sábado, septiembre 15, 2007

Daniel Rebull alias David Rey... un militante obrero de Tivissa



David Rey, primero a la izquierda

Una de las mejores cosas que me han pasado a lo largo de la vida ha sido tratar personalmente con algunos y algunas militantes del movimiento obrero en sus diversas expresiones.
En su mayoría, gente anónima que habían atravesado la República, la guerra y la revolución, los campos de concentración, la resistencia antifranquista. Trabajadores, en su mayoría de formación autodidacta, formados en la actividades, ávidos de conocimientos, participantes en batalles, historias y debates, personajes para quitarse el sombrero, o mejor, para tener buena pluma y hablar de ellos como hacía el mejor John Dos Pasos en sus grandes novelas. Sobre ellos he tratado en algunos libros de elogio a la militancia, el penúltimo dedicado a Joan Rodríguez, comunista del PSUC, el último titulado Retratos poumistas. Antes ya había tratado de retratar a Francecs Pedra alias Seisdeos, parte de la pequeña historia de la CNT o sea de la más auténtica...
Traté con militantes del POUM en la clandestinidad, conocí a Mariá Corominas alias Trotsky y a Joan Rocabert en L´Hospitalet por la mitad de los años sesenta, estaban ya apartados pero se podía contar con ellos, Rocabert tenía una pequeña industria, había dado trabajo a otros militantes, y ayudaba con dinero a los presos. El resto los conocí en el París, en la rue d´Aubriot nª 5, situada en el Marais, no muy lejos de la plaza de la Bastilla, y en el mismo primer piso donde Pepe Martínez tenía Ruedo Ibérico al que contribuyeron, y no poco, poumistas como Juan Andrade y Robles, el de la Librería Española situada en Monsieur LePrince, desde donde se veían pasar en ocasiones a Sartre y Simone de Beauvoir. Allí conocí a Teresa Rebull, un apellido que llamarían mi atención con el tiempo porque leyendo, leyendo, leyendo, me encontré con nombres como el de Jsep "Pep" Rebull, que ra su compañero, pero sobre todo en el de "David Rey", alias de Daniel Rebull, su cuñado, un grupo familiar sobre los que me fueron contando cosas Juan Andrade, no de los fundadores del PCE joven....
Sobre Daniel Rebull i Cabré (Tivissa, Ribera del Ebro, 1889-Barcelona, 1958), no hay mucho escrito. Su nombre aparece "de pasada" en algunos libros de historias o de memorias como las de Adolfo Bueso (1). Cuando David aparece en los libros lo hace a la sombra de Maurín o de los acontecimientos, sin un perfil propio. Su trayectoria militante se extiende a lo largo de medio siglo, comenzó antes y acabó después que muchos más conocidos. Sus datos son densos y apretados, de formación autodidacta y residente desde muy joven en la capital catalana, comenzó su actuación de militante obrero en 1904, a los quince años de edad, ingresando en la Sociedad de Resistencia de Mecánicos de Barcelona. Desde este momento su cronología es la de que en términos clásicos se dice un "profesional de la revolución", alguien que actúa cuando los demás descansan, o que mantiene la red en medio de la represión, y lo hace sin que su nombre ocupe nunca un "rol" estelar.
Más tarde, en su pueblo natal, donde residía por temporadas, fundó el grupo de afinidad anarquista llamado "Los trece". Con motivo de los acontecimientos revolucionarios de julio de 1909 conocidos como la Semana Trágica, este grupo trató de interceptar las comunicaciones telefónicas de la Estación de Guiamets, por lo que sus miembros fueron objeto de persecución. Durante la prolongada represión que siguió a aquella insurrección, vivió en continua y estrecha relación con los grupos de militantes anarquistas de Barcelona, participando en cuantas huelgas generales de ramo se plantearon. Al constituirse la CNT en 1910, se afilia a este sindicato, y será secretario del sindicato metalúrgico.
Daniel se trasladó a Alemania a principios de 1914. Allí trabajó como mecánico en Mannheim hasta 1917, año en que regresó a España para asistir a las luchas en las que un joven escritor anarquista todavía desconocido ve "el nacimiento de nuestra fuerza". A su llegada, se incorporó inmediatamente al Sindicato de Mecánicos, que tenía su local en la calle de Ataulfo, y por su constancia y actividad fue nombrado vicesecretario del mismo. Participó en la huelga general revolucionaria que se produjo con motivo de la Asamblea de Parlamentarios, actuando en ella al lado de Manuel Buenacasa, Josep Viadiu, y Salvador Seguí, al que considerara su modelo de sindicalista, un criterio compartido tanto por Nin como por Maurín. Interviene activamente en la organización de los Sindicatos Único de la Metalurgia y de la Piel. En ese mismo año fue nombrado para tareas de tesorería y organización por los metalúrgicos delegado a la Federación Local de Barcelona, donde actuó junto con Emilio Mira, que representaba al Sindicato de la Madera; Ricardo Fornells, representante del Sindicato de Vidrieros, etc..
