lunes, agosto 06, 2007

La huelga de Villa Constitución

El 20 de marzo de 1975 el gobierno denuncia un complot subversivo en la ribera industrial del Paraná. Los principales dirigentes gremiales de la UOM de Villa Constitución son encarcelados y se desata un fuerte proceso represivo contra los delegados y activistas dejando como saldo un alto número de heridos y presos. La respuesta del movimiento obrero no se hace esperar; se paraliza la producción, luego son tomadas las plantas y tras la desocupación de las mismas por las fuerzas de seguridad se inicia un período de huelgas que se extenderá por dos meses, con el pleno apoyo y participación de la población local. Pero, a pesar de la resistencia opuesta por los trabajadores, el conflicto terminará en una derrota; la huelga será levantada sin lograr su principal objetivo: los máximos dirigentes gremiales no serán liberados.
Debemos recordar que la denuncia del complot se da en el contexto de la estrategia gubernamental de depuración de la oposición sindical que había comenzado en el ‘74. La Ley de Seguridad para combatir la guerrilla fue utilizada por el Ministerio de Trabajo para la represión de las huelgas que el gobierno consideraba “ilegales”. Los sindicatos de mecánicos y electricistas de Córdoba, conducidos por René Salamanca y Agustín Tosco, respectivamente, y el secretario del gremio gráfico porteño, Raimundo Ongaro, fueron fuertemente perjudicados con esta medida. En Villa Constitución, la lista Marrón de la UOM había ganado las últimas elecciones dejando al gremio, con Piccinini a la cabeza, en manos del sindicalismo de izquierda. Podríamos ubicar, entonces, el conflicto de Villa Constitución dentro de esta tendencia. Sin embargo, Taiana opina que los sucesos de Villa se enmarcarían en un escenario diferente; no estaríamos hablando ya solamente de supresión de la oposición sino de una estrategia represiva que es preparatoria del golpe militar del ‘76. En palabras del sociólogo: “Villa Constitución es el primero de los conflictos obreros de 1975, y por su dimensión prefigura tanto al Rodrigazo que estallará poco después, como a la política de represión obrera que globalmente se pondrá en marcha el 24 de marzo de 1976”
Otro dato a tener en cuenta, es la reinstalación de la Ley de Convenciones Colectivas de Trabajo a principios del ‘75, luego de dos años de suspensión, tras la firma del Pacto Social. Los metalúrgicos de Villa habían presentado un anteproyecto de paritarias en el que se exigía un aumento del 70%, mientras que a nivel nacional se hablaba de un 38%. De esta manera, no sería casual que la cúpula sindical hubiese tenido incidencia en la denuncia del complot.
El objetivo de este breve trabajo es analizar las causas de la resolución del conflicto en favor del régimen, en otras palabras, el fracaso de la huelga de los obreros de Villa Constitución. Para ello recurriremos a una serie de autores -Agustín Santella, Jorge Taiana, Juan Carlos Torre; entre otros- que enriquecerán el estudio por sus diferentes posturas frente a los acontecimientos del año ‘75. La elección del diario “La Capital” para la lectura de los hechos responde a la amplia cobertura de los acontecimientos que realiza este medio, a diferencia de otros periódicos nacionales que mencionan el conflicto de forma superficial.

