miércoles, agosto 07, 2024

Un vuelo a la eternidad


Antoine de Saint-Exupéry, fallecido hace hoy 80 años 

Exupéry no solo escribió uno de los libros más comercializados, traducidos y leídos del mundo; El Principito, además, es una de las obras más amadas por todo aquel que alguna vez se sumergió en ella Si de peculiaridades se habla, la personalidad del francés Antoine de Saint-Exupéry es una de las más interesantes dentro del panorama artístico del siglo xx. El aviador, que fuera piloto durante la Segunda Guerra Mundial, encontró poesía en cada una de sus misiones y vio la vida con ojos de niño aventurero; esencia que caracterizaría lo que fue su segunda gran pasión, la literatura. 
 «Me gustaría tener algo espléndido para que me recuerdes, pero esto es todo lo que tengo», fueron las últimas palabras que dijo a su amiga Silvia Hamilton, antes de partir a la guerra, mientras le entregaba el manuscrito de la obra por la que se le ha recordado durante más de 80 años, y que prevalece como uno de los libros indispensables de la literatura universal. Fue El Principito el boleto hacia la eternidad, que hizo de aquel piloto inquieto un autor reconocido. 
 Aunque al buscarlo en las estanterías de una librería o biblioteca vayamos directo a la sección infanto-juvenil, no en pocas ocasiones escuchamos aquello de que ha de leerse, como mínimo, tres veces en diferentes etapas; pues cada relectura deviene un entrañable nuevo viaje, cada frase que percibimos un día como la historia sorprendente de un niño explorador parece transformarse y tomarnos por sorpresa cuando, sin notarlo, nos convertimos en ese niño; y su aventura, en nuestra propia existencia. 
 Exupéry no solo escribió uno de los libros más comercializados, traducidos y leídos del mundo. Su forma tan simple e inocente de tratar temas insondables como la soledad, la amistad y el amor convierten a El Principito, además, en una de las obras más amadas por todo aquel que alguna vez se sumergió en ella. No son sus personajes simple entretenimiento de lectores mediante descabellados sucesos, se trata de una fuente de sabiduría y enseñanza que invita a filosofar sobre el sentido de la vida. 
 Los pedazos de papel y los libros eran adornos frecuentes en la cabina del avión. Antoine llevó a cabo sus pasiones sin dejar nada por hacer. De hecho, se dice que a veces no aterrizaba la aeronave hasta culminar las páginas que se encontrara leyendo. Vivió en Argentina y en Estados Unidos durante un tiempo, pero cuando la amenaza sobre Francia era inevitable durante la Segunda Guerra Mundial, aquel piloto de correos, amante de la escritura, se vio obligado a dejar la fantasía de sus textos y enfrentar una realidad terrible que desencadenaría su muerte, un día como hoy de 1944.
 Durante una misión de reconocimiento en el Mediterráneo, desapareció de forma misteriosa, y es su muerte un enigma aún. No quedó un cuerpo al que reverenciar. Marchó al horizonte como quien se va, sin saberlo, a la inmortalidad; no obstante, es tan grande su huella que vive en todo lector que conoce al Principito. Se esfumó celadamente, pero «lo esencial es invisible a los ojos». 

 Laura Ortega Gámez | internet@granma.cu
 30 de julio de 2024 21:07:13

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