Su nombre figura entre los delegado del Congreso regional cenetista de 1918 (Congreso de Sans), que entre sus acuerdos más importantes destaca la constitución de los sindicatos únicos de industria. Durante la célebre huelga de La Canadiense (la primera que exigió en España las ocho horas emblemáticas del Primero de Mayo), David fue nombrado director y administrador de la Solidaridad Obrera clandestina que se imprimía en Villafranca del Penadés, hasta fue detenido el 21 de abril. Todo se realizó en la pobre imprenta de un modesto impresor, pero el caso es que la Soli salió a la calle, y en ello colaboraron entre otros Angel Pestaña, Nin, Canela, Peronas.... Se trabajaba día y noche. Salía dos veces por semana y de cada número se hacía la tirada máxima que permitía la imprenta. El 6 de febrero, en plena actividad, fue detenido y trasladado al Cuartel de Caballería de Numancia, en calidad de incomunicado y a disposición de la autoridad militar. Se estaba en estado de guerra y la Soli ofrecía un vibrante alegato antimilitarista. Rey actúa como un sindicalizar revolucionario cuya filiación ha pasado sin trauma desde el anarquismo hacia el "bolcheviquismo". Con este criterio fue elegido como delegado de la Federación barcelonesa, al histórico Congreso nacional celebrado en Madrid, en el Teatro de la Comedia, en 1919, y las actas recogen su defensa apasionada de la adhesión a la Internacional Comnista.
Por entonces, Rebull es ya una pequeña leyenda en los medios confederales. Será en esta fase álgida que transcurre entre 1917 y 1919, cuando ofrecerá mayor muestra de sus dotes de organizador y de su audacia. De ahí que el Comité local barcelonés le encargara junto con otros compañeros, una tarea tan ardua como la organización del Sindicato Único Tranviario. Conviene ajustar que por entonces este rama se encontraban militarizados. A pesar de los riesgos -la policía tenía carta blanca contra los sindicalistas, y más sí se metían en semejante terreno-, el éxito fue tan evidente que a los pocos meses después, se declaraba una huelga general que conectaba con el conflicto de La Canadiense que harán que Barcelona sea también conocida como "La Rosa de Fuego". Los tranviarios dieron ese día un ejemplo de disciplina y de unidad de acción que tiempo atrás parecía impensable. Se le instruyó proceso por insultos e incitación a la rebelión, condenándolo a seis años de prisión correccional. Paralelamente a este proceso y también por la jurisdicción de guerra se le instruyó otro por asociación ilegal -la organización del Sindicato de Tranviarios-, condenándolo asimismo a seis años, más seis meses por empleo de nombre supuesto. Su nombre volverá a aparecer como parte de la corriente encabezada por Joaquín Maurín y Pere Bonet, que desde finales de 1919 publica Lucha Social, y más tarde, La Batalla.
Daniel actúa como delegado del Comité local, para impulsar el del comité de huelga de camareros y cocineros, la primera huelga de conjunto que plantearon codo con codo las dos secciones de Alimentación. En el curso de la lucha, y aconsejado por David, haría sus primeras armas como sindicalista, el luego famoso faista y también ministro García Oliver. Con motivo del atentado contra el conde de Salvatierra, en Valencia, David fue nuevamente procesado, entonces se le acusa de haber inspirado aquel acto. Durante todo el periodo en que las bandas terroristas de la patronal y de Martínez Anido asesinaban casi diariamente a militantes obreros, pero Rebull permanece en su puesto, desplegando una infatigable actividad hasta que en noviembre de 1920 es detenido nuevamente. Primero fue encerrado en el buque La Guiralda, anclado en el puerto de Barcelona, pero después fue deportado al Castillo de la Mola en Mahón, en unión de Companys, Seguí, Viadíu, y otros sindicalistas más, hasta treinta y seis. Con motivo de un indulto general, fue puesto en libertad en enero de 1924, incorporándose inmediatamente, de manera activa, al incipiente movimiento comunista, siendo nombrado secretario general de la Federación Comunista Catalana-Balear.
Como tal, David asistió a la reunión del CC ampliado que tuvo lugar en Bilbao, donde se le eligió para formar parte del Ejecutivo del PCE. En esta reunión se acordó la publicación de un semanario ilegal, La Vanguardia, orientado contra la guerra de Marruecos, del que se publicaron varios números bajo su responsabilidad. Volvió a la cárcel con la instauración de la dictadura de Primo de Rivera, y el 14 de octubre de 1923 firmó una carta desde la prisión Modelo d Barcelona en representación de unos cuarenta sindicalistas presos y orientada a favor de los sindicatos de la Metalurgia y el Transporte para denunciar la actitud sectaria tomada por grupo anarquistas de imponer por la violencia sus propios citerior "libertarios". En 1925 solo gozó de cinco meses de libertad. Le cayó encima otro proceso por incitación a la rebelión e insultos al dictador Primo de Rivera, siendo condenado a seis años de prisión por publicación clandestina e insultos, a otros seis años por incitación a la rebelión y a tres años más por reincidencia. Paralelamente a este proceso se le siguió otro en Bilbao, por reunión clandestina, en el que figuraron Maurín y otros camaradas, condenándosele a tres años y medio de cárcel. Sus mayores actividades en la prensa obrera se desarrollaron por lo tanto, desde la cárcel, no en vano a David se le ha comparado con el legendario revolucionario francés August Blanqui.
