La MFT -Federación de Maestros de Minneapolis- comenzó la huelga con una gran adhesión, el 8 de marzo. Además de reclamar más trabajadores de salud mental, clases con menos alumnos, más consejeros y rebajas en el pago del seguro médico, una de las principales reivindicaciones es el aumento salarial para los ESP. Estos son asistentes de los maestros. Tienen salarios de miseria, por lo que la mayoría debe tener otro empleo para subsistir, incluso muchos de ellos viven en sus autos, por la imposibilidad de afrontar un alquiler. La mayoría de los docentes -con mejores salarios y condiciones laborales- son blancos y la mayoría de los ESP son afroamericanos.
La huelga nace, en gran medida, del avance en la deliberación que hubo entre unos y otros en las escuelas a partir de la rebelión popular del 2020, que puso sobre la mesa cómo el racismo enquistado en el país del norte golpea duramente también en el ámbito educativo. Es así que la medida de fuerza es una expresión histórica de unidad entre docentes y asistentes, inédita hasta antes de la misma.
La huelga es además un pronunciamiento contra una peligrosa enmienda constitucional que pondría fin al mandato estatal de financiar la educación pública y que aparejaría una reforma educativa privatizadora.
La medida de fuerza ha estado rodeada de solidaridad: docentes de St. Paul, la capital del Estado, han acompañado a los huelguistas en los piquetes que realizan frente a las escuelas, así como también alumnos y padres, que además han aportado dinero para lograr un gran fondo de huelga.
Matias Melta
21/03/2022
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