ debe ser superada, reconocer lo que está mal y lo que está bien y acompañar”. Todo un planteo de convivencia y cogobierno entre bueyes de gestapos, proyectos X y carpetazos judiciales.
El “broche de oro” de su discurso llegó cuando señaló que “Berazategui apoya el acuerdo con el FMI, aunque la consideramos una deuda infame que debe ser investigada, pero entendemos que no queda otra alternativa”, anticipándose al discurso de Carlos Heller. Mussi se mostró como lo que es: el intendente de la “burguesía nacional” postrada al FMI.
Sergio Salgado
17/03/2022
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