El relato de los hechos

El jueves 20 de marzo el gobierno denuncia un complot subversivo en la zona industrial de la ribera del Paraná que tiene como finalidad la paralización de la producción. Ese mismo día comienzan los procedimientos de detención de personas, el objetivo central es la Comisión Directiva de la seccional UOM. El diario La Capital habría recibido el día 22 a una delegación de familiares de los detenidos, el día 23 el periódico publica: “Manifestaron los visitantes que en la víspera ‘trataron de ubicar el paradero de los detenidos, concurriendo a la Jefatura de Policía de nuestra ciudad, resultando infructuosa la gestión, ya que las autoridades policiales no les suministraron ninguna información’. A raíz de esto, acotaron que ‘se encuentran sumamente angustiados, y que por intermedio de la prensa, formulan un llamado a las autoridades para que se sirvan administrar el paradero de los detenidos’”. Así, la modalidad de detención se asemejaría más a la utilizada a partir de la puesta en marcha del Proceso de Reorganización Nacional de marzo de 1976 que a las prácticas represivas de gobiernos anteriores. La última dictadura militar a través del denominado “terrorismo de Estado” llevará a cabo un plan sistemático de desaparición de personas para la eliminación de la subversión en la Argentina. En el ‘75 las causas de detención de personas también serán las mismas; los enemigos del Estado ya no serán la oligarquía o el imperialismo yanqui -adversarios tradicionales del peronismo-, sino los “subversivos” que atentan contra el orden y la moral social. El conflicto de Villa Constitución, como menciona Taiana, podría ubicarse dentro de esta nueva lógica represiva; la intención es la misma -la eliminación de la oposición sindical- pero la modalidad es diferente. Por último, es la primera vez que un gobierno peronista asume explícitamente la represión de la clase obrera poniendo en riesgo su base de legitimación. El cambio de rumbo del gobierno se verá confirmado con la implementación del programa económico de Rodrigo, que pondrá fin a la concertación social impulsada por Perón. Las medidas del ministro de Economía son inéditas en la historia del peronismo: devaluación del 100 %, aumentos similares en tarifas y combustibles, que en el caso de las naftas alcanzó a 175 %, políticas monetarias y fiscalistas restrictivas, eliminación de retenciones a las exportaciones, fin del sistema de control de precios sobre el sector privado y disminución de subsidios a artículos de consumo popular. A través de este “paquete económico” Rodrigo buscaba mejorar la situación del sector externo por medio de la devaluación, disminuyendo importaciones y alentando exportaciones; alentar la rentabilidad empresaria produciendo una caída del salario real y por esta vía desestimular el auge inflacionario. De esta manera, el gobierno de Isabel se apropiaba de las denostadas recetas del liberalismo.
Retomando la cronología, frente a las detenciones los obreros resuelven la toma pacífica de las plantas y la constitución de un Comité de Lucha. El miércoles 26 las fuerzas de seguridad obligan a los obreros a desalojar las instalaciones fabriles. El 1° de abril Simón de Iriondo es designado Interventor de la seccional de la UOM, por el ministerio de Trabajo. El 8 Alberto Campos -designado por la UOM nacional- toma la intervención de la Seccional, reemplazando al que había nombrado provisoriamente el gobierno. En relación al nombramiento de Campos, los dirigentes encarcelados en una carta al Comité de Lucha expresan lo siguiente: “En principio debemos volver a reafirmar que nuestro movimiento ha sido y es un éxito rotundo sobre las pretensiones de la patronal, la burocracia y el gobierno y a no engañarse con pretender ver a estos sectores como separados entre sí, lo que pasa es que la aparente férrea situación que los unía para destruirnos se ha roto ante la tremenda firmeza de nuestro movimiento”. “Así en lo que nos es evidente para todos, la burocracia ha dado un paso al costado con respecto al Ministerio de Trabajo, se hace pasar como que nada tiene que ver con esto, que ellos vienen a poner las cosas en su lugar y que en última instancia deja las cosas en manos de la justicia. Mientras tanto usurpa el local que nosotros les ganamos democráticamente en noviembre, pretende anotarse la representatividad de los trabajadores de Villa y para hacer completa la trampa quieren hacer suyas algunas conquistas que nosotros conseguimos siendo ‘legales’ como es el caso del aumento”. “Pensamos que para reafirmar nuestra fuerza debe convocarse a todos los trabajadores y al pueblo a una asamblea masiva que refleje la voluntad popular, por supuesto que descartamos que los compañeros sabrán tomar las medidas necesarias para asegurar el éxito de la asamblea”. En consecuencia, el Comité de Lucha convoca a un paro general para el día 16 y la realización de una asamblea de los trabajadores metalúrgicos el mismo día a partir de las 10 horas en la plaza central. Un indicio de la participación de la UOM nacional en el conflicto es, no sólo la falta de solidaridad con los obreros detenidos o en huelga, sino también los reiterados intentos de frustrar el plan de lucha del Comité. Un ejemplo de esta actitud es la convocatoria por parte del interventor Campos a un congreso de delegados metalúrgicos el mismo día en que el Comité de lucha ha programado la huelga y movilización. La toma del local por parte de la dirigencia nacional confirmaría las suposiciones de la intervención de la cúpula gremial en el conflicto, de cualquier forma la denuncia del complot la realiza el Ministerio de Trabajo y, teniendo en cuenta la composición del gobierno -que incluiría al sindicalismo por tratarse de una conducción tripartita- la intervención de la jerarquía gremial es prácticamente un hecho. Campos habría declarado en su defensa que “la UOM se hizo cargo de la seccional Villa Constitución en cumplimiento de una resolución del consejo directivo del gremio y fuimos nosotros quienes le manifestamos al Ministerio de Trabajo, peticionando, que nos restituyeran el local de la seccional de Villa Constitución a los efectos de no descuidar su marcha y salvaguardar los bienes, y para eso nos hicimos cargo”.
El 22 de abril el Comité convoca a un paro y la realización de un acto en la plaza central, pero la represión policial impedirá la concentración. En señal de repudio el 23 se realiza otro paro regional convocado por el Comité de Lucha. En un comunicado el Comité afirmará que “sus dirigentes fueron encarcelados por solicitar salarios justos y ante la proximidad de las paritarias”, reclaman al juez federal, además “que se expida sobre las acusaciones del supuesto complot” y exige del gobernador Carlos Silvestre Begnis que “exprese su posición frente a nuestros derechos avasallados y garantice nuestra libertad de reunión”. El Comité reprueba la actitud del ministro de Trabajo, Ricardo Otero, y del dirigente metalúrgico Lorenzo Miguel y puntualiza que “el gobierno permitió la realización de un acto convocado por Simón de Iriondo, que actuó como delegado normalizador de la UOM de Villa Constitución y, en cambio se impidió por la fuerza la reunión organizada por el Comité de Lucha”. Asimismo solicita a la CGT nacional que se “expida sobre las acusaciones que pesan sobre los dirigentes detenidos”
El 9 de mayo el gobierno publica un “informe” sobre el complot subversivo donde “confirman” todas sus presunciones. El comunicado emitido atribuiría los hechos a un “grupo subversivo declarado ilegal que responde al nombre de Organización Revolucionaria Poder Obrero”. “Señala el comunicado oficial que, en virtud de los antecedentes registrados y de la ofensiva desatada por los agentes de la subversión, con grave riesgo para la seguridad de la zona y de sus habitantes, el gobierno nacional ha decidido implantar en la zona afectada y donde residen los trabajadores, un severo operativo de seguridad que garantizará verdaderamente la libertad de trabajo e impedirá la actuación de los pequeños grupos que aun tratan, por métodos ya conocidos, sembrar el caos y el terror como forma de impedir la efectiva normalización individual y gremial del área” . El 10 una asamblea de 3000 operarios decide continuar la huelga. Al respecto Balbín declarará que existen dos tipos de subversión “que aparte de lo que puede ser la guerrilla ostensible, existe lo que se puede denominar la guerrilla de fábrica” . El periodista Mariano Grondona adhiere a las declaraciones del líder radical. El 17 de mayo una nueva asamblea decide el levantamiento de la huelga el día 19. El gobierno informa oficialmente que de 307 detenidos, 97 quedan a su disposición; el conflicto deja un saldo de 6 muertos, todos ellos obreros. Probablemente el asesinato por parte del ERP del directivo de METCON, Martín O' Harris, el 16 de mayo, haya intervenido en la decisión del Comité de Lucha de regresar al trabajo. La mediación por la libertad de los detenidos quedaría, entonces, en manos del obispo de San Nicolás, monseñor Ponce de León.

