Nadie ha atribuido demasiada seriedad al proyecto de los senadores kirchneristas para constituir “un fondo para pagarle al FMI”, con un impuesto del 20% sobre los activos en dólares no declarados. Cristina Kirchner le ha reclamado ayuda para el proyecto al embajador norteamericano, a sabiendas de que Estados Unidos no modificará sus normas de secreto bancario. Mucho menos lo harán los paraísos fiscales, a donde recalan -por “derecha”- las casas matrices de la gran burguesía argentina. Tenaris, la empresa internacional de Techint, tiene su sede en Luxemburgo, no en Buenos Aires. En las últimas décadas, han proliferado zonas y hasta ciudades libres de impuestos en el mundo entero.
En el mejor de los casos, el proyecto kirchnerista ha sido interpretado como un blanqueo de capitales, pero no es ese el objetivo. Se trata de un slogan del cristinismo en la disputa por el gobierno. Hace mucho que Cristina se ha ubicado, en el campo del pago de la deuda al FMI. La deuda pública externa es un derecho que el capital levanta sobre los explotados de los países endeudados.
El proyecto K delata la duplicidad con la cual el kirchnerismo navega sobre la monumental crisis política en curso.
Marcelo Ramal
29/03/2022
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