En 1929 salió del penal de Burgos, gracias también a un indulto general, para ocupar inmediatamente su puesto de combate. Estableció su residencia en Sabadell, pero vuelve a sufrir prisión gubernativa en octubre de 1930. Se incorporó al sindicato y al advenimiento de la República, el 14 de abril de 1931, en plena reunión del pueblo con las nuevas autoridades municipales, exigió el desarme inmediato del somatén y el armamento del pueblo, lo cual fue llevado a cabo en menos de veinticuatro horas. Formaron el Comité revolucionario nombrado por dicha asamblea Beltrán, Rosos y otro, por la CNT, y David, junto con Molins, por el Bloque en cuya constitución ha tomado parte. Es elegido tanto para su Ejecutivo como para la organización de estructuras de defensa paralela a la oficial del partido. En 1931 representa a sindicato de Trabajadores de Tárraga, en el Congreso extraordinario que celebra la CNT en Madrid. El mismo año será candidato del Bloque en las elecciones municipales de abril de 1931 por Barcelona y Sabadell, y más tarde entre los candidatos a diputados para las Cortes Constituyentes de junio de 1931 en Madrid, así como a las del Parlamento catalán, etc, etc.
Está claro que el terreno de David no es el Parlamento sino la lucha. Así se le encuentra en plena acción en el desarrollo de la Alianza Obrera así, y especialmente durante las jornadas las jornadas del 6 y 7 de octubre en Barcelona actuó valientemente en la calle, motivo por lo que nuevamente fue encarcelado. Se le encuentra de nuevo en las jornadas del 19 de julio, esta vez en las barricadas que detendrán el alzamiento militar en Barcelona. Inmediatamente después fue puesto al frente de las oficinas de alistamiento para la formación de las milicias del POUM. Su casa en la Ronda de Sant Antoni de Barcelona es un lugar de encuentros y discusiones constantes. Su cuñada Teresa Rebull rememora unas en las que se hacía hincapié que en España no debía de pasar lo mismo que en Alemania.
Por octubre de 1936 marchó junto con su amigos Costa-Amic, al frente de una comisión a México, de donde regresó en el mes de febrero siguiente, habiendo realizado durante su estancia en la República mejicana 130 mítines de propaganda en favor de la causa del proletariado español. En éste tiempo realizó una vista a Trotsky en la Casa Azul, donde realizó diversas recomendaciones para su fortificación. La delegación llegada bajo la apariencia de equipo de fútbol, para comprar armas, había visitado al presidente Cárdenas, y le había entregado una carta de Andrés Nin pidiéndole asilo para Trotsky. La entrevista entre David Rey y Trotsky fue cordial, lo, que quedo reflejado en su declaración ante los jueces: "El POUM no es "trotskista", yo he expresado muchas veces mi crítica a su política, a pesar de la ferviente simpatía que siento por sus militantes, sobre todo por los que están luchando en el frente". Esta visita, y la petición de asilo para Trotsky, se convertirán en una de las "pruebas" del proceso contra el POUM. En su declaración precisó su opinión sobre Trotsky, declarando: "Siento una gran admiración por el pasado revolucionario de Trotsky, admiración que se agranda ante la feroz persecución de que es objeto..."
De regreso a Barcelona se encontró inmerso en las jornadas de mayo de 1937, y fue detenido nuevamente, esta vez por la policía estalinista, y permaneció en la prisión de Déu i Mata de Barcelona durante el resto de la guerra, y fue uno de los procesados por "alta traición", manteniendo en todo momento una absoluto integridad. Iglesias le dedica en su libro sobre el proceso hasta tres páginas en las que se recoge lo básico de su trayectoria, base para otros retratos ulteriores como éste. Juzgado en octubre de 1938 fue absuelto, sin embargo no fue liberado, y tuvo que escapar poco antes de la entrada victoriosa del ejército franquista. No quiso exiliarse por no abandonar a su compañera de siempre, Antonia Closas, igualmente militante y que le había acompañado a lo largo de décadas de luchas y cárceles, que agonizaba por estas fechas. Fue detenido y condenado a muerte. Indultado, salió de prisión en 1946, entonces retomará desde primera línea la actividad militante, tomando parte en el ejecutivo clandestino del POUM, por lo que volvió a ser encarcelado en otras ocasiones, la última en 1952, a los 63 años. Falleció unos años después olvidado en un clínica de Sarriá...
Cuando nos se ponemos en pensar en todo lo que han costado conquistas obreras y sociales que en las últimas décadas se han considerado de "derecho elemental", no se puede por menos que pensar en militante de la envergadura de David Rey. Un nombre que da brillo a las diversas organizaciones en las que militó como uno más. No ha habido muchos como él, y resultará difícil que los haya.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