Algunas interpretaciones sobre el fracaso de la huelga

Ahora, ¿por qué a pesar de la resistencia obrera y la magnitud del conflicto, la huelga finaliza en un fracaso? Son varias las hipótesis que se han formulado al respecto. Agustín Santella opina que la confrontación no culmina en una victoria para la clase obrera debido al aislamiento en la que ésta se encontraba. La causa de la derrota residiría en la supresión de la oposición sindical , como ya hemos comentado. El movimiento obrero “alternativo” a la conducción nacional (léase 62 Organizaciones-UOM) había sido fuertemente diezmado y las acciones solidarias dentro de este espectro no logran conformar un frente sólido capaz de dar batalla al gobierno. Santella también incorpora los análisis de Gallitelli y Juan Actis de la incidencia del tema paritarias en el conflicto, tratándose entonces de la misma confrontación que se dará con posterioridad en las jornadas del “Rodrigazo”, es decir, el enfrentamiento que se producirá entre el gobierno y el conjunto de la clase obrera en relación a los incrementos salariales. Taiana centrará su estudio en este sentido al indicar que el conflicto no se generalizó por ser “prematuro”: “...es prematuro porque se da en un momento en que no se visualiza la oposición del gobierno a lo resuelto en paritarias. Precisamente, la denuncia del complot busca desligar el conflicto de las paritarias, al sacarlo del ámbito gremial y darle un contenido estrictamente político, en donde confrontan el gobierno versus una camarilla sindical subversiva. En ese marco, necesariamente no podía generalizarse ya que el eje principal de la movilización obrera era por la firma de los nuevos convenios, y toda lucha se iba a subordinar a la suerte del proceso paritario” . Finalmente, Santella hará también hincapié en la identidad política de la clase obrera, que era peronista, pero no propone este argumento como tesis principal de su estudio. El grueso del movimiento obrero no estaba dispuesto a dar lucha contra un gobierno por el cual había peleado durante 18 años. Juan Carlos Torre lo ejemplifica claramente al hablar de las dirigencias sindicales clasistas. Líderes como Tosco o Salamanca eran ampliamente apoyados por las bases obreras en el plano gremial, pero en general su politización no fue bien recibida por el conjunto de los trabajadores. En palabras de Torre: “Lo que debe destacarse es que, si bien Salamanca y Tosco eran líderes obreros de orientación marxista, la masa que los había llevado a la dirección de sus sindicatos era unánimamente peronista [...] Esta disociación entre el nivel de las luchas sociales y el de las lealtades políticas existente en la movilización de base gravitó de varias maneras sobre la trayectoria de la oposición sindical. En primer lugar, si bien hizo posible que militantes de explícita ideología de izquierda llegaran a conducir las luchas y las organizaciones confinó al mismo tiempo su influencia al terreno sindical…” . Pero entonces, si la clase obrera era peronista ¿por qué se levantará contra el gobierno meses más tarde frente al plan del ministro Rodrigo? Las medidas de Rodrigo afectaban a la totalidad de los trabajadores y, en ese sentido, la CGT no tuvo otra alternativa que acompañar a la clase obrera. La disyuntiva sindical -de apoyo a las medidas del Ejecutivo por un lado, pero por el otro, la necesidad de contar con el apoyo de sus bases para la preservación de la estructura gremial- que se manifiesta desde el inicio del mandato peronista, se fortalecerá en este último período. La cúpula sindical quedará entre la espada y la pared frente al anuncio de las medidas del ministro de Economía y deberá tomar partido por el gobierno, al que pertenecía, o por los trabajadores a quienes representaba. La respuesta del sindicalismo se hace esperar, la indefinición será su estrategia hasta que no le queda otra opción que la de la oficialización de la huelga que databa ya de varios días. Pero la huelga se planteará con la consigna de “fuera Rodrigo, fuera López Rega”, intentando rescatar la imagen de la presidente Isabel y responsabilizando directamente a su entorno por la nueva orientación del gobierno. De cualquier forma, los días de la viuda estaban contados, la presidente se mostrará incapaz de conducir esa masa heterogénea que era el peronismo.

