Recientemente se confinó a la ciudad de Shenyang -se deben respetar los horarios de entrada y salida y se mantienen los protocolos de distanciamiento social y el uso de barbijo-, tras detectar 47 casos positivos de la nueva variante de Ómicron, BA.2. Las transmisiones se reportaron en una planta de BMW. El sábado de reportaron dos muertes, las primeras en un año.
"El resurgimiento más reciente en China no significa que la política y las medidas de respuesta del país a la COVID-19 sean ineficaces” advirtió Liang Wannian, jefe de la Comisión Nacional de Salud de China.
Beijing también confinó a su población luego de una suba de contagios. Jerome Kim, el director general del Instituto Internacional de Vacunas, en el Sur de Korea, dijo que “la política de Beijing de confinamientos y testeos masivos será mucho más difícil de mantener”. Sugirió además que Beijing podía aprender de Korea del Sur y Singapore, en su política de “liberación controlada”, donde se mantiene el distanciamiento social, pero priorizando la vacunación y los tratamientos. El porcentaje de vacunados con ambas dosis es del 87% de la vacuna Sinopharm.
Bajo el mandato de Xi Jinping, el país se ha volcado más a sí mismo, promoviendo autosuficiencia y defendiendo el desarrollo en áreas como los semiconductores y otras tecnologías. El retraso al reconocimiento de las vacunas ARNm parece ser un ejercicio político: “no sabemos cómo se toman las decisiones hoy en China pero una mejor vacuna sin duda ayudaría a mantener la política cero covid”, dijo Jin Dongyan, virólogo de la Universidad de Hong Kong.
Por otro lado, los confinamientos han creado problemas en los planes económicos de Beijing, que están tratando de orquestar la deuda generada por la guerra entre Rusia y Ucrania, mientras el país trata de conseguir un crecimiento del 5.5%. La exigencia de las empresas -en conjunto con Occidente- de presionar a China, para que adopte una política de convivencia con el virus, responde a la necesidad del país en torno al crecimiento de su economía.
La guerra y las sanciones económicas
El comercio entre China y Rusia ha crecido aceleradamente. Alcanzó un nuevo máximo de casi USD 147.000 millones el año pasado. Durante la última visita de Putin a China el mes pasado, los dos países habían anunciado el aumento de su comercio a USD 250.000 millones para el 2022, además de firmar acuerdos comerciales a largo plazo, especialmente en el sector energético.
China es actualmente el mercado más grande para las exportaciones rusas, como petróleo, gas carbón y productos agrícolas. Es inevitable que el comercio entre la Unión Europea y China disminuya a la luz de las sanciones.
China es afectada negativamente por los aumentos de alimentos y energía. “China es un gran importador de commodities y hay un efecto en términos de intercambio que tomará recursos de los negocios y de la gente, que tendrá menos para gastar en bienes domésticos” dijo Bert Hofman, un exdirector de China en el Banco Mundial, para el Financial Times.
Además, China solía restringir importaciones provenientes de ciertas áreas de Rusia debido a las preocupaciones sanitarias. Sin embargo, el mismo día que comenzó la guerra, las autoridades aduaneras de China anunciaron el levantamiento de todas las restricciones sobre el trigo y cebada rusos. El propio FMI dijo que el panorama económico mundial es ahora de una extraordinaria incertidumbre, que los precios de los commodities y la energía aumentarán las presiones inflacionarias y que, si el conflicto militar escala, los efectos serán devastadores.
Las medidas sanitarias no pueden leerse por fuera del contexto político. La presión de Occidente y las empresas para que el país adopte una posición más aperturista, en conjunto con la disputa del dominio de las farmacéuticas sobre las vacunas, se conjugan con el desarrollo de la guerra que modifica las relaciones internacionales. La protección de la salud y las condiciones materiales de la población son relegadas a un segundo plano.
Florencia Suárez
28/03/2022
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