NOTA

1) Adolfo Bueso García (Valladolid, 1889-Barcelona, 1979), tipógrafo, militante socialista, uno de los fundadores de la CNT, bloquista y luego poumista como su hermano Joaquín, y autor de unos valiosísimos Recuerdos de un cenetista (Ariel, Barcelona, 1976) en dos volúmenes, 1. De la Semana Trágica (1909) a la Segunda República, 2. De la Segunda República a la Guerra civil, y también de Cómo fundamos la CNT

Edición digital de la Fundación Andreu Nin, septiembre 2007

1 comentario:

Bartomeu dijo...

Lo que comenta Pepe Gutiérrez-Álvarez sobre el grupo de poumistas que vinieron a México para solicitar el asilo para Trotsky es verdadero. Está documentado en el juicio que el Estado español hizo contra el POUM y en él declaró Daniel Rebull. Es una historia fantástica que si no fuera cierta sería un excelente relato de espionaje. Hay distintas fuentes para confirmarlo además del juicio, Elena Garro esposa de Octavio Paz lo relata en su libro "Memorias de España 1937" (1992); Víctor Alba recupera la versión estenográfica del juicio en el libro "El proceso del P.O.U.M. Documentos judiciales y policiales" (1989). Yo conozco la historia porque la relataba mi padre, pero de tan fantástica, lo mejor que puede hacer fue documentarla indagando en el Archivo General de la Nación y la Hemeroteca donde para mi sorpresa y gozo encontré documentación que confirma lo dicho: Costa-Amic junto con Daniel Rebull encabezaron la misión que en noviembre de 1936 llegó a México para lograr el asilo para Trotsky, lo sorprendente es que desconocían México, no tenían ningún contacto ni fondos para realizar el viaje. Cumplieron la misión revolucionario que se les encomendó. Bartomeu Costa-Amic Leonardo, editor mexicano, contacto.costaamic@gmail.com