Hace meses que la variante Ómicron del coronavirus es dominante en todo el mundo. Su mayor transmisibilidad no solo causó nuevas olas de contagios, sino una explosión de casos nunca antes vista. Ahora, una nueva subvariante se extiende por países de Europa y ya arribó a Argentina: la BA.2.
La misma ya fue detectada en 57 países de América (como Argentina), África, Europa y Asia -en algunos países del último ya desplazó a la variante original, BA.1.
La rapidez de su expansión también estaría relacionada con su transmisibilidad; de hecho, según publicó un estudio danés es 1,5 veces más transmisible que Ómicron. Así, “si una persona en un hogar está infectada por el BA.2, hay un riesgo global de 39% de que otro miembro de la familia sea infectado durante la primera semana. Por el contrario, si la persona es infectada por el BA.1, el riesgo es de 29%”, afirmó la Autoridad Danesa de Control de Enfermedades Infecciosas (SSI).
Existen cuatro linajes distintos de Ómicron: BA.1 (dominante en el mundo y responsable del 98% de los casos), BA.1.1529, BA.2 y BA.3. Todo indica que las cuatro surgieron en África alrededor de la misma época. Genéticamente son similares entre sí, aunque tienen diferencias que modifican el comportamiento y la dinámica de las infecciones. Así, la subvariante BA.2 tiene cerca de 27 mutaciones que la distinguen de BA.1 en la proteína Spike, clave para la infección y uno de los puntos de ataque de las vacunas contra el Covid-19. Fue bautizada como “la variante sigilosa” porque las mutaciones mencionadas no causan una firma determinada en las pruebas de laboratorio -falla del objetivo del gen S- por lo que puede confundirse con otras variantes del coronavirus y ser necesario tomar varias muestras y realizar más de una determinación, lo que dificulta mucho más su detección.
Aunque por ahora no pareciera causar una enfermedad más grave, sí preocupa su mayor contagiosidad, cuando Ómicron ya se caracteriza por causar estragos en cuanto el aumento de casos. Por su parte las vacunas parecen seguir siendo efectivas para combatir tanto las hospitalizaciones como los contagios; de hecho, es justamente lo escaso de la vacunación a nivel mundial y las desigualdades en el reparto de vacunas lo que generó que surjan no una, sino cuatro variantes en África durante 2021. Tales son esas desigualdades que mientras muchos países están aplicando cuartas dosis de la vacunación, el 50% de la población mundial recién tiene una dosis. En el continente africano 16 de cada 100 habitantes se encuentran vacunados, mucho menos que América (77 cada 100), Asia (73 cada 100) o Europa (67 cada 100).
La situación con la vacunación responde al acaparamiento de las dosis por parte de los países centrales -sobre todo durante las primeras etapas de la pandemia-, así como también a las dificultades en la logística del proceso de vacunación en los países menos desarrollados. En este sentido, aunque los últimos meses aumentó la cantidad de vacunas que llegaron a África, el continente necesita por lo menos 1.290 millones de dólares para alcanzar el objetivo del 70% de la población vacunada para mitad de año.
Al mismo tiempo, los laboratorios que lograron desarrollar vacunas en tiempos récord se niegan a liberar las patentes y la tecnología en pos de abultar sus ya exuberantes ganancias y garantizarse un negocio que durará varios años, cuando con los avances científicos se podría estar produciendo masivamente vacunas para cubrir a toda la población y detener el avance de la pandemia o, al menos, el surgimiento de nuevas cepas más peligrosas.
Por su parte, los Estados capitalistas le abrieron el paso a esta lógica de mercado firmando todo tipo de acuerdos de confidencialidad con las empresas farmacéuticas y garantizándoles inmunidad frente a posibles efectos adversos a espaldas de la población. En la mayoría de los casos estos acuerdos fueron leoninos y le permitieron a los laboratorios manejar unilateralmente los precios y el cronograma de entregas, incluso muchas veces pasando por encima de lo pactado y retrasando entregas. A su vez, Estados y gobiernos financiaron el desarrollo de los privados a través de créditos y subsidios colaborando con su colocación en el mercado internacional, poniéndolos por encima de cualquier desarrollo estatal y profundizando la guerra comercial internacional entre las potencias imperialistas.
Luego de repetidas experiencias, es claro que el régimen político y social capitalista no tiene una salida para la pandemia. Está más vigente que nunca la liberación de las patentes y de la tecnología necesaria para el desarrollo de las vacunas, esto último sobre todo para las novedosas hechas en base a ARN mensajero, de manera que se pueda ampliar la producción y garantizar la vacunación para toda la población, única salida posible para la pandemia. Deben ser los trabajadores junto con especialistas en el tema quienes discutan el programa que tiene que venir acompañado de ello, el cual tiene que incluir la expropiación de los laboratorios y empresas farmacéuticas bajo gestión de los trabajadores y el desarrollo de la ciencia y técnica nacional para cumplir con la demanda de vacunas.
Junto con esto se tiene que llevar adelante el reclamo por mayor presupuesto para salud en cada uno de los países y en Argentina, para poner todos los recursos necesarios para la logística detrás del proceso de vacunación y el reforzamiento del sistema sanitario con insumos y profesionales con salarios dignos. Centralización del sistema de salud y desarrollo de una vacuna nacional a través de la estatización de toda la industria farmacéutica y el aumento de presupuesto para ciencia.
Lucía Cope
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