Finalmente el jueves el gobierno logró convertir en ley el acuerdo firmado con el FMI. En el Senado obtuvo una mayoría importante que le permitió la aprobación dentro de los tiempos que necesitaba.
El trámite en la Cámara Alta agudizó aún más la crisis en la coalición gobernante, expresando claramente una ruptura, cuyas derivaciones aún no están explicitadas pero que parece irreversible. El kirchnerismo volvió a darle la espalda no solo con los votos que le retaceó sino también con la ausencia de la propia presidenta del cuerpo, la vicepresidenta de la Nación, Cristina Kirchner.
La resistencia pasiva de los kirchneristas “duros” contrasta con la activa presencia de la izquierda. Volvimos a hacer un acto en repudio frente a las vallas con que se aisló al congreso, en el mismo momento que transcurría la sesión. La actividad vale doble ya que quebró una política de amedrentamiento contra la movilización popular luego de los incidentes cuando se trató en Diputados. El gobierno se lanzó a poner presos e incluso sancionarlos quitándoles su ingreso (el plan miserable que ayuda en el sustento diario) a quienes fueron señalados como autores de esos hechos, violando el principio de inocencia. Zabaleta el ministro sancionador fue aplaudido por Patricia Bullrich que lo instó a que fuera por más.
La lucha contra el pacto está en sus comienzos. El próximo punto es el 24 de marzo en que coparemos plazas de todo el país para en nombre los 30.000 desaparecidos repudiar el pacto colonial con el FMI.
Inflación explosiva + gobierno impotente
En el medio de todo el debate para aprobar el pacto, la realidad golpeó fuerte. Se conoció que la inflación de febrero había llegado a 4,7% y que en el rubro alimentos llegaba el 7,5%. Si se consideran las mediciones del Conurbano bonaerense los índices crecen ostensiblemente. Si esto es malo, no es todavía lo peor. Porque ese índice no contempla un nuevo aumento de los combustibles ni tampoco del pan como efecto del aumento del precio internacional del trigo que abrió un negocio fabuloso para el capital agrario y los monopolios que manejan el negocio de los cereales, que empezaron a regir a partir de marzo.
El presidente Alberto Fernández se vio obligado entonces a declararle la “guerra a la inflación” con fecha y hora de inicio, que no se cumplió. A la hora de exponer las armas con que iba a atacarla se reveló que su arsenal está provisto por el propio FMI al cual debe rendirle cuentas casi a diario. La declaración de guerra y rendición son parte del mismo acto. Por último la inflación no deja de ser para un sector de la clase capitalista un buen negocio: rebajar los costos y licuar las deudas en peso.
Entre los costos a reducir están en un primerísimo lugar los salarios. El alza del costo de vida en febrero y las evidencias de que en marzo va a ser peor no movieron a que el gobierno, las patronales y la burocracia elevaran el salario mínimo para que este llegue por lo menos a la línea de pobreza. Resolvieron un 45% en cuotas de aquí a diciembre donde llegaría a $ 47.850, lo cierto es que no alcanza a cubrir la canasta de indigencia que en febrero alcanzó los $ 37.414. Ese 45% es el que se pretende que sea el techo en las discusiones paritarias de los trabajadores registrados. La guerra del gobierno es contra el salario, esa es la única conclusión.
La calle copada por la lucha
La división dentro de la coalición gobernante e incluso la que afecta a la oposición no responde a la necesidad de defender los intereses populares. Todos son partidarios del ajuste que además ya vienen ejecutando. No hay diferencias de fondo, todos reconocen la deuda con el FMI (y todas las otras). La Cámpora votó en contra pero dejó por escrito, y muy en claro, que no rompe con el Fondo ni desconoce la deuda.
Existe la convicción de que este acuerdo no abre ningún rumbo de salida de la crisis y significa un ataque generalizado a la población, que difícilmente pase sin una respuesta en las calles.
El acampe protagonizado desde el martes 15 al miércoles 16 en plena Avenida 9 de Julio, replicado en algunas provincias, con más de 113 ciudades y pueblos, con movilizaciones, cortes, etc. mostró una vitalidad enorme del movimiento de lucha de los sectores más postergados; que luego del acampe el 16 marcharon hacia el Ministerio de Trabajo donde estaba reunido el Consejo del Salario Mínimo junto al sindicalismo combativo. Lo más importante es que esta lucha se debatió, se organizó y se resolvió en una plenario nacional en plena Plaza de Mayo los días 11 y 12. Como sostiene nuestro compañero Eduardo Belliboni, dirigente del Polo Obrero, se ha abierto una nueva etapa en el movimiento piquetero en el mismo momento en que la crisis del gobierno (y la oposición) se agudiza y este no tiene las condiciones para imponer el acuerdo con el Fondo por el que tanto bregó.
Es por eso que hay una campaña contra el movimiento piquetero independiente del gobierno. Mientras nosotros estamos en una fuerte acción por sumar a la lucha al conjunto de la clase obrera, que es la que puede quebrar este ataque. Los kirchneristas muestran su susto y pretenden desligarse de las consecuencias de lo que hace su gobierno (y sus militantes que son funcionarios del mismo) para evitar caer en la volteada. Y asusta también a la derecha que pretende construir una fuerza de choque, un movimiento fascista, contra los piqueteros, como lo reveló el grupo de Milei. Un sector de la prensa milita fuertemente la campaña de ataque a la lucha piquetera; la respuesta de Vivi del Polo Obrero de Hurlingham a un periodista mercenario mostró de qué espíritu y fibra están hechos los luchadores que ellos denigran. ¡Bravo por ella!
No podemos omitir que esta semana festejamos la absolución de Higui, a quien se pretendía condenar por defenderse. Un triunfo sobre las Amalia Granata que usan los medios para denigrar al movimiento de mujeres y diversidades. La lucha siempre rinde.
Guerra a la guerra
Mientras luchamos contra el FMI, contra el gobierno y las fuerzas políticas que nos declaran la guerra a los trabajadores para cumplir con su mandato, nos golpea el espanto de la guerra en Ucrania, desde fotos, crónicas y testimonios. Allí están en disputa intereses ajenos a los trabajadores ucranianos, rusos, y de todo el mundo, por ello sostenemos: guerra a la guerra. Fuera la Otan y el FMI. Fuera Putin de Ucrania.
Buen domingo. Nos vemos el 24 en las calles.
Eduardo Salas
Editor de Prensa Obrera
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