A modo de conclusión

Las causas de un determinado acontecimiento histórico nunca son únicas, una confluencia de factores definen el transcurso de los hechos. La huelga fracasa por el asilamiento en que se encontraba la clase obrera luego de la supresión de la oposición gremial, fracasa también porque era un conflicto prematuro -como afirma Taiana- que tomará forma meses más tarde durante las jornadas del Rodrigazo, y fracasa fundamentalmente porque la clase trabajadora del ‘45 en adelante será leal al movimiento peronista. Pero, ¿por qué la clase obrera argentina era peronista y no revolucionaria, papel que le habría asignado la historia de acuerdo a la teoría marxista? Esta es una pregunta que inquieta a muchos intelectuales y varias han sido las respuestas esgrimidas. Algo que la izquierda muchas veces no ha tenido en cuenta es que, como sostiene Lefort, “el proletariado no es automáticamente revolucionario. En la medida en que su situación objetiva lo ata a una colectividad organizada, trata de pensar en su propia liberación en el contexto de una liberación social general. Pero como individuo el trabajador puede rehusarse en cualquier momento a asumir el destino de su clase y tratar de encontrar una solución individual de sus problemas...” Así, el planteo de Santella perdería sustentabilidad; ya que de acuerdo al autor de no haber sido por la eliminación de la oposición sindical probablemente la huelga hubiera terminado en el triunfo de la clase obrera. Por su parte, las direcciones gremiales clasistas y peronistas combativas eran escasas, el denominado peronismo ortodoxo predominaba a nivel nacional. Como hemos visto en párrafos anteriores, en muchos casos los trabajadores eran leales a estas dirigencias porque representaban mejor sus intereses inmediatos, pero en momentos cruciales -como lo fue la huelga de Villa Constitución- eran incapaces de abandonar las banderas tradicionales del peronismo.

María Josefina Paz

El conflicto de Villa Constitución
(Argentina, 1975)
Paz, María Josefina
Universidad de Buenos Aires
Facultad de Ciencias Sociales

BIBLIOGRAFÍA

•De Riz, Liliana; Retorno y derrumbe. El último gobierno peronista; Buenos Aires; Hyspamérica; 1986.
•James, Daniel; Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina 1946-1976; Buenos Aires; Editorial Sudamericana; 1999.
•Santella, Agustín; La Confrontación de Villa Constitución; Documentos de Jóvenes Investigadores N°2; Instituto de Investigaciones Gino Germani; Facultad de Ciencias Sociales; Universidad de Buenos Aires, 2003.
•Taiana, Jorge Enrique; El movimiento obrero y la situación represiva; MIMEO; 1987.
•Torre, Juan Carlos; El gigante invertebrado. Los sindicatos en el gobierno, Argentina 1973-1976; Buenos Aires; Siglo Veintiuno de Argentina Editores; 